Ellos

No me importa. No me importa a mí ni a ellos. No me importa la hora, ni la previsión ni el SMS. No es el momento. No me importa lo que digan unos de otros ni las culpas, ni el insulto. No me importa el argumento, no me importan las palabras. Me parece tan patético y extremo que podría resultar considerado como inhumano. No me importa el parecer del que se arroga el aura del científico. Me da igual. No me importan los reproches, el no-hiciste-caso, lo del cambio-o-no del clima. Me da absolutamente igual. No me importa. Como no me importa desde luego la actitud del que no cree, el silencio, la vergüenza del cobarde, el panfleto, la pancarta, las chorradas miserables del que sólo emite dogmas, el hicieron-o-no-hicieron, el mensaje, el tweet, la foto. No me importa a mí ni tampoco les importa a ellos.

Sí me importan -y me importan mucho- todos esos que no están, todos esos que ya no pueden hablar con las palabras que no importan, todos ellos y los que vivieron, compartieron, los que amaron y lloraron y rieron junto a ellos. Esos sí me importan. Y me importa lo que piensan, lo que sienten, lo que sueñan cuando piensan que no hay sueños, que ya no -quizás jamás- valió la pena. Y me importan los que viven ahora mismo en una vida que no es vida sino angustia, el que ya no cree ni en la esperanza porque no la necesita, el que no reclama a gritos porque ya no puede alzar la voz, el que sólo pide que le reconozcan el derecho a olvidar. Y también me importan mucho los que lloran a sus muertos -aún con ellos en la misma habitación-, los que durante unas horas asumieron su derrota, los que en agua como sangre perecieron, los que fueron arrastrados hacia una epifanía, los que nunca imaginaron que poder soñar es lo que importa, y lo que tocas, lo que sientes, lo que miras como aquel al que le importa el ser humano.

Creo en lo que importa y lo que importa es el que ayuda, es el que sirve, es el que mueve se desplaza y reverencia a aquel que no conoce y sufre. Eso importa. Importa hacer, curar y construir. Importa tanto como la vida. Importa tanto como el que ora sin creer como el que explica sin palabras inquietudes, como el que olvida teorías, conceptos, diatribas y se ofrece. Brazos, manos, alma. No me importa lo instintivo sino la ética del héroe anónimo, la entrega del que tiene mucho que perder, del que se aferra al ser humano como a la vida, del que refleja y sana el dolor de la tragedia El resto es para luego y ya hablaremos, pero ahora es el momento de la vida y no dejar que se resbale entre palabras, voces, gritos y agresiones. No me importa, no los quiero. Como no los quieren ellos. Ni los quieren ni los necesitan. Ellos sólo quieren creer de nuevo en ti. Ellos sólo necesitan que alguien les conduzca nuevamente hacia la vida. Es urgente.