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El escondrijo en la Ciutat Vella. La encarnación de un modelo de gestión de edificios que va más allá de los usos simplistas
Lugar: Estudio Correoviejo Dirección: Plaza del Correo Viejo, 3-5, València Metros cuadrados: Piso 90m2, cochera 20m2 Año de inauguración: 2010
Desayunar en una cochera. Es lunes. Oh, un lunes no festivo. La congoja del inicio de la semana queda suspendida. La cochera, antigua zona para aparcar vehículos, claro, es como una zona de confesión conectada con un aura medieval. Un escondrijo desde donde levantar las intenciones de un edificio, escondido en la maraña de la calle Caballeros y el Carmen, que suscita atención por su manera de tratar los edificios históricos del barrio. Una propuesta que va más allá del resorte típico de transformarlos en apartamentos turísticos.
En mitad del café una señora se arremanga para abrir las puertas frágiles de la cochera. “¿Es esto la EMT?”. No, está más allá. Esto es Estudio Correoviejo, básicamente una unidad de experimentación que floreció cuando, en 2010, las arquitectas Ana Beltrán y Eva Sanjuán, mirando más allá del orden de los estudios canónicos de arquitectura, agotadas de ver la decreptitud de los grandes portones del centro histórico, cerrados e inaccesibles, decidieron que había llegado el momento de romper algunas normas.
Nacía Correoviejo en la plaza homónima con la premisa de desordenar los usos habituales. Tras un acuerdo con el propietario del edificio que ríete del acuerdo de gobierno, querían plasmar en esa unidad destinos combinados como el de oficina estable e inestable, viviendas, comercial, innovación cultural… Lo hicieron. Lo hacen. El patio recibió certámenes de poesía y charlas multitudinarias sobre diseño, la cochera se convirtió en espacio para noches culturales y presentaciones de obras de teatro. Su oficina fue, es, paso de profesionales de la arquitectura y más allá (“no queríamos relacionarnos solo con arquitectos”).
Fotógrafas, paisajistas, diseñadoras y arquitectas, también, han conformado una suerte de equipo líquido. Además de Eva y Ana son Elena, Cristina, Pilar, Javi y Mariela y José, que acaban de llegar.
Al entrar por el portón, subir la escaleras, un alma de viejas caballerizas acompaña el crujido de los movimientos. Un pequeño ventanal en forma de rosetón canaliza una luz que parece traer la calma de los siglos. Al entrar, como en una vivienda, en el estudio, reciben unas butacas de un antiguo cine de Barcelona, llegadas de 1915, cedidas por el taller de restauración Angelitos Negros. Las oficinas, distribuidas como en un hogar, la cocina, los baños con su bañera, son testimonio del proceso de construcción del modelo Correoviejo.
“Tratamos de crear un nuevo concepto de espacio profesional que trabaje entre lo real y lo experimental”, reflejan sus autoras. “Investigamos la dinamización del Centro Histórico, su Ciutat Vella, la recuperación y potenciación de sus edificios, de sus plazas y sus calles, y de la vida que en ellos se respira, convencidas de su importancia y de las increíbles posibilidades que ofrecen. Ante el gran número de edificios históricos infrautilizados o semi abandonados en el centro histórico de València, proponemos un modelo de recuperación que vuelve a dotar de vida esos edificios o espacios en desuso. Un experimento urbano para rescatar edificios que de otra manera podrían desaparecer”.
Al descender las escaleras, cerrar el portón, la plaza Correoviejo parece estar alejada de cualquier tumulto, pertenecer a otro tiempo. Tal vez al futuro.
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