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SERIE DE ESPACIOS DE TRABAJO CREATIVO 

En tu ofi o en la mía: El Fabricante de Espheras

Así es el taller muy diáfano de la cooperativa de arquitectura y urbanismo. Recuperaron un antiguo taller textil, cuyas paredes estaban repletas de hollín tras un incendio

27/03/2019 - 

Lugar: El Fabricante de Espheras.
Dirección: C/Padre Huérfanos 16 bajo derecha, Barrio del Carmen, València.
Metros cuadrados: 110m2
Año de inauguración: 2015
Trabajadores: 15


VALÈNCIA. Retrocedamos cerca de cinco años en el tiempo. Un bajo del Carmen. Reguero de colegiales por la calle. Se abre la puerta, un antiguo taller de costuras, una pica en un barrio donde hilar era norma y arte. Las paredes están repletas de hollín. Una ‘L’ completamente vacía, excepto por una bomba de agua de fundición, símbolo del pasado del espacio. Uno de esos fósiles que arrastran la memoria de un lugar. Un grupo de jóvenes entra por primera vez. Les tiemblan ligeramente las piernas al imaginar el reto de habitar un sitio en apariencia agreste, al mismo tiempo se sienten en la seducción de ser guardianes de un refugio con tanto por contar. Se lo van a quedar. Va a ser su taller de arquitectura y urbanismo colectivo.

Ese grupo de jóvenes son El Fabricante de Espheras, una cooperativa valenciana de arquitectura especializada en patrimonio, regeneración urbana y vivienda. No suelen trabajar por las tardes -tienen jornada intensiva- pero a las cinco de la tarde los pillamos alrededor de una mesa decidiendo cómo debe ser el nuevo logo de la marca. La medida de edad, 30 años. Llevan a cabo proyectos como la recuperación del Palau-Castell de Betxí, de la Torre Espioca de Picassent o el Plan Especial de Protección del Centro Histórico de Vinaròs.

Alcancar el bajo del Carmen era significar su crecimiento, tras su fase inicial en un piso de Benicalap. “Sentimos la necesidad de buscar un espacio más amplio, y con visibilidad al exterior. Desde el primer momento este espacio nos enamoró, ya que era una antigua fábrica textil que había sufrido un incendio y contaba con el encanto especial de unos muros de ladrillo descarnados y de un forjado visto de viguetas de madera, que le confería ese aspecto de taller industrial. Nos pareció que era perfecto poder trabajar en un espacio que representaba a la perfección nuestros valores e intereses, por lo que decidimos recuperarlo aplicando el criterio del “non-finito” (no terminado), de la misma manera que lo utilizamos en nuestros proyectos de rehabilitación del patrimonio”.

Tendencia o no, la recuperación de antiguas plataformas a pie de calle revierte edificios que se habían echado a perder. 

Recorremos el taller como dando pasos por encima de un discurso, de una manera de afrontar los proyectos arquitectónicos. Vemos algunos elementos que sobresalen. Mira ese andamio. “Cuando terminamos las obras de adecuación del espacio, a la constructora no le interesaba llevarse el andamio que habían utilizado, así que decidimos quedárnoslo y desde entonces forma parte de nuestro mobiliario. Además de resguardar las impresoras, nos sirve como separador de espacios y, a la vez, nos proporciona espacio de almacenaje. En nuestro afán de representar el estudio como un taller de artesanos, el andamio representa a la perfección ese espíritu industrial que íbamos buscando”.

Mira esa mesa de trabajo. “La rescatamos del casal de una falla -Castielfabib- hace unos años. Ya no le daban uso y decidieron deshacerse de ella por su tamaño, así que nos preguntaron si la queríamos y no dudamos en ir a recogerla. Es perfecta para hacer todo tipo de trabajos, desde maquetas a doblar planos, tiene un estilo y un aspecto que nos encanta, y a pesar de que muchas veces se convierte en el trastero del equipo, es una pieza fundamental en nuestro mobiliario del que ya no podríamos prescindir”. O esa escalera de Lebrel. “Después de hacer una redistribución nos vimos en la necesidad de tener una escalera para acceder a estanterías y al altillo sobre el baño, y le pedimos a Lebrel que nos construyera una a medida. El resultado fue una escalera espectacular con la que nos llegamos a hacer una foto de grupo y que nos encanta por su aspecto, ligereza y utilidad”.

Foto: EVA MÁÑEZ.
Hay algunos daños colaterales de este espacio como desmontable, inacabado y especialmente joven. “La gente que pasa por nuestra puerta piensa que somos un co-working y, cada cierto tiempo, entra gente pidiendo el contacto o preguntando si hay espacio libre para trabajar, sus caras de sorpresa cuando les decimos que somos un único estudio de arquitectura son bastante cómicas”.

Para un taller como el suyo parece indispensable la posibilidad de que todos se vean las caras. “Debido a nuestra forma de trabajar en equipo los espacios muy compartimentados o separados nos dificultarían mucho la labor diaria, por ello valoramos los espacios diáfanos y flexibles que puedan adaptarse a nuestras diferentes necesidades. No podríamos estar en un espacio que no nos permitiera comer, hacer una sesión de juegos de mesa o ver el capítulo de alguna serie todos juntos, para trabajar en equipo es necesario fomentar el buen ambiente, y el espacio de trabajo lo tiene que permitir”.

¿Qué, en cambio, dificulta el trabajo? “Un tiranosaurio Rex. No suelen manejar muy bien el ordenador, ocupan mucho espacio y dan bastante la lata. Pero realmente siempre buscamos la forma a de encontrarle la utilidad a las cosas con las que nos encontramos, así que ningún elemento es completamente innecesario”.

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