BRUSELAS. Con su eterna sonrisa bajo el cielo gris de Bruselas, la eurodiputada socialista Inmaculada Rodríguez Piñero analiza un año cargado de sorpresas en su segunda legislatura en la capital belga. Una pandemia global, declarada por la Organización Mundial de la Salud a primeros de año, paralizó a medias la activa parlamentaria, que pronto se reactivó online. El teletrabajo, las nuevas relaciones personales, las relaciones con China… es lo que la covid-19 ha traído para quedarse para siempre.
-Desde la comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo, ¿preocupa que a una semana del cumplirse el plazo para el Brexit no haya un acuerdo comercial con el Reino Unido que dulcifique su salida de la Unión Europea y del mercado común? ¿Preocupa que se materialice un Brexit duro?
-Se establecieron unas recomendaciones para que los suministros básicos estén cubiertos y las tiendas abastecidas, para prevenir incidencias. En todo caso, creo que va a haber un acuerdo, porque el coste es muy elevado para la Unión Europea (UE) y los ciudadanos exigen que se resuelvan sus problemas. Es verdad que las redes atizan las posiciones encontradas y muchas veces creemos que la realidad que impera es la de las redes. Pero la realidad es más rica de lo que transmite ese ruido online. Mi opinión es en base a un análisis racional, de ir ligando movimientos y declaraciones. Que se haya alcanzado un acuerdo respecto a la frontera irlandesa es un dato fundamental y clave para el escollo británico. No se justifica que el Reino Unido se vaya de un portazo y sin acuerdo entre las dos partes. Por eso creo que volveremos a Bruselas a celebrar un pleno extraordinario el 29 de diciembre, para ratificar el esperado acuerdo.
-El Premier británico, Boris Johnson, aún no ha dado señales de aproximación. Ni siquiera abandonó su personalidad histriónica cuando aceptó la invitación a cenar en Bruselas con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. De hecho, la cena sirvió solo para constatar que las diferencias en pesca, jurisdicción y competencia persistían. Sólo se dieron un ultimátum que ni siquiera se ha cumplido…
-La postura de Boris Johnson no la esperaba de un líder político, pero en ninguno de los momentos del proceso, ni cuando era miembro del Parlamento británico y alcalde de Londres. Te daba una imagen de poca seriedad y hemos visto muchas actitudes que no reflejan el modelo de un líder con responsabilidad pública en un país que se considera potencia mundial. Ha habido mucho teatro en el Brexit. Y, cuando se habla de cosas tan serias, y que afectan a la vida y al futuro de millones de personas, los aspavientos sobran.
-No ha sido el único líder político que ha gobernado su país y el mundo con aspavientos… Nos acabamos de despedir del presidente norteamericano Donald Trump…, bueno, en unos días. ¿Corremos el riesgo en Europa de una involución populista resultado de las crisis post-pandemia?
-Con el resultado de las últimas elecciones en Estados Unidos, estamos viendo una evolución esperanzadora. Que se vaya Trump ha hecho aflorar la gran alegría que sentíamos la inmensa parte de la población con su derrota. Nos quedan, desgraciadamente, líderes muy populistas cortados por el mismo patrón. Ahí tenemos a Bolsonaro en Brasil. Pero Europea es diferente, ya no tenemos a Salvini en Italia. Y en Alemania, la ultraderecha ha perdido mucha fuerza y proyección. Va a depender mucho de los candidatos que preparen los partidos alternativos a los populistas, y de su capacidad para empatizar con los ciudadanos y buscar soluciones. Angela Merkel es un gran ejemplo, una mujer que busca soluciones, se encuentra en su tercera legislatura y con un gran apoyo social.
-Angela Merkel está en retirada y la salida de la crisis del coronavirus requiere soluciones distintas a las que llevó a la Unión Europea a sacrificar el sur con medidas austericidas en la anterior crisis financiera. ¿Cree que el nuevo plan de recuperación va a permitir recuperar la fe en la Unión Europea?
-Esa es la gran diferencia de respuesta de la Unión Europea. Recuerdo que mis compañeros europeos siempre reivindicamos una respuesta diferente a la salida de la crisis de 2008. No puedes generar una crisis de demanda de consumo y un empobrecimiento de la población como el que vivimos. Además, del drama que supuso la expulsión del mercado de trabajo y de sus viviendas de una parte importante de la población. La cara más dramática de la crisis financiera fueron los desahucios.
-¿Y la de la crisis de la covid-19?
-La cara más dramática de la crisis de la pandemia han sido las residencias de ancianos. Pero la respuesta ahora de la Unión Europea ha sido en el minuto y medio, ha tardado tres semanas, que no debía, pero ha sido la adecuada. Se ha llegado a la unión de todos para tener muy claro que de esta situación se sale todos juntos. Nos parecía mentira que, cuando padecimos la crisis financiera, tuviéramos un endeudamiento de la UE para salir todos. Pero en ésta hemos salido de un plazo increíblemente rápido.
-Aún se arrastra el parón económico del atroz confinamiento de marzo en España y que, ahora, lo están sufriendo también en el resto de países del norte de Europa…
-Las condiciones de cierre en España el 14 de marzo fueron las más duras, pero ya tenemos unos presupuestos nacionales que contemplan un marco financiero con ampliación de recursos propios para financiar la capacidad de endeudarse de la Unión y repartir dinero en forma de subvenciones. Ésta es la gran respuesta que nos permite darle futuro, porque, si no, la ciudadanía le habría dado la espalda a la Unión.
-¿Cree que la solución de salir todos juntos y a la vez con el fondo de recuperación post-covid, los 750.000 millones cie euros, va a llegar a ciudadanos y a pequeñas empresas?
-Ya está llegando con los fondos de emergencia. Se ha repartido mucho dinero, por ejemplo con los ERTES para las empresas que tuvieron que cerrar provisional o parcialmente. Los fondos europeos están llegando y gracias a ello no hay una explosión social en España. Están llegando las ayudas a los autónomos y las ayudas a empresas. El esfuerzo es ímprobo. Siempre hay que exigir más agilidad y más eficiencia. Pero decir que no está llegando a la gente, no es justo. Es verdad que los ERTES tardaron dos meses y, a quien vive de su salario y su trabajo, un mes es desesperante. Pero tampoco se ha vivido nunca una situación como ésta.
-Otros países de la Unión no han acusado la crisis post-covid del verano como en España, con una bajada del crecimiento del 12%…
-En Francia y Alemania no han tenido los ERTES que ha tenido España, que tiene que hacer muchas reformas estructurales en su economía, resultado de la crisis financiera por ña dependencia entonces de la construcción y ahora por la dependencia del turismo y del sector servicios. La necesidad de atender todas las prioridades en materias salariales ha puesto toda la carne en el asador. España tiene un paro estructural altísimo y una capacidad altísima para desprenderse de empleo cuando hay crisis. Ningún país puede atender todas las necesidades. Se han aumentado en profesorado, en recursos sanitarios… Claro que quedan necesidades por atender y una deuda muy elevada… Y por eso es necesario un sistema fiscal impositivo justo y proporcional. Pero Europa ha respondido y tenemos una oportunidad única para demostrar que somos capaces de salir de la crisis abordando los proyectos de modernización que esta sociedad necesita, como la digitalización de la economía.
-¿Ha perdido Europa el tren digital, tecnológico, el de la Inteligencia Artificial, como se ha comprobado en esta crisis en la que hemos dependido de servidores externos y de nubes de datos radicadas en Estados Unidos o en china, para trabajar online desde casa? ¿Ha aprovecha China esta ventaja para inclinar el eje geoestratégico hacia Oriente?
-China es el gran gigante tecnológico y todas las diferencias entre ambos ejes bajo la batuta de Trump eran porque China estaba sustituyendo a Estados Unidos como potencia tecnológica. Si añadimos el Tratado que acaban de firmar con Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur y 10 países asiáticos, sí, el eje ya se ha inclinado. El plazo de ese acuerdo comercial es de 20 años, e incluye la tercera parte de la población y del PIB mundial. Establece un claro cambio en el peso geopolítico del eje asiático. Un ejemplo, Europa exporta maquinaria a China. Japón nos puede sustituir con su arancel cero. La Unión Europea tiene que establecer una estrategia industrial y de competitividad muy intensa. China elabora sus planes quinquenales y los va ejecutando. Tiene muy claro a dónde quiere ir y cómo. Y lo hace. En la UE somos 27 Estados con posiciones diferentes que debemos elaborar una estrategia donde todos ganen, con 450 millones de ciudadanos. Porque a título individual ninguno tenemos una dimensión suficiente contra el fenómeno chino.
-¿Puede aprovechar la UE este momento para posicionarse en el mundo con una unión política más fuerte?
-Me encantaría contribuir a dejar el legado de la Europa federal, de ser los Estados Unidos de Europa. Ello implica ceder soberanía. Algo que ni Estados Unidos ni China tienen que hacer. Eso explica por qué ellos ya han implementado una estrategia, mientras nosotros la pensamos. Ya lo estamos pagando, porque no fuimos responsables de elaborar una estrategia con China para que no nos robaran nuestro “know how”, nuestro valor añadido, el diseño y la creatividad europeos. Ha tenido que llegar una pandemia para poner de manifiesto que Europa no produce paracetamol ni mascarillas… Sólo en el tema del Brexit nos hemos mantenido unidos. Y también en la respuesta a esta crisis. Ello te hace ver el futuro con una perspectiva más positiva.
-¿Esa perspectiva europea más positiva casa con la nueva normalidad que se impondrá en la nueva economía post-covid, en la nueva forma de vivir, de estudiar y de trabajar?
-La normalidad previa al covid no se va a repetir. Me preocupa un tema…, ¿se habrá acostumbrado el ser humano a ser menos afectivo? Porque esta pandemia lo que obliga es a mantener distancias y no solamente físicas, sino distancias psicológicas. Y me preocupa que venga para quedarse. No es lo mismo tener una reunión presencial y una capacidad de diálogo corporal que relacionarse a través de una pantalla, que psicológicamente establece más distancias. Me preocupa que en las relaciones humanas se vayan a producir cambios, que la gente se acostumbre a verse menos. Aunque los jóvenes tenían mucha relación digital, seguían encontrándose de forma analógica. Pero ahora…, va a hacer un año que no he ido al cine, ni al teatro, ni a un museo. El afán de cumplir las normas, de ser restrictivo para no ayudar a la difusión del virus, te cambia el hábito de ocio. Por otra parte, veo que la gente tiene ganas de que esto termine. ¿Cómo va a ser la respuesta humana, con el temor a que vuelva? Es que hemos pasado dos olas y me temo una tercera después de las Navidades.
-Tenemos una vacuna en unos días laque puede ayudar a normalizar la situación…
-No hay tiempo para saber cómo se comporta la vacuna. La forma de relacionarse va a perdurar un tiempo y no sé si va a ser duradera. Y en el hábito económico, el tener relaciones profesionales sin presencia física sólo va a servir para reducir las emisiones de Co2, lo que ya se puso de manifiesto con la parada de la primavera. Por lo demás, va a suponer un cambio en todas las relaciones económicas. Desde el punto de vista medioambiental, recuerdo que desde los altos de Rocafort, donde tengo mi casa, se veía este verano el Montgó. No he visto nunca la atmósfera tan limpia. El transporte sigue estando muy limitado… Espero que recuperemos la movilidad, aunque el teletrabajo ha venido para quedarse. Por cierto, pensamos que sería una panacea para la conciliación y no ha sido así. Es una ocasión para regularlo.
-¿Vuelve a casa por Naviad?
-Sí, la pasaré con mi familia, en Rocafort, con mi familia. Somos siete, pero vamos a ser seis porque la mujer de mi cuñado, que es marroquí, no va a poder venir por la covid. Siempre ha sido en mi casa, me encanta… Nunca pongo belén, soy muy laica. La adorno con un árbol enorme y muchos centros con velas. Y voy a cocinar yo, me gusta cocinar para los míos. Haré lo de siempre, un exquisito pastel de salmón con aguacate de primero. Después, un pavo relleno, un solomillo o un entrecot o un pescado… El segundo plato no está porque a cada uno le gusta una cosa. Y el día de navidad, cocido madrileño, con algún toque valenciano, como la “pilota”.