VALÈNCIA. "Cataluña se ha cargado la legislatura". Esta reflexión, procedente de un veterano dirigente socialista, resume una parte importante de las sensaciones que anidan en las distintas formaciones políticas, especialmente las que poseen arraigo o dependencia estatal. El desafío independentista ha copado el foco informativo hasta deslumbrar: ya no solo en lo que se refiere a la propia agenda política, sino también hasta en las conversaciones de bar o en los encuentros familiares.
Ahora, pese a una aplicación del artículo 155 de la Constitución en ciernes, quiera o no el todavía Govern de Carles Puigdemont que acaricia la DUI, una programación de elecciones autonómicas en los próximos seis meses metida en la sala de máquinas de La Moncloa, es posible ver alguna consecuencia positiva que se derive para el presidente del Gobierno -y superviviente de profesión-, Mariano Rajoy, e incluso para el PPCV que lidera Isabel Bonig.
Semanas atrás, este diario desentrañaba algunos pensamientos circulantes en la dirección regional popular encaminados a valorar las posibles consecuencias de un adelanto de las elecciones generales a 2019, haciéndolas coincidir con autonómicas, locales y europeas, nada menos. Una posibilidad que, a juicio de algunos miembros del PPCV, podría beneficiar el resultado en la Comunitat Valenciana dado que el partido de la gaviota suele mejorar su rendimiento en los comicios estatales. Es decir, que se produjera un arrastre del voto fruto de la agrupación de las distintas citas con las urnas.
No obstante, la sucesión de acontecimientos acaecidos en Cataluña, apuntaría a otra hoja de ruta por parte del presidente del Gobierno. Al margen del desafío independentista, la congelación de los Presupuestos Generales del Estado para 2018 indica las dificultades que tiene el PP para sacar adelante sus políticas dada su minoría en el Congreso, una situación que apunta a volverse insostenible a medio plazo.
Con este escenario, no son pocos los que creen que Rajoy se verá abocado a adelantar las elecciones generales al próximo año. En este punto, surgen dos tesis diferentes con las que podría jugar el presidente del Gobierno: convocar los comicios después de los comicios catalanes o, por otro lado, hacer coincidir incluso las elecciones generales con las catalanas. Esto último, sería un golpe de timón estratégico complejo aunque nada desdeñable: cabe recordar que las fuerzas como PP o PSC obtienen mejores resultados históricamente en Cataluña en las citas estatales que en las autonómicas. Una opción que, de acometerse y generar cierto arrastre, dejaría una posibilidad abierta para que las fuerzas que se oponen al independentismo pudiera tener una ocasión de desbancar a PDeCAT, ERC y CUP.
De ser así, Rajoy conseguiría probablemente una doble victoria. La mayoría de los analistas consideran que el PP puede salir reforzado en el resto de España con la firme y rocosa posición que está adoptando respecto al desafío: o lo que es lo mismo, la formación popular tendría visos a aumentar su ventaja sobre el PSOE que, en esta cuestión, siempre tiene mayores problemas de navegación pese al apoyo que está prestando a la aplicación del 155.
Con estos mimbres, de salir redonda para el PP esta maniobra, conseguiría al mismo tiempo vencer en las elecciones generales -y posiblemente mejorar sus números en el Congreso- e incluso quizá obtener mejores prestaciones en Cataluña o, al menos, restar fuerza a los partidos independentistas. Este relato, dejaría una situación interesante para Bonig en la Comunitat Valenciana: a apenas de un año de los comicios autonómicos, una imagen fuerte del PP y del propio Rajoy puede ayudar a la remontada que necesita la líder popular para reconquistar la Generalitat.
Más aún cuando la campaña del PPCV iría dirigida, más que probablemente a, no solo atacar la gestión del Consell, sino a poner en foco a la simpatía de algunos sectores de Compromís hacia las fuerzas independentistas catalanas. Un caladero en el que Bonig podría intentar pescar avalada por la hipotética estabilidad conseguida con Rajoy.
Sin duda, estas serían las previsiones más halagüeñas para los populares valencianos. No obstante, la combinación de acontecimientos no parece sencilla: Rajoy podría no arriesgar a esa convocatoria unificada si la inflamación no desciende y las encuestas no son favorables, por lo que debería ir probablemente a un adelanto no coincidente con las catalanas, que podrían haber arrojado un resultado todavía favorable a las fuerzas independentistas. Una situación de consecuencias impredecibles a la hora de un enfrentamiento con las urnas en las generales que quizá no ofreciera un balance tan favorable para Rajoy.
Todo ello con otros exámenes sobre la mesa que quedarían pendientes: un adelanto es posible que librara al líder del PP de afrontar la reforma constitucional a la que se comprometió con el socialista Pedro Sánchez. También está por ver si Rajoy se animará -tal y como ha prometido- a la reforma del sistema de financiación tan necesaria para la Comunitat Valenciana. Una maniobra que sí podría acometer si dispone de recursos económicos suficientes dado que, al menos, podría vender electoralmente la resolución de un problema que es común a un buen número de autonomías.
En definitiva, una legislatura que apunta a ser de tamaño reducido ante el problema catalán y de la que el PP estudia cómo salir airoso. La estrategia y capacidad de maniobra está principalmente en manos de Rajoy, un político que pese a su aura inmovilista siempre ha demostrado ser un dirigente notable en aspectos tácticos de esta índole.