VALÈNCIA. El día que la valenciana Montserrat Medina Martínez recibió “la llamada de Dios”, el convento agustino de Santa Ana y San Mateo ganó una monja, pero el ecosistema emprendedor nacional tuvo que renunciar a uno de sus talentos más prometedores.
“He vivido 12 años ‘triunfando’ según los parámetros del mundo: tengo títulos de la prestigiosa Universidad de Stanford, he fundado una startup en Silicon Valley que ha adquirido una Fortune 100 y con tan sólo 34 años he llegado a ser socia en Deloitte” resume ella misma su trayectoria profesional hasta ese momento en el último texto publicado en su cuenta de Linkedin en el que anuncia el salto a “la vida consagrada contemplativa”.
En efecto, Medina Martínez estuvo considerada durante muchos años como una joven promesa en el ámbito empresarial. Ingeniera aeronáutica de formación, fue becada por la Universidad de Stanford. En EE.UU. fundó Jetlore, una startup con sede en San Mateo (California) que proporcionaba datos a grandes empresas para que ofrecieran contenidos ‘a medida’ a sus clientes. Pay Pal se interesó por la herramienta y la adquirió.
Este currículo, le sirvió para ser seleccionada entre las 10 top talents de España menores de 35 años por la revista MIT Technology Review recibiendo, también, la Medalla de Bronce en los Stevie Awards for Women in Business de 2017, a la Mujer ejecutiva del Año.
Nada se le puede reprochar. El legado que deja como referente en el emprendimiento femenino relacionado con la tecnología es indiscutible. Pero no es la única mujer española que ha protagonizado algún éxit con su startup. En la lista se incluyen otros nombres como el de Verónica Pascual, CEO de ASTI Mobile Robotics Group que vendió al gigante suizo ABB por 190 millones de dólares, o Pilar Manchón, fundadora de Indisys, una empresa de desarrollo de chatbots e inteligencia artificial ahora propiedad de Intel.
También Yaiza Canosa, la fundadora y CEO de GOI, operador logístico enfocado en el transporte y montaje e instalación de mercancías, logró un exit parcial con la entrada de Moira Capital Partners, firma de inversión en capital privado que adquirió el 50% de GOI.
Valgan ellas como referentes de mujeres nacionales que triunfan en el mundo de la empresa y la tecnología y como prueba de que, cuando se lo proponen, lo consiguen. El problema es que siguen estando en desventaja cuando se hace una comparativa de género.
Como recuerda Sandra Isart, Corporate CIO de Nexus Energía y responsable de la vocalía de Mujer y Tecnología de AUSAPE (Asociación de Usuarios de SAP en España) “El papel de la mujer en el sector tecnológico es hoy muy parecido al que hemos tenido en los últimos 20 años. La estadística nos lo indica claramente. Alrededor del 50% de las universitarias son mujeres. Esta cifra es de un 25% en ingenierías y apenas superior al 10% en ingeniería informática”.
Isart tiene claro que es un problema de falta de divulgación y de no abordar la tecnología en los planes de estudio desde fases tempranas. “Hay que hacer entender que la informática abre un abanico inmenso de posibilidades a futuro. No se trata de picar código o reparar ordenadores, con ella se puede transformar toda una empresa, se puede desarrollar inteligencia artificial, hacer aplicaciones, analítica de datos, trabajar en ciberseguridad…es un mundo apasionante que te convierte en el arquitecto que hace falta para cualquier construcción. Pero, no sé por qué, las mujeres siguen rechazando esa opción a la hora de elegir unos estudios superiores. Creo que el fallo está en la fase semilla, en no saber despertar interés en edades tempranas”.
Con esta finalidad, precisamente, se decidió a emprender Esther Elías, cofundadora y CEO de FunTech Rocket. Se trata de una startup que está siendo ahora acelerada en Lanzadera que se basa en una plataforma de formación online de programación y código para niños de entre 6 y 14 años apoyada en juegos. El método de aprendizaje propone una dedicación diaria de 15 minutos que el niño puede seguir a demanda y de manera flexible, adaptándolo a su rutina habitual y ritmo de aprendizaje. Si empieza a los 6 años desde cero, el niño sale programando a los 14 años o antes, dependiendo de la dedicación.
Elías está convencida de que, si para las generaciones anteriores, la nota diferenciadora en un perfil profesional era el inglés, a partir de ahora será el código y la programación la habilidad que nos distinga del resto. Inculcarlo desde el principio y despertar vocaciones STEM (siglas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en inglés) es lo que se proponen en este equipo multidisciplinar del que forman parte pedagogos, psicólogos y programadores, entre otros.
El objetivo no es que todos acaben siendo programadores, sino abrir las puertas a las profesiones del futuro y facilitar la comprensión del mundo que se avecina, rodeado de tecnología por todas las partes.
Pero no se trata solo de conseguir que crezca el interés de las mujeres por la tecnología. Es también una cuestión de ganar visibilidad y acostumbrarnos a verlas al frente de empresas o formando parte de los consejos de administración. Según los datos que barajan en W Startup Community, organización de emprendedoras digitales fundada por Teresa Alarcos, solo 17 de cada 100 startpups están lideradas o colideradas por mujeres.
“La única diferencia es que son menos”, es la sencilla distinción que hace Alarcos entre el emprendedor hombre y la emprendedora mujer. “Por lo demás, las encontramos ya capitaneando proyectos disruptivos de todo tipo, desde el fintech, hasta el proptech o la agrotecnología.