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El vecino Errejón es la alcaldesa Carmena... ¿Y la europea?

Foto: EVA MÁÑEZ
25/05/2019 - 

Sirva este titular, que enhebra dos de los más reconocidos aforismos del añorado Mariano Rajoy, como resumen de la campaña a nivel nacional. Una campaña que, como en 1999, mezcla comicios municipales, autonómicos (en la mayoría de comunidades autónomas, aunque esta vez, como es sabido, no en la valenciana) y europeos. Estos últimos, como cabría esperar, han brillado por su ausencia en los medios de comunicación, los discursos de los políticos y, en fin, las mentes de los ciudadanos.

Está claro que la Unión Europea es muy importante, como nos repiten constantemente los candidatos al Parlamento Europeo en lo que suele ser el único momento en el que dejan de hablar de política española (véase el esperpéntico debate a nueve que organizó TVE el miércoles), pero es dudoso que su importancia venga canalizada por dicho Parlamento Europeo. Los electores lo saben y utilizan estas elecciones, en los casos en que votan (en las últimas ocasiones, menos del 50% de participación; en esta, como coinciden con otros comicios, seguro que es bastante más), como voto-protesta o de desahogo; o apoyando a la opción que más le guste, aunque no sea, pragmáticamente, la más útil.

En las Elecciones Europeas se vota en una única circunscripción y no hay un porcentaje mínimo legal para obtener diputados, de manera que todos los votos valen lo mismo; es decir, resultan útiles por igual. Son los comicios idóneos para que surjan nuevas opciones políticas. En 2014 apareció Podemos y saltó a la política nacional Ciudadanos. Vox se quedó a las puertas de obtener eurodiputado (si lo hubiera hecho, tal vez Rajoy no habría podido mantenerse en la Moncloa hasta 2018, como consecuencia de los votos que se habrían ido del PP a Vox). En 2019, el Pacma quizás logre un acta de eurodiputado, y es previsible que buena parte del voto protesta en un determinado sentido se canalice hacia la candidatura de Carles Puigdemont; no sólo en Cataluña.

Además de este tipo de cuestiones, el interés de las elecciones europeas es constatar si funcionan como reválida de las generales, y en qué sentido: si consolidan el predominio recién instaurado por el PSOE (muy probablemente, sí); y, sobre todo, si constatan un relevo en el liderazgo de la derecha, de PP a Ciudadanos, o si por el contrario el PP logra resistir.

Más importante para esta última cuestión es lo que suceda en las elecciones autonómicas y municipales. Hay muchísimo poder, autonómico y local, en juego. Dadas las características del sistema político-mediático español, su acendrado centralismo, todas las miradas están puestas en Madrid, tanto el ayuntamiento como la comunidad. Se trata de sendos feudos históricos de la derecha, que en realidad son lo único que les queda para intentar hacer oposición al PSOE, pues el resto de feudos o bien son muy inestables (Andalucía, con una mayoría en precario que se ha revelado como la mayor debilidad de la derecha en las elecciones generales, pues depende de la ultraderecha de Vox), o bien son comunidades o ciudades con menos peso específico y proyección mediática.

Foto: KIKE TABERNER

En Madrid, tanto Ciudadanos como PP tienen cifradas sus mayores esperanzas y temores. Pero el PP cuenta con diversos hándicaps, en parte derivados de las decisiones que tomó hace algunos meses Pablo Casado, en un contexto en el que decidió mandar como lo haría Aznar (o peor), apartando a todos los "impuros" y colocando a sus favoritos, sin que importase mucho su adecuación al puesto. De resultas de aquello tenemos a Isabel Díaz Ayuso como candidata a la Comunidad de Madrid, una máquina de soltar inconveniencias y propuestas absurdas que nos recuerda por momentos a la mismísima Ana Botella.

Para el PP es fundamental superar a Ciudadanos en Madrid, incluso aunque pierdan frente al bloque de izquierdas. De hecho, es preferible, para sus intereses estratégicos, perder el poder, mientras Ciudadanos quede por detrás, que preservarlo y entronizar a una alcaldesa y un presidente de la comunidad de dicho partido. Si Rivera ya se ha proclamado a sí mismo líder de la oposición con sus escasos 57 diputados de la tercera fuerza política (por ahora, Ciudadanos, con en torno al 15% de los votos, sigue siendo un CDS con esteroides), imagínense cómo se comportará en el Congreso si logra mandar en algún sitio importante.

Además, en Madrid también se estrena un experimento, la alianza Errejón-Carmena, escindida de Podemos, que en el momento en que se consumó parecía hacer peligrar el liderazgo de Iglesias. Podemos comenzó su andadura en Madrid y Errejón buscaba, con esta vuelta de tuerca, redefinir el proyecto, centrarlo y hacerlo mucho más compatible con el espacio electoral del PSOE (es decir, un socio más cercano para los socialistas y, al mismo tiempo, más peligroso). Y, por supuesto, en el camino, si les iba mínimamente bien (si Carmena lograba retener la alcaldía y Errejón superar a Podemos en la Comunidad de Madrid), retomar la lucha por el invento y "asaltar los cielos" de Podemos contra Iglesias y sus acólitos.

El plan estaba bien trabado, pero es arriesgado. Y uno de los riesgos que seguro que no consideraron fue que Sánchez adelantase las elecciones, anticipándolas en un mes a las municipales y autonómicas. Esa decisión tuvo como efecto colateral dejar totalmente fuera de foco a Errejón y Carmena (de los que no se tuvo noticias durante la campaña electoral de abril), así como reivindicar la valía de Iglesias como líder carismático a la izquierda del PSOE. Sobre todo, en los debates televisados: nueve millones de personas vieron en la televisión, y unos cuantos más en las redes sociales, cómo Iglesias ganaba el segundo debate y le leía la cartilla a un Albert Rivera cada vez más transmutado en macarra de discoteca.

Las elecciones del 28 de abril, en definitiva, permitieron que Podemos e Iglesias salvaran los muebles, con un resultado mejor de lo esperado y, sobre todo, útil, porque el PSOE necesita a Podemos para gobernar. Si Podemos logra forjar una coalición de Gobierno, como parece probable, tendrá todos los focos mediáticos a lo largo de los próximos años. Y esto invierte los términos de la lucha Errejón-Iglesias. Ahora el plan (mantener la alcaldía y superar a Podemos en la Comunidad de Madrid) es el mínimo para sobrevivir, no para disputarle el poder a Iglesias. Veremos qué sucede el domingo.

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