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ILUSTRES VERANEANTES 

El verano de Ramón Esteve en Formentera

Ramón Esteve, icono de la arquitectura contemporánea y el diseño de vanguardia, mantiene un equilibrio entre la tierra, su tierra y el mar. Natural de Ontinyent, tiene en la cercana Fontanars dels Alforins su refugio de invierno, pero disfruta surcando las aguas del Mediterráneo a bordo de un velero y contemplando las puestas de sol desde Formentera, donde pese a todo no desconecta de su vida: la arquitectura

27/08/2016 - 

Como tantos otros artistas y profesionales de prestigio, eres de una localidad industrial del interior de Valencia, capital de la Vall d’Albaida, Ontinyent. Los veraneos en tu infancia eran allí, ¿cómo los recuerdas?
- Cuando era niño pasaba los veranos con mi familia entre Ontinyent y la playa. Cada año organizábamos un viaje a una localidad diferente por el Mediterráneo: Oliva, Jávea, Cabo de Gata e Ibiza. Fue en este último destino donde, durante una excursión, descubrí la isla de Formentera y me enamoré de ella.Aquellos fueron unos veranos maravillosos. En la casa de campo de mis padres solíamos reunirnos toda la familia, especialmente los años de mi etapa universitaria. Siempre participaba, y aún sigo vinculado aunque no salga todos los años, en las Fiestas de Moros y Cristianos. Recuerdo también, con mucho cariño, las pandillas de verano que formábamos pues en la zona de Fontanares veranea mucha gente de Valencia y Madrid; las excursiones en moto por ese rincón de la Vall d’Albaida, conocido como la Toscana valenciana, eran fantásticas. Los paisajes son de ensueño, recomiendo encarecidamente a quien no la conozca que la visite.

- Como tantos otros de nuestros Ilustres Veraneantes, del veraneo de secano has pasado a convertirte en un lobo de mar ¿Qué te atrae de las islas baleares? 
- Soy un fanático de las Islas, me gusta mucho la vela y también me encanta nadar. Estos últimos años he pasado mi breve descanso veraniego navegando con mi novia Isabel y haciendo planes con amigos. En verano me encanta aprovechar las horas de luz. Lo bueno de Formentera es que te permite hacer planes diurnos y acabar el día en algún chiringuito viendo la puesta de sol. Otro de los alicientes es la excelente gastronomía mediterránea de la que puedes disfrutar.

- Esta pregunta me recuerda mucho al Selfiematón de Culturplaza, ¿por qué Formentera y no Ibiza?
- Porque la conozco totalmente. Me atrevería a decir que la domino por completo y, por ejemplo, a la hora de ir a cenar no tengo problemas para reservar en ningún lugar en el mismo día. En Ibiza en cambio, llamas el 15 de agosto y te dan fecha para el 30. Además me supone mayor relax ir a un sitio que me resulte familiar porque lo que quiero es ir a descansar y tanto desde el mar como desde la tierra, siempre hay espacios y calas con tranquilidad incluso en pleno agosto. En cambio en los viajes que realizo durante el año busco descubrir cosas nuevas y estimulantes. Viajar me parece una forma interesantísima de aprender.

- En 1991 fundaste tu propio Estudio, hoy sois más de veinte profesionales bajo tu dirección. ¿Cómo compaginas tu actividad profesional durante el estío?
- Lo compagino fenomenal: ¡nunca dejo de trabajar!. Siempre que he tratado de desconectar no he parado de recibir llamadas y correos electrónicos. Últimamente todavía más, estoy muy ilusionado con los nuevos proyectos y no me importa no parar. Puede sonar aburrido, pero no lo es.  

- La crisis se ha cebado especialmente en el sector de la construcción, ¿cómo has logrado no sólo mantenerte sino ser uno de los arquitectos de referencia?
- Yo creo que ahora hay un nuevo enfoque de la profesión, las cosas se están planteando de otra forma: sigue habiendo oportunidades pero son distintas y hay que encontrarlas, es la clave. Parece una perogrullada pero es todo lo contrario.

[Le pido que me aclare esta afirmación que me suena críptica]

- La oficina convencional del arquitecto de hace quince años está en crisis: mi estudio es multidisciplinar, con una identidad muy marcada, en el que desarrollo conceptos globales de arquitectura y diseño. La forma de transmitir y comunicar ese trabajo es lo que ha hecho que tengamos oportunidades fuera del territorio próximo. Estoy haciendo proyectos en Madrid, Barcelona, Alicante y puntualmente en Estados Unidos, China y en algunos países europeos. A todo ello nos ha ayudado mucho los nuevos medios de comunicación.

- ¿Para la difusión de tu trabajo y captación de clientes, pones en valor las nuevas tecnologías de la información?
- Sí, y el transmitir que no concibo solo proyectos de arquitectura y diseño, sino más bien conceptos aplicados a éstos. Yo concibo una idea y tengo mi forma de materializarla. Las nuevas tecnologías me permiten contarla y, a quien le interese, contactar conmigo. Las redes no te ponen límites: puedes conectar con cualquier persona a la que le guste tu trabajo en cualquier parte del mundo, de manera que en este momento es más importante la afinidad que la proximidad. Por otro lado, a través de colaboraciones con empresas implantadas en el extranjero, tengo la oportunidad de ampliar la proyección de mi trabajo en el ámbito internacional. He realizado proyectos interesantísimos para empresas españolas, especialmente en el ámbito del diseño, como VONDOM, Porcelanosa o Vibia. No me limito a diseñar producto sino que, para alguna de ellas, voy más allá y dirijo la imagen de la marca.

- Como bien dices, tienes una forma particular de entender la arquitectura y el diseño.¿Cómo definirías tus casas?
- Lo más interesante de mis casas es vivirlas: la arquitectura debe de ser una experiencia multisensorial y estimular la mayoría de los sentidos más allá de la vista. Cada una es en sí misma una experiencia única hasta el punto de que tienen su propia alma. 

- Ramón Esteve en una entrevista definió su casa,donde también se ubica el estudio que fundó y dirige, como un espacio “sobrio, pero amable. Es de una austeridad casi monacal pero con un punto hedonista”. Hablando de los sentidos… un color, un sonido, una escena que relaciones con el verano.
- El blanco, es luz, frescura y serenidad; la humedad de la brisa de mar, el olor de los pinos, el canto de las cigarras y el sabor a sal impregnado en la piel. En verano se agudizan los sentidos, todo se percibe con mayor intensidad. Considero, sin embargo, que la vista está sobrevalorada. Encuentro mucho más interesante amplificar los demás campos de percepción pues la cultura actual nos ha llevado a una tiranía de lo visual sobre el resto de los sentidos.

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