Hoy es 3 de octubre
VALÈNCIA. La idea de que es incompatible que una startup pueda desarrollar su negocio a la vez que genera un impacto positivo para la sociedad se aleja cada vez más de la realidad. Apostar por un balance entre rentabilidad económica y social, además de posible, es una alternativa que cobra peso a escala mundial. De aquí que también la inversión de impacto creciese, solo en España, un 58% el año pasado, según datos de SpainNAB.
Para unir a los emprendedores sociales con inversores, grandes corporaciones y entidades públicas y privadas crea Margarita Albors hace más de 13 años Social Nest, una plataforma global con la que moviliza el capital hacia la solución de problemas sociales y medioambientales. Una de sus iniciativas es la competición del Startup Challenge con la que reconocen anualmente a aquellos que consideran los mejores proyectos nacionales de impacto.
Entre las startups ganadoras de la última edición se encontraba Naria, una empresa cofundada por Kilian Zaragozá. Se trata de una plataforma digital de trazabilidad blockchain que interconecta a distintos agentes de la cadena alimentaria. El objetivo es gestionar donaciones de alimentos a través de importes directos por parte de particulares y empresas de cualquier sector. Permite a los usuarios donar y conocer el estado de su aportación así como visualizar métricas de impacto de la misma.
El año pasado Naria consiguió una ronda de inversión por valor de 400.000 euros y luce ya en su página web el ‘sello rojo’ de Enisa que la acredita como empresa emergente innovadora.
Diseñar de manera personalizada, fabricar y distribuir de manera gratuita trésdesis, esto es, brazos impresos en 3D, es a lo que se dedica la organización fundada por el joven ingeniero Guillermo Martínez Gauna-Vivas: Ayúdame3D.
“Desde Ayúdame3D trabajamos por difundir el valor social de la tecnología. Siempre he tenido claro que es muy importante demostrar que apostar por el impacto social es clave para crear un futuro mejor y es accesible a todo el mundo. Por eso, también apostamos por la innovación social”, sostiene el CEO.
Pero si hay un caso de éxito de emprendimiento social rentable en nuestro país, ese es La Fageda, “el proyecto social con estructura empresarial” con el que Cristóbal Colón emplea a cientos de personas con algún problema mental y vende yogures más caros que Danone. Ya lo dice el fundador: “somos una entidad sin ánimo de lucro, pero con mucho ánimo de margen”.
También en RobinGood apuestan por el talento con discapacidad intelectual para elaborar de forma artesanal snacks, lo que en la empresa llaman “alimentos con alma”.
Convencidos de que se logran cambios profundos si más organizaciones eliminan, de base, barreras para migrantes y refugiados e impulsan su inclusión, nace Conecta Migrants & Refugees, una iniciativa para impulsar el emprendimiento entre migrantes y refugiados creada por Bridge for Billions.
Esta iniciativa marca un paso significativo hacia el apoyo de emprendedores/as migrantes y refugiados en su camino hacia la integración, el desarrollo económico y la generación de empleo.
De esta organización forma parte Mahmoud Assy, un emprendedor de 26 años árabe, musulmán, activista del LGTBI y migrante en España. De esta confluencia de colectivos infrarrepresentados en su persona, surge la idea de fundar Eufonía Diversity, una consultora de diversidad, equidad e inclusión para el entorno laboral.
Por su parte, la emprendedora de éxito nacida en Valencia y de padres africanos Bisila Bokoko fundó en 2009 BBALP una ONG con base en la ciudad de Nueva York con presencia actual en Ghana, Kenia, Zimbabue y Uganda. La organización tiene como objetivo promover la alfabetización en el continente africano a través de la apertura de bibliotecas. Como mujer racializada sostiene que “la diversidad y la inclusión deberían ser el ADN de la empresa, pues las nuevas ideas provienen de maneras distintas de ver las cosas”.
Con el foco puesto en situaciones de desastre natural, conflictos o emergencia fabrican en Humanitaria cajas de cartón que permiten montar un campamento en menos de 24 horas, el tiempo que se considera crucial en circunstancias como las señaladas. Se fabrican con cartón 100% sostenible y biodegradable y se pueden montar 1.000 camas en una hora, es decir, 24.000 al día, capaces de soportar hasta 350 kilogramos de peso y a un coste un 80% más bajo de lo habitual.
Hemos superado la barrera de los cien millones de desplazados forzosos en 2022. El doble que hace diez años. Es la cifra más alta de la historia.
Su sencillez y velocidad de montaje se basa en un mecanismo desplegable en dos pasos que parte de una lámina extraplana y se transforma en cama en menos de 5 segundos, tarea que una sola persona puede desempeñar de forma autónoma, sin herramientas ni formación de ningún tipo. La startup ha sido impulsada por el programa de aceleración UNICEF Lab.
Humanitaria surge en Barcelona de la mano de Juan Sanz y J. Alberto Paniagua con el propósito de utilizar sus más de 20 años de experiencia respectiva en diseño industrial y consultoría estratégica en sectores como la automoción para mejorar la capacidad de respuesta de las ONGs ante situaciones humanitarias.