Inspirada en los crímenes del pederasta belga Marc Dutroux, esta ficción belga que ha triunfado en media Europa llega ahora a España
VALENCIA.- En 1996, Bélgica fue testigo de uno de los crímenes más truculentos de su historia, una serie de muertes y violaciones a niñas que causaron una gran conmoción social. La policía del país detuvo a un ciudadano llamado Marc Dutroux por el secuestro, tortura, y abuso sexual de seis menores de edad, más el asesinato de cuatro de ellas. El ‘monstruo de la dulce Bélgica’, como fue apodado, escondía a sus víctimas en mazmorras, ocultas en viviendas de lujo, donde las violaba y torturaba. En la actualidad el mediático pedófilo cumple cadena perpetua.
Sin embargo, esta detención no fue su primera vez. Dutroux había sido acusado diez años antes por violar a cinco niñas, por lo que fue condenado a cinco años. Gracias a su buen comportamiento, logró salir de la cárcel a los tres, con un tratamiento psiquiátrico a base de sedantes que éste reutilizó a su vez para drogar a sus siguientes víctimas. Su detención y el juicio posterior, que no se celebró hasta el 2004, escandalizó a la sociedad belga, al dejar en evidencia las imperfecciones del sistema judicial y la dificultad de la reinserción de delincuentes con su perfil. La propia madre de Dutroux había escrito a principios de los noventa al director penitenciario para advertir del estado mental de su hijo, sin que nadie le hiciera el menor caso, y durante el juicio se demostraron diversos errores alrededor de la investigación. Por primera vez Bélgica no se sentía segura con sus métodos.
Cuando la Radio Televisión Belga Francófona (RTBF) estrenó el pasado mes de abril la historia de la liberación de prisión, después de 20 años, de un asesino de niños que se refugiaba con unos monjes de las Ardenas bajo la supervisión policial, coincidiendo con la desaparición de una niña en esa zona, automáticamente la psicosis colectiva del país se puso en movimiento y lo conectó con el caso Dutroux. ¿Qué haría usted si viniera a vivir al lado de su casa el enemigo público número? ¿Es posible la reinserción de casos como el de Dutroux?
Enemigo Público, cuyo título original en francés es Ennemi Public, fue reconocida el pasado mes de abril como Mejor Drama de 2016 en el MIPTV de Cannes, el más importante mercado europeo de televisión. Su emisión en Bélgica ha supuesto un éxito indiscutible de audiencia y, gracias al premio y a las buenas críticas, ha sido vendida a multitud de países. En Españó se estrena el 11 de septiembre en Movistar+.
La serie comienza con la llegada del temido criminal Guy Béranger a un tranquilo pueblo de la región de Valonia en Bélgica, tras haber cumplido su condena. Béranger pasa a vivir bajo la custodia de unos monjes, supervisado por una joven policía de Bruselas llamada Chloe, la protagonista de la serie. La población de la zona, horrorizada con su nuevo vecino, exige su expulsión. La situación se agrava cuando, un mes después, una niña es encontrada muerta en una pequeña capilla, con una puesta en escena que calca los procedimientos que utilizaba Béranger. O ha sido él o han surgido admiradores del famoso asesino. El pueblo, indignado, apunta contra él. A partir de ahí la policía empieza a investigar.
Las visiones de la historia se expanden. Se nos da a conocer el punto de vista de diversos personajes de la población local: el de los familiares de la víctima, los miembros de la abadía, el propio Beránger, el equipo policial protagonizado por Chloe, etc... Como en todo buen noir, se irán deshojando poco a poco las capas que cubren la aparente tranquilidad de esta pequeña comunidad rural en la que casi todos tienen cosas que ocultar, bajo el incómodo tema subyacente de la convivencia con un criminal como Béranger.
El género noir está de moda. Europa ha encontrado su filón. Series exportables que logran adentrarse en mercados tan competitivos como el norteamericano, y que se venden al resto de países del continente como churros. El pistoletazo de salida lo dio Forbrydelsen, la serie danesa que fue adaptada después en Estados Unidos con el título de The Killing. Más tarde llegaron otros títulos de los países nórdicos como la suecodanesa Bron, la islandesa Trapped o la noruega Mammon.
Gran Bretaña, que históricamente siempre ha dado espacio a este género, estos últimos años vendía a todo el mundo con excelente críticas obras como Broadchurch o la versión de Kenneth Brannagh de Wallander. El noir continuaba su viaje esta vez hasta Francia, uno de los últimos países en subirse al carro. La televisión pública francesa probó el año pasado el género, con acierto de nuevo de audiencias. El título: Les Témoins, la miniserie que acaba de estrenarse en el canal español Cuatro. Era el turno de Bélgica, y una vez más el género se ha demostrado infalible en cuanto a aceptación.
El noir cada vez llega más al sur aunque, desde la emisión en el 2007 de Desaparecida en TVE, se ha quedado estancado en los Pirineos. España es de los pocos países de Europa que desde aquella producción no ha vuelto a repetir. Probablemente el buen clima, el sol y el mediterráneo, sean una barrera para retratar escenarios desasosegantes con comunidades pequeñas repletas de ciudadanos mentirosos donde cualquiera podría ser el asesino (si pensamos en la Comunitat Valenciana, por ejemplo).
Si repasamos toda la península cabe recordar, sin embargo, que el norte se asemeja en algunas estaciones del año a los paisajes nórdicos. Euskadi, Cantabria, Asturias y Galicia, en especial ésta última, en temporada de frío, niebla y lluvias, sembrada de localidades pequeñas y aisladas, llevan nuestra imaginación hacia el noir.
Si disfrutan con la evasión de novelas de género, hay un autor de novelas policiacas para recomendarles. Su nombre: Domingo Villar. Sus novelas, La playa de los ahogados y Ojos de Agua, protagonizadas por el investigador Leo Caldas. Historias que cuadrarían muy bien como miniseries, para que algún día le dijésemos a Europa que aquí también se puede hacer noir.
¿Y si nos atreviéramos a hacerlo en la tierra del socarrat? Cambiamos el frío y el mal tiempo por un sol abrasador y tan bien. Por qué no.
(Este artículo se publicó originalmente en el número de septiembre de la revista Plaza)