VALÈNCIA. Entre nosotras es la historia de un amor secreto. Un amor que trascurre de puertas adentro, y que, por lo tanto, tiene algo de doméstico y privado, ya que nos adentramos en las rutinas, en la cotidianeidad de la pareja formada por Madeleine (Martine Chevallier) y Nina (Barbara Sukova), en apariencia vecinas (ocupan apartamentos a uno y otro lado del pasillo), pero en realidad amantes desde hace más de veinte años. Nadie lo sabe, ni siquiera los hijos de Madeleine, Anne (Léa Drucker) y Frédéric (Jérôme Varanfrain), que piensan que su madre estuvo enamorada de su padre hasta el día de su muerte.
Es también un amor lastrado por el miedo, que ha sobrevivido a lo largo del tiempo de forma silenciosa para evitar los juicios morales por parte del entorno. Pero ambas quieren escapar, ser libres y empezar una nueva vida en Roma, donde se conocieron, por eso bailan abrazadas mientras escuchan Chariot (Sul Mio Carro). Pero Madeleine no se atreve a dar el paso, y esa cobardía a la hora de afrontar la realidad, supondrá un problema cuando ella pierda la capacidad de decidir.
Entre nosotras es la ópera prima del italiano afincado en Francia Filippo Meneghetti y ha sido elegida para representar al país galo en los próximos Oscar (por el momento, ha entrado en la shortlist) y está nominada a los Globos de Oro.
Se trata de una película pequeña y muy delicada sobre el amor maduro entre dos mujeres que, entre otras muchas cosas, pone de manifiesto de qué manera continúan presentes muchos tabúes en la sociedad a la hora de juzgar y estigmatizar la orientación sexual, en este caso en la tercera edad. Pero el director no quería caer en tremendismos, por eso la película se aleja del drama convencional y se convierte casi en thriller en el que lo importante no es descubrir al asesino, sino demostrar la fuerza de los sentimientos verdaderos.
Como ocurría en Amor, de Michael Haneke, una enfermedad inesperada pondrá a prueba a la pareja. Madeleine sufrirá un derrame cerebral, perderá el habla y Nina quedará excluida de su vida porque nadie sabe nada acerca de su relación. Ahí comenzará su particular batalla para recuperar el espacio en la vida de Madeleine que le ha sido negado. Espiará por la rendija de la puerta para mantenerse al tanto de los movimientos de la nueva cuidadora, entrará a la casa a hurtadillas para poder estar con ella por la noche y logrará que Madeleine vaya haciendo pequeños progresos en sus limitaciones físicas a través de su infinito afecto.
Meneghetti se muestra de lo más refinado a la hora de trenzar una historia profundamente sensitiva, sabe cómo ir manejando los escasos elementos con los que cuenta para crear una atmósfera muy especial en la que prácticamente no se necesitan los diálogos cuando Madeleine y Nina están juntas, todo se lo dicen a través de la mirada.
Por supuesto, el trabajo interpretativo de Martine Chevalier (gran dama del teatro galo y miembro de la Comédie-Française) y la mítica Barbara Sukowa (que ha encarnado a Hannah Arendt y Rosa Luxemburg y que en sus inicios trabajó con Fassbinder), resulta fundamental. Sobre ellas recae una película en la que su ternura y naturalidad a la hora de vivir su amor. Sus caricias, su manera de tratarse, de cuidarse, de respetarse, de quererse, se convierte en el centro de todo y la manera de capturar esa intimidad por parte del director resulta muy hermosa y sincera, sin el más mínimo de artificio.
Entre nosotras es una película en apariencia serena, pero en ella hay concentrada mucha convulsión, mucha impotencia. ¿Cuánto tiempo se puede mantener una mentira sin hacer sufrir a aquellos que te rodean?
Los sentimientos también necesitan legitimarse. Para Nina es importante reivindicar ese amor en el seno de un entorno familiar profundamente hostil. El punto de vista se centrará prácticamente en ella, en su agotador enfrentamiento a una moral hegemónica retrógrada y en su lucha a la hora de recuperar su lugar propio en la vida de su gran amor.
Se trata de una película siempre vital, sensible, que no cae jamás en el sentimentalismo y que sabe con abordar muchos temas de manera sutil gracias a un férreo guion firmado por el propio director y Malysone Bovorasmy. Desde el punto de vista formal Meneguetti es tan preciso como discretamente elegante, maneja a la perfección los espacios para dar esa sensación de entorno cotidiano en el que solo ellas dos se sienten seguras y a salvo. Un refugio donde poder ser ellas mismas para siempre.