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El estudio de arquitectos a pie de calle en la Avenida del Oeste, donde cada tarde un niño asoma, pega un grito y se marcha
Lugar: Hōmu Arquitectos Dirección: Avenida del Oeste 39, bajo dch. 1 Valencia. Metros cuadrados: 145 Año de inauguración: Junio 2017 Trabajadores: 8 personas; 3 arquitectos fundadores (Javi, Pedro, Belén), 3 arquitectos colaboradores y 1 interiorista. “También compartimos espacio con Daniel Rueda, que además de ser un gran amigo es quien ha fotografiado muchos de nuestros proyectos, él andaba buscando un espacio para trabajar en sus proyectos y aquí se quedó”.
VALÈNCIA. La Avenida del Oeste, sepultado el Barón, es el frenesí comercial, la infraestructura central, la reversión entre un pasado que se apaga y un avance por determinar. Es una calle extraña, una avenida desigual, y precisamente es ese carácter complicado, difícil de desencriptar, el que le confiere su singularidad.
En el número 39 -el estudio de arquitectura al que hemos venido a visitar- cada tarde a eso de las 18:30 un niño corriendo se planta frente a la entrada, mira la rata lámpara de la marca Seletti, pega un grito, la señala y desaparece. Es la rotura de la rutina. Inconscientemente rompe el ritmo de la oficina y teje la continuidad del día a día. “Cuando no viene lo echamos de menos. Lo hemos bautizado cariñosamente como el niño rata”, me cuenta Belén Plá, una de las fundadoras de hōmu arquitectos.
Su ubicación a pie de calle da sentido y explica la personalidad de un estudio de arquitectura que bebe, tomada como un chute inspiracional, de la influencia japonesa y la referencia totémica de Takaharu Tezuka, cuya divisa ha girado la manera en la que plantear los procesos, tocando apenas los ordenadores y presentando los proyectos a los clientes a través de numerosas maquetas.
Javier Hernández, otro de los socios junto a Belén y Pedro Martínez, pasó cerca de un año en Japón. El propio nombre, Hōmu, significa hogar en japonés. “Nuestro estudio está vacío de seriedad y estereotipos, más bien nos dejamos llevar por la amabilidad y trato cercano, esta es la base para cumplir nuestro principal objetivo: mejorar la vida de las personas a través de la arquitectura y el diseño.
esto parece algo muy abstracto, pero estamos convencidos de que los espacios llenos de sencillez y orden cuyo estilo perdura con el paso del tiempo es la clave para centrarnos en quienes queremos ser”, describe Plá.
Este destino de trabajo, desde 2017, parece encasillado de forma precisa en un espacio del que ha tomado cada pieza hasta lograr un equilibrio imprevisto. Antes todo era mercería. Una con paredes de colores en rosa fucsia y verde pistacho. No hay ni rastro de aquellos códigos, porque hoy este espacio de colores calmados aporta la armonía de unas estancias divididas por niveles, en ellos quienes aquí trabajan suben y ascienden como si flotaran. Son las consecuencias de extraer de una superficie pequeña infinidad de posibilidades.
“Nos vino genial que el local fuera una antítesis de lo que somos, pues aprovechamos para hacer un estudio con nuestro lenguaje y a nuestra medida”, cuentan. “Nos enamoró de este lugar la luz natural y sus espacios abiertos que se relacionan muy bien entre sí”. Esa naturalidad, el trasvase con la calle, acaba siendo decisivo. Pronto nos percatamos de que estamos en la acera, siguiendo la conversación como si el estudio se prolongara a la fresca.
En nuestra prospección de las virtudes de las área creativa de la ciutat, le consultamos a Hōmu: “debe adaptarse a ti y a tus necesidades; cuando sabes que estás bien en un sitio haciendo lo que quieres, centrado en eso y sin tener que prestar mucha atención a lo demás. Si estás disfrutando al 100%, ese en un buen espacio de trabajo”. Ellos mismos desdramatizan las consecuencias de un mal lugar: “al final cualquier espacio puede ser bueno si el equipo está unido y el ambiente es positivo. De igual forma, cuando el equipo no funciona, el espacio tampoco”.
Se agrupan para la foto de equipo. Al fondo, pequeñas muestras de proyectos en los que andan inmersos y cuyas texturas materiales se saben al dedillo. La calle pasa ante nuestros ojos. “Cada uno viene con sus historias, ¡son tan distintas y están tan llenas de vida… es emocionante!”.
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