CRÓNICAS POR LOS OTROS / OPINIÓN

El viaje de Sarai

Sarai tiene 26 años y desde que ella cumplió 5 años convive con la realidad de los campamentos saharauis. Un acogimiento que ha pasado de generación en generación. Sus padres acogieron a su primera "hermana" saharaui cuando ella era muy pequeña y ahora es ella quien acoge a niños y niñas saharauis cada verano.

18/08/2018 - 

Desde el año 1997 no ha dejado de convivir con esta realidad. Sus padres acogieron durante muchos años a niñas saharauis y ahora es ella quien ha tomado el relevo y quien acoge dentro del programa Vacaciones en Paz de la Federación de Asociaciones de Solidaridad con el Pueblo Saharaui del País Valencià.

En estos años Sarai y su familia han acogido a miembros de la misma familia, que se han convertido en su "familia saharaui". Un viaje que hacen en ambas direcciones. Su familia saharaui viene a Valencia en verano y en Navidad o Semana Santa Sarai suele viajar ella a los campamentos con los viajes que organizan la propia Federación o asociaciones de la Federación. Desde hace 11 años baja a los campamentos y se aloja en casa de su familia saharaui. Allí se siente como en casa. Y es que después de tanto años de convivencia, encuentros y despedidas se han creado unas redes y una relación muy especial, íntima, cercana y de familia.

Sarai recuerda que la primera niña que acogieron sus padres era mayor que ella, y ya entonces su madre las vestía igual porque no quería que hubiera diferencias. Cuando tenía 9 años acogieron otra niña que estuvo 5 años yendo a su casa. Y a partir de ahí se creó una relación de hermanas que continua hoy día.

Este verano acoge por segundo año a la hermana pequeña de su hermana que durante 10 años estuvo viniendo cada verano.

Sarai ayuda a su familia saharaui todo lo que puede. Pero su ayuda va mucho más allá. Es una implicación y una inmersión total con la causa saharaui. Ella no recuerda un momento concreto y determinado que le hiciera implicarse con esta causa porque asegura que ha crecido desde pequeña con esta realidad muy presente por el compromiso de su familia.

Una realidad muy dura que se mantiene en el tiempo. Las temperaturas en verano superan los 55 grados y la ayuda humanitaria cada vez va a menos. Y es que la crisis económica ha descendido el nivel de ayuda que ha llegado a los campamentos. Hay familias que tiene miembros que trabajan fuera de los campamentos, en España por ejemplo, pero no todas las familias tienen esa suerte. Y la suya es una de las que no tiene suerte.

Esta familia tiene 8 miembros: 5 niñas y un niño, la madre y el padre. Se trata de una de las familias que no tiene más ingresos que los que la ayuda humanitaria les ofrece y los que perciben del trabajo de la madre, que es profesora de guardería en los campamentos y que cobra menos de 20 euros al mes.

El programa Vacaciones en paz que trae a niños y niñas saharauis a Valencia. A partir de aquí se crean redes y lazos que invitan y despiertan la curiosidad de las familias de acogida de visitar a sus niños y niñas saharauis. Empieza el viaje a los campamentos saharauis.

Campamentos saharauis

La primera vez que Sarai fue al campamento fue hace 11 años y viajó con su padre y su madre. Las condiciones de vida eran más duras, no había luz eléctrica ni tampoco cobertura. Recuerda mucha pobreza pero cree que esta percepción estuvo marcada porque ella era más pequeña y fue su primer contacto con esta realidad, porque asegura que ahora sigue habiendo mucha pobreza y la situación es extrema.

Hace un año hay luz eléctrica y hay familias que pueden acceder a comprar una nevera o un aire acodiciando que a veces es incluso más necesario que el comer porque el calor es extremo. Así la vida desde hace más fácil.

Para Sarai, su familia saharaui es una familia más. Se escriben actualmente todos los días, los teléfonos móviles han facilitado esas comunicaciones. Ella conoció a Nadifa desde que es bebe, de hecho la conoció recién nacida y ahora ya tiene 11 años y la tiene en acogida en verano en el programa Vacaciones en Paz. Así mantienen esta estrecha relación, a veces van, a veces vienen.

La federación de asociaciones de solidaridad organiza dos viajes en Pascua y en Navidad. Ellos tramitan el vuelo y el visado y una vez allí van a casa de familias saharauis.

Hay dos tipos de casa: jaima y adobe. Con una letrina y una cocina que forma parte de la casa de adobe. La vida se hace en el suelo, cocinan en el suelo. Los turistas no ven la realidad, ayudan con algunas aportaciones económicas que normalmente la propia familia las revierten en sus comodidades. Le compran al turista que llega carne, huevos y verdura que no es lo que ellos consumen cada día porque no tiene acceso ni recursos para ellos.

Este tipo de viajes tiene sobre todo la función de sensibilizar. Están entre 5 y 10 días que no es un tiempo muy grande pero suficiente para que puedan sensibilizarse y ver otra realidad.

Por mucho que veamos fotos y videos, si no se ve con los propios ojo son es lo mismo, asegura Sarai. Ella se ha criado, ha crecido y ha vivido sensibilizada toda la vida con la causa saharaui. Toda su familia sigue muy en contacto con los campamentos.

Cuando llegas allí, en los últimos años hay mucha más seguridad y control que antes cuando podías moverte libremente sin dar cuentas a nadie. Normalmente las visitas turistas van destinadas a visitar proyectos sociales como hospitales, colegios, centros de discapacitados, etc.

A veces organizan manifestaciones delante del muro que después de la muralla china es la pared más larga del mundo con millones de minas antipersonas. La primera vez que fue al muro y vio una mina de personas fue uno de los choques más impactantes. Debido a las minas es muy peligroso visitar el muro. Es un muro con marroquíes encima o detrás del muro con armamento, es una mina antipersona activa. Y es una de las fotografías que Sarai no olvida. Una estampa que marcó un antes y un después.

La semana que viene… ¡más!

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