En tu ofi o en la mía: Nave Miss Panamá
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Acceso a la imprenta urbana. Bajo su techumbre industrial el ritmo frenético de tintas, el baile de las hojas. Su regreso del polígono a la ciudad
Lugar: Impresum Dirección: C/Vicente Lleó, 20 Nave Metros cuadrados: 300 m2 Año de inauguración: 2015
VALÈNCIA. Una imprenta muy pequeña, dicen de sí mismos. Aunque algunas de las páginas más sofisticadas del entorno salen de esta nave hecha oficina (o viceversa). Son Impresum, “centrada en hacer trabajos para el mundo creativo, nos gusta decir que todos pensamos en el cliente, pero hay dos partes, los que acaban manchándose las manos y los que no”.
El mueble que nos recibe al traspasar el acceso, un antiguo chibalete, transmite el encanto mismo de las manos ensuciadas de trabajo. “Nunca tuvimos tipos de plomo porque hace 25 años cuando empezamos ya estábamos en la era de los primeros macs, pero es un símbolo de la resistencia del papel impreso…”, nos comenta Dani, anfitrión, responsable de proyectos de la firma.
El papel, el aroma de las tintas sobre la superficie, contagia el aire. Sus ocho trabajadores apenas lo perciben ya, pero quienes visitamos nos sentimos embriagados. La contemporaneidad del papel deja su huella en un lugar que es como un cronograma del mismo. Donde están los cubículos de las oficinas, apenas hace unos años la imprenta de Enrique Rubio descargaba miles de kilos de papel. Y antes del antes, un almacén de calzado y la fábrica de lejía ‘Los tres ramos’ y ‘Viker’. Cuando el barrio, en las orillas de Russafa, era la periferia misma.
Una imprenta en la ciudad es un manifiesto renovado. El balance geográfico de quienes se fueron al polígono y ahora regresan. “Fue un encuentro casual, preguntamos a diversas personas conocidas, ya que este es nuestro barrio, donde hemos crecido y vivido. Cansados de ir cada día a un polígono industrial, decidimos volver a la ciudad, siempre que fuese posible mantener nuestra maquinaria de offset… Y surgió, nos pusimos en contacto con Cuadernillos Rubio porque supimos que este local estaba sin uso y rápidamente conectamos para llenarlo con nuestra actividad. Queríamos que nuestros clientes locales pudieran venir en 10 minutos estén donde estén en la ciudad...”. Toda una excusa para poder ir a comer a casa sus padres.
El espacio se divide en tres áreas tácitas: impresión, postimpresión y preimpresión. Javi, en la impresión offset, parece llevar las riendas de un navío bajo control. Ana, en postimpresión y acabados, a meses de jubilarse, monta las piezas de un desplegable.
Las imprentas también se dividen entre quienes tratan las páginas como únicas e intransferibles, y quienes no. Por eso hay una armonía en toda la extensión. Los carteles de Berklee, las nuevas tarjetas de un restaurante, un pack de bienvenida de Greenpeace, las hojas para una startup. “El orden en una imprenta -señalan- es como una utopía, pero ya todo el mundo tiene asumido que puede haber desorden, pero todo vuelve a su sitio a los pocos días”. El otro frente, la iluminación. “Siendo un espacio industrial la cosa estaba difícil, pero hemos logrado cambiar la puerta exterior y conseguido algo de luz natural, no me quiero imaginar cómo fue trabajar aquí en 1920 fabricando lejía”.
Los colores salpican, las tintas se huelen como aromas, los papeles se acarician, las hojas se despliegan.
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