VALENCIA. Los ocho años en los que Fran Llorente (Madrid, 1966) estuvo al frente de los servicios informativos de Televisión Española, su participación en la creación de formatos derivados como los telediarios, 59 segundos o Tengo una pregunta para usted le hicieron acumular más de 200 premios. Es un reconocimiento cuantitativo, insuficiente para saciar las inquietudes que llevaron a este becario de 'la casa' a convertirse en referente de su brazo informativo y a actuar a día de hoy como miembro del área de I+D.
Durante los últimos años, una vez cesado por el Gobierno de Mariano Rajoy como director de informativos -tras el cambio legal ad hoc de 2012 para desproteger a RTVE de su independencia-, Llorente no ha abandonado sus posiciones. Ha recibido numerosas ofertas para dar el salto al duopolio privado de ese negocio en España, también para trabajar en otras empresas independientes, quizá con más comodidades, pero sigue en el barco.
Este miércoles a las 20 horas visita junto a Alicia Gómez Montano (ex directora de Informe Semanal) el Espai Rambleta. Lo hacen dentro de la propuesta Sabios en Rambleta, foro a partir del que abordarán el debate constante acerca del rumbo que deben tomar las televisiones públicas. Con esa misma referencia, pero con la reapertura de la única radiotelevisión pública española que ha cesado su actividad, la valenciana, Llorente atiende a Valencia Plaza:
-29 de noviembre de 2013, 12:19 horas. Esa fecha y esa hora marcada en el imaginario colectivo de los valencianos, la del cese del servicio público de radio y televisión autonómicas, ¿cómo se vivió desde Radiotelevisión Española?
-Lo vivimos muy de cerca y lo sentimos como una herida. Fue un aviso claro: si las radiotelevisiones públicas no se gestionan como debe, pueden cerrar. Era lo que parecía que nunca podía pasar, y pasó. En el siglo XXI no tiene sentido si una radiotelevisión pública no está gestionada para los ciudadanos, con una independencia total de los gobiernos y en la que los parámetros de servicio público estén claros.
-¿Les afectó en su actividad?
-Fue como un schock, por así decirlo. En aquel momento sirvió para que se acentuaran las convicciones para ser nosotros los primeros en defender el servicio para que los ciudadanos lo sientan suyo. Al final, todo se basa en la complicidad de los ciudadanos con el servicio y son ellos los que han de sentir que es algo útil para su día a día, para su vida. Entonces reclamarán esa independencia a los políticos.
-Quizá los medios públicos no han sabido contar ese beneficio. O no han querido.
-Soy de los que cree que los procesos le interesan a los que trabajan en ellos. Lo que interesa no es cómo se hace un avión, sino que el avión vuele. El ciudadano se puede preguntar, ¿para qué necesito yo una radiotelevisión? ¿Qué la justifica? La razón es la información independiente y plural, más allá de cualquier línea editorial. Que aporte, que enriquezca a las personas en su vidas. Y, sobre todo, que genere ciudadanos más críticos, que se hagan preguntas. Echo en falta especialmente eso en la sociedad, gente que se haga preguntas. La gente consume información y, tal cual la recibe, la da por sentada, la primera versión. Necesitamos generar desde una televisión pública que vaya más allá, que profundice.
"Empezaré a creer en LA regeneración democrática cuando dejen de reclamar el control de la radiotelevisión pública en las negociaciones de Gobierno"
-Sin embargo, hay agentes políticos que, a tenor de las decisiones tomadas, parecen ver garantizado ese derecho sin necesidad de un servicio público.
-Ese es el discurso, pero cualquier medio privado tiene unos dueños últimos que son sus accionistas. Los accionistas entienden, únicamente, de rentabilidad económica y eso es algo que por experiencia sabemos que pesa mucho para la toma de decisiones. El argumento ha de ser la rentabilidad social, la misma por la que un país no construye trenes para que vayan llenos, sino para conectar el mayor número de lugares posibles No sólo satisfacer a las mayorías, sino a las múltiples minorías.
-¿En la actualidad existe un escenario de conflicto entre ciudadanos y representantes públicos más complejo?
-Ahora la información está más tutelada que nunca por parte de los gobiernos. Pero precisamente también es por eso un momento ilusionante, vinculado a la regeneración democrática. Desde mi punto de vista siempre he dicho que la Transición fue un paso indiscutible para situar a España en el mapa europeo de la consolidación de derechos. Sin embargo, ahora los políticos cuando hablan de regeneración democrática, deben abordar la independencia de los medios públicos.
-¿Lo hacen?
-Empezaré a creer más en esa regeneración democrática de la que hablan cuando dejen de reclamar el control de la radiotelevisión pública en las negociaciones de Gobierno. Les cuesta entender que lo único relevante es el derecho del ciudadano a recibir una información veraz.
-Precisamente, su etapa al frente del servicio de informativos de Televisión Española es recordada por la independencia y los galardones internacionales que recibió. ¿Qué sucedió en el ecosistema entre RTVE y Gobierno para que se lograra ese 'Estado de excepción' entre las partes?
-Coincidieron varias circunstancias. Hubo un cambio legal importante, y es que por primera vez en 50 años la Ley establecía que el máximo responsable no lo elegía el Gobierno sino un consenso entre los partidos del Congreso. Ya no era la televisión del Gobierno, sino la televisión del Congreso, a diferencia de lo que había sucedido durante 50 años, cuando la nominación era equiparable a la de un ministro. Eso cambia todo el funcionamiento de la empresa, pero además cabe añadir que sucedió en un momento en el que cogían las riendas un equipo de personas que precisamente había estado muchos años luchando por ello. Un equipo de gente que había vivido una televisión, se había enfrentado tanto a PP como a PSOE y lograba acercarse a lo que merecían los ciudadanos.
-Pero el 29 de junio de 2012 es cesado como director de los servicios informativos [sustituido por Julio Somoano] y pasa a formar parte del área de I+D de la casa. Desde esa posición de privilegio sobre los avances para el medio, ¿cómo calificaría la etapa de reformulación audiovisual que vivimos?
-Es una revolución indiscutible. Tan grande que no podemos ser conscientes de todo lo que está sucediendo. Desde la llegada de internet, de los smatphones y con la movilidad tecnológica, todo está cambiando, pero sobre todo la vida. Ha cambiado el amor, la medicina, la educación y hasta el consumo de música. La comunicación, nuestra profesión, sufre uno de los cambios más apasionantes. Las posibilidades para transmitir mensajes de forma inmediata son evidentes y cada uno de nosotros nos podemos erigir en constructores de noticias.
-Y ante ese escenario, ¿cuál es el papel del periodista?
-Hemos de ser capaces de potabilizar todo ese torrente de información, de aportar criterio. Orientar, guiar y destacar ante la saturación de imágenes y noticias. Pero a todo ello nos enfrentamos desde un escenario industrial desastroso. La crisis ha destrozado a los grandes medios tradicionales. Las redacciones están infradotadas, infraremuneradas y los periodistas veteranos se han marchado de los medios antes de tener la posibilidad de aportar una gran dosis de audacia y de independencia informativa. Frente a ello, por otro lado, han aparecido medios digitales que han aportado una gran dosis de audacia y de independencia informativa. De hecho, han ayudado a regenerar el panorama del periodismo frente a los grandes medios nacionales. Gran parte de las exclusivas periodísticas de los últimos años han surgido gracias a estos.
"En el periodismo actual estamos contando casi siempre lo que quieren que se cuente y casi nunca lo que no quieren que sea contado"
-Volviendo al sentido más tecnológico de la pregunta, ¿cuál es el momento actual de los medios audiovisuales y su futuro inmediato en este ámbito?
-La principal revolución es el presente de la multipantalla y cómo la televisión se debe organizar para producir pensando en esas distintas soluciones. Vinculado a ello está la oferta personalizada, el consumo personalizado, el consumo móvil. El mismo proceso de cambio que han vivido las redacciones de prensa tradicional, ahora reconvertidas en grandes redacciones digitales o integradas, es el proceso que ha de llegar a las televisiones. Competimos con las redes y para ello hay que tener en cuenta cómo se genera el producto audiovisual y dónde se consume. No obstante, más allá de lo que supone esto en un sentido de organización de la empresa o de producción pura, quizá lo que más me interesa es la relación de los medios digitales para con las fuentes, como periodistas. También con los ciudadanos. Antes el periodista estaba en un púlpito, pero el sistema de comunicación se parece más a la forma en la que planteamos siempre las noticias en La2N; de tu a tu. Ya no somos los medios los que decimos de lo que hay que hablar, sino que pasamos a ser parte de una comunidad de diálogo, de una gran conversación. Ya no vivimos en un mundo comunicativo unidireccional.
-Es algo impensable en otros países europeos, especialmente en Reino Unido o los países escandinavos, ¿pero por qué en España los informativos de televisiones públicas y privadas no abren con noticias propias y exclusivas? ¿Es solamente una cuestión de recursos?
-Es 'la cuestión'. Hay presiones políticas... El poder siempre intenta que la información sea lo más parecida a lo que desea comunicar. El problema son las corrientes, las rutinas y las agendas. En este país se hace un periodismo de agenda y, entendido así, 'tenemos un grave problema de agenda. La agenda del poder, político o económico. A eso se le suma la falta de peso y de músculo de las redacciones de la que ya hemos hablado y la falta de riesgo en televisión: si cuentas lo mismo que el resto y todos lo hacen sabes que no te equivocas. Hay algo muy preocupante en todo ello: si miras las cifras de las asociaciones de periodistas profesionales te das cuenta de que hay un fenómeno... ¿cómo decirlo?, híperllamativo: se ha triplicado el número de periodistas que trabajan a un lado y a otro de la información. Crecen imparablemente las dotaciones de periodistas en organizaciones y empresas pero caen en las redacciones. "Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques", dijo George Orwell. En el periodismo actual estamos contando casi siempre lo que quieren que se cuente y casi nunca lo que no quieren que sea contado.
-¿Cómo funcionaba cuando estaba al frente de los servicios informativos?
-Es de lo que más orgulloso me he sentido siempre. El equipo de investigación conseguía informaciones privilegiadas y exclusivas, por ejemplo, sobre la lucha antiterrorista, algo que sólo nos provocó enfrentamientos con los cuerpos de seguridad y con el Ministerio. Siempre he creído que las redacciones tienen que separar a los periodistas de investigación del día a día. Es lo que da el sello de calidad. Es el futuro y hacia donde están avanzando los grandes medios. Washington Post, The New York Times... todos están invirtiendo en la excelencia.
-En los medios a la vanguardia, a partir de la inversión en investigación, sucede en la actualidad algo a lo que ha hecho referencia antes: la creación de contenidos personalizados. ¿Le preocupa la generación de guetos informativos? ¿No le parece incluso más democrática la idea de 'hacerle pasar' a los espectadores por espacios de información generalistas?
-Es todo un reto: cómo generar espacios suficientemente generalistas para que sean atractivos. Siempre se discutía en torno a ello en la búsqueda de telediarios que aglutinaran a muchas audiencias. Lo peleábamos con los bloques de cultura. ¿De qué sirve que se hable de la agenda de ópera o de danza si eso se hace sólo en el programa minoritario y especializado de turno? Es fundamental que en territorios generalistas se incorporen valores distintos.
"Se ha triplicado el número de periodistas que trabajan a un lado y a otro de la información. Crecen imparablemente las dotaciones de periodistas en empresas pero caen en las redacciones"
-¿Si le dieran la oportunidad de crear una radiotelevisión pública de cero, con qué se quedaría y qué desecharía?
-Desde luego, sería una estructura distinta. Se han producido cambios en la sociedad y en los medios, así que una radiotelevisión pública que nace hoy no puede tener la estructura de hace 25 años. Pensando en la televisión en exclusiva, habría que primar la flexibilidad en la fabricación de contenidos sobre todo, en una fórmula de empresa abierta a la sociedad y capaz de captar talento. Los contenidos, por supuesto, se han de idear y producir pensando en la multiplicidad de pantallas, en los consumos de canales generalistas no únicamente lineales. En definitiva, no tendría sentido coger algo construido en un entorno social de hace décadas para implantarlo en el mundo actual.
-La reapertura de Radiotelevisión Valenciana lleva implícita, según lo que los expertos y profesionales están indicando, la recuperación de una parte considerable de esa estructura. También laboral.
-Ese reto es difícilísimo... conjugar los problemas jurídicos con las necesidades de los ciudadanos para el servicio. De la solución se podrá definir cuál es el futuro de la empresa. Tal y como yo lo veo, tenemos que ser los propios trabajadores de las radiotelevisiones públicas los que sepamos que las estructuras han de atender responder a las inquietudes de 2020 y no de los 80.
-¿No le han tentado nunca desde el duopolio de la televisión en España?
-Sí, claro. En estos últimos años he dicho que no a muchas ofertas. De los dos grandes grupos y de otros.
-¿Y cuáles han sido las razones para esa negativa?
-[Ríe] Ni yo mismo lo sé. Es una especie de compromiso con una empresa a la que quiero tanto y en la que he trabajado desde becario. He sido ocho años responsable de los servicios informativos, que se dice pronto, pero que pocos pueden decir lo mismo... y es un potro, vaya que si es un potro; es durísimo. Es esa vinculación y también las ganas de explorar e investigar en las que ando metido. RTVE te permite explorar nuevos territorios narrativos del audiovisual, como he trabajado por ejemplo con Ricardo Villa. He aprendido a hacer televisión social, multipantalla. Ahora estoy haciendo un reportaje con maping, hemos trabajado en un episodio de ficción virtual e interactivo, con realidad aumentada, he codirigido un program de entretenimiento abiertamente enfocado a internet (Torres y Reyes), las galas alternativas con distintas cámaras de los Goya... Además, era un momento de apostar por los informativos, por estar cerca de la gente que está en ello y alentar una redacción con independencia informativa. Mira ahora, precisamente, que tenemos el caso de Óscar González al que le han abierto un expediente que no tiene ningún sentido... confío en que la dirección se lo retire.
-La última cuestión es para ese espacio al que alguna vez se ha referido como 'su hijo', La 2 Noticias. ¿Cree que lo han castigado especialmente tras su cese como responsable de servicios informativos?
-Bueno, creo que ha tenido un problema de horario evidente. Un informativo, sin horario fijo, está condenado a desaparecer. Confiar en que la gente vaya a a quedarse a cualquier hora después de una película o dos, no tiene sentido. Claro que le ha perjudicado convertirse en un late night, en un programa que no se sabe cuándo empieza... es es lo peor. El horario de las 22 horas que tuvimos durante años es maravilloso. Ocupaba una franja perfecta.