Del beber (y comer) en Estambul

Entre pasiones y canciones, pirata

Hoy nos vamos de tratos, trucos, almendrucos y algún trabuco (cochina). Los de beber con pasión entre canción y canción

| 31/01/2020 | 5 min, 34 seg

Porque la magia está en el aire y en ese mar mirado desde la popa con “Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul”, pirata.

Y es que la vida es mejor entre estambuleños marismeños, tonadas bien melódicas y alguna delicia turca. Tendiendo puentes con pececillos de río saltarín y tempranero, y montones de gatitos de achuchón sin compasión. Revoloteando por mezquitas soñadas y calles deslavazadas. Hasta dejarnos las patitas en ellas, y con gusto, porque no podemos irnos sin ceder un pedacito de nosotros a la ciudad.

Así, con emoción cogemos vuelo directo a urbe de enormes recovecos que, aunque ya es la oscuridad, se resiste a irse a dormir. Y como somos de buen (o mal) vivir nos vamos directos a The Tower Pub a por una Efes Malt. Cerve de trago galamatoso que nos sube a torres refrescas, sin maldad a pesar de ser proscritas. Momento de relajada compañía, con pocas complicaciones y los primeros de muchos pistachos.

Previa ideal antes de esa cena que nos espera en Neolokal. Lugar de fascinante cocina y bodega bonita con cositas en las que recrearnos “viento en popa a toda vela”. Y nos quedamos con el Kara Sevda Papaskarasi 2017 (Chamlija), vino de uva papaskarasi venido de Tracia, masticable, aromático y hermoso de tan frutoso. Grosellas de “bravura sin confín” que nos bebemos al lado de un picadillo de corazón de cordero. Maravilla antes de una retirada a tiempo de fuera miedos, que estás a nuestro lado, soldado.

Un café que deja poso

Amanece el Bósforo y nosotros a su vera, que salimos a nevera de guapura sin igual. Y conquistamos un palmo de terreno al entrar en bar de señores humeantes para desayunar un café turco con sus posos, de amargor impecable y robustez nada agresiva. Contrapunto con unos baklavas caseros de los de ir directos al cielo.  

Continuamos sin descanso, que somos el que “llaman por su bravura el Temido” y, tras un mercadeo del bueno, no tememos tomarnos otra cerveza, la Bomonti Filtresiz. Lúpulos lupulosos que nos ponen primorosos y fantaseamos con que no nos abandone la suerte, que queremos un calamar a la parrilla.

Cae la tarde mientras “la luna en la mar riela”, y nosotros, tan guerreros, queremos un Negroni, como debe ser y con unas hojas de parra rellenas de arroz. Nos lo conceden en Kozmonot con combinación infalible de amargores para abrir el apetito.

Que espera el Altibuçuk Adana Ocabasi donde un capitán travieso nos cuida con cuidado y un Yeni Raki con agua, hielo y un buen trozo de queso, no se nos vaya a ir el asunto de las manos. Pero no, porque es bebida anisada, con su potencia bien compensada y la felicidad de un brindis entre risas.

Llega el tiempo de descanso con penúltima parada para un Dream Quest en Finn Karaköy. Cóctel de ron y lichi, frescales, comedido y bien servido con unas anchoas de las de pescar al alba, las del Asmali Cavit. Riquísimas.

Los tragos de esquivar tormentas

Se levanta un nuevo día de riesgos loquilocos, pero no hay dolor, “que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza, tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor”. Y reponemos fuerzas de lucha contra tempestades con una agradable Tuborg Gold a saber dónde, pero con un buen plato de bulgur con verduritas.

Continuamos contracorriente y con el susto en el cuerpo, pero “del trueno al son violento, y del viento al rebramar, yo me vuelvo sosegado” al entrar en el Sensus Wine bar. Y pedimos una copita de Yanik Ülke Nerello Mascalese 2018 (Yanik Ülke). Tinto de nerello mascalese y öküzgözü de cuerpo medido, volumen preciso y con un kebab adana especiado nos deja enamorados.

Seguimos buscando refugios y un jazz meloso nos lleva hasta el old fashioned de Ağaç Ev Beşiktaş. Seriote, con potencia y calidez nos invita a la calma, la reflexión y un mezze de berenjena ahumada. Y adelante.  

Que nos espera Alancha con la mejor acogida, sus sabrosos sabores y un Sarafin Fumé Blanc 2017 (Sarafin). Tímida liviandad que se va abriendo en olorosos ramilletes floridos. Sencillez con su personalidad propia. Más que suficiente para darnos paz, una sonrisa y un bocadillo de caballa. O dos.  

Con diez cañones con banda y un vasito de Ayran

Vamos con una nueva jornada “con diez cañones por banda” y un Ayran en Tarihi Karadeniz Döner. Ese yogur de beber y beber con su tersa textura, ácidos suaves y limpios, y estupendo con el döner de cordero que nos zampamos. Excelente para afrontar los refrotes en los baños, visitar palacios palaciegos y bailar bajo la lluvia olvidando recelos. Con viajecitos en ese barco que es tesoro, paseos de brillibrilli por si hay boda a la vista, castañeros muy cañeros y disloque luminoso y bullicioso, que hay tiempo para todo.

Al ponerse el sol encontramos remanso de paz en las alturas con vistas de Mikla donde “sólo quiero por riqueza la belleza sin rival”, y nos tomamos un Dry Martini absolutamente perfecto. Por servicio impecable, el gusto que debe ser y unas aceitunitas chiquitinas de comer a mogollón.  

El final vinoso del viaje está en Nicole y el Kocabağ Kalecik Karasi 2016 (Kocabağ). Fruta negra, con especias gorditas que se demuestra sedoso, directo y elegante. Y aunque quizás no es el sitio o el momento lo pedimos con aquel dürüm de pollo picoso y hombrecillo gracioso, que llevamos en los recuerdos para siempre.

La siguiente mañana se levanta en despedida. Tristona, claro, pero de lujo, también. Porque nos plantamos en la calle de los desayunos y nos tomamos un té turco, emblema irreprochable que encandila a cualquier hora, y que nos pirra con el menemen con queso amarillo de Çakmak Kahvalti Salonu.

Es hora de vuelta a casa, única patria y sin mar, donde recordamos. Y reviviendo amasamos unos simit, cocinamos un cuscús de queso orgu y abrimos una botella de Bogazkere Mahzen 2014 (Vinkara Winery). Variedad bogazkere de refinada fuerza y apasionada energía. Hojitos que se cierran y estamos allí, contigo, la tierra y su caricia. El arrojo sosegado de no dejarse vencer. El mecer… “y si caigo, ¿qué es la vida?”.

Citas: Canción del Pirata. José de Espronceda.

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