En las entrañas del 'Réquiem' de Romeo Castelucci y James Gaffigan (Fotos: EVA MÁÑEZ)
En las entrañas del 'Réquiem' de Romeo Castelucci y James Gaffigan (Fotos: EVA MÁÑEZ)
En las entrañas del 'Réquiem' de Romeo Castelucci y James Gaffigan (Fotos: EVA MÁÑEZ)
VALÈNCIA. Los engranajes de más de un centenar de personas están engrasados. Los pasillos de Les Arts son ir y venir de personas continuo, una especie de caos perfectamente organizado. De los camerinos a maquillaje, de ahí a hacerse una fotografía, de la fotografía a la Sala Principal. Quedan unos minutos para que empiece el antepiano, un ensayo general de la función en el que la Orquesta no participa y el acompañamiento es solo un piano. Quedan cuatro días para el estreno del Réquiem de Mozart, tal vez una de las propuestas más importantes de toda la temporada del Palau de Les Arts.
La obra tiene, además de mucho interés artístico, un valor simbólico: es un canto a los muertos que se convierte en una oda a la vida. La vida en la muerte, la luz en la oscuridad. Una idea que nos ronda en la cabeza al comprobar que parece estamos viviendo un cambio de ciclo. Tras 19 meses de parón, de urgencias, de sobresaltos, de dolor; la vida se asoma por Les Arts. Es una resurrección: la de la ópera y la del público.
El año pasado, las dificultades logísticas impidieron que, con todo el material recibido y los engranajes puestos a punto, se cancelara. Las restricciones de entonces hacían imposible la ejecución de la obra. Pero el próximo jueves, se cierra un ciclo.
El Requiem de Mozart es, además, el debut de James Gaffigan como director frente a una obra lírica en Les Arts. Lo hace, además, como director musical. En el otro lado del organimagra se encuentra Romeo Castelucci, un nombre imprescindible de la escena europea actual. Su propuesta: 300 metros cuadrados de pared a la que se le cambia el papel todos los días, 100 litros de pinturas y 200 kilos de abono por cada función, un coche estrellado o una cama que funciona con aire comprimido.
“La producción es compleja, no tanto por el tamaño, sino por la cantidad de elementos en escena. La empezamos a prepara en julio y en total serán 25 días de ensayo hasta su estreno”, explica Iñaki Moreno, jefe de escenario en Les Arts. “Es una reproducción absolutamente fidedigna de la función que se estrenó en Aix-en-Provence. Los elementos han llegado con un libro muy completo de instrucciones”, añade.
Más de 60 personas trabajan en el equipo técnico para que no haya ningún sobresalto durante la función. En las bambalinas hay todo un sistema de vestuario y de disposición del material para que nada falle. La gente del Cor de la Generalitat calienta la voz pasillo arriba, pasillo abajo; vuelven a estar encima del escenario y a formar parte activa del montaje. Todo esto son los engranajes de una maquinaria gigante.
Sobre el escenario, una anciana mira con pasividad la televisión de pie. Cuando se aburre de cambiar de canal, se tumba en la cama, intenta dormir y fallece. Así empieza este Réquiem. El canto de los muertos de Mozart propone echar la mirada atrás para conocer la vida de esta mujer. Primero como adulta, luego como joven, también como niña, y en la última escena incluso siendo un bebé.
“Castelucci puede conectar Les Arts con la gente del teatro. Creo que muchas personas que tiene una afición por el teatro puro, venir a ver una propuesta tan lírica como Lucia di Lammermoor le pueda costar. Pero si se encuentra con esta ópera tan teatral, tal vez sea la puerta de entrada para seguir viniendo”, cuenta Jesús Iglesias Noriega, director artístico de Les Arts, sentado ya y esperando para ver el ensayo general: “La gente del teatro me importa mucho como público y Les Arts se había olvidado de traer a nombres imprescindibles de la dirección de escena”.