VALENCIA. Josefina Bueno ha cambiado los pasillos de la Universidad por los de la Conselleria a petición de Vicent Marzà. El titular de Educación le propuso asumir la Dirección General de Universidades con todo lo que ello conlleva. Aunque todavía imparte clase de Filología Francesa en la Universidad de Alicante (UA), y se siente “orgullosa y contenta” de pertenecer al ecosistema docente, sus preocupaciones se han diversificado. No siempre es fácil concilar las demandas del alumnado, profesorado y resto de miembros de la comunidad universitaria en un escenario de infrafinanciación autonómica que le permite hacer “menos de lo que quisiera”. A esta falta de liquidez atribuyen también el agujero presupuestario, las altas tasas universitarias y la política de ayudas sociales “a favor de los que menos tienen”.
- ¿Cuál es la situación de la Universidad valenciana ahora mismo?
- Es buena si atendemos a sus cifras de estudiantes, a sus resultados en la investigación, a los rankings en los que aparecemos y a la proyección internacional. Ahora bien, los resultados obtenidos son mucho más importantes que la inversión real. Se enfrentan a un momento delicado desde un punto de vista presupuestario, pero también me atrevería a decir en lo que se refiere al profesorado y el personal de servicios. Nos toca buscar consenso entre las posturas de todos los colectivos, una tarea complicada y compleja, especialmente al estar sujeta a la situación de infrafinanciación que padecemos como autonomía.
"EL PLAN PRESUPUESTARIO DE 2010 HA QUEDADO OBSOLETO. ESTAMOS TRABAJANDO EN UN NUEVO MODELO VALENCIANO"
- Los rectores lamentan constantemente el grave problema presupuestario. ¿Cómo se piensa atajar?
- La mejora de la financiación autonómica no es fruto de la actuación de una sola Conselleria, sino que hablamos de una reivindicación al Gobierno central que excede mis posibilidades de actuación. Ése sería el nudo gordiano. En segundo lugar necesitamos crear un nuevo modelo de financiación de las universidades, porque el que se diseñó en 2010 no se llegó a implantar, algo en lo que estamos trabajando ya desde Conselleria en colaboración con portavoces universitarios.
- No retomar el plan plurianual de 2010, sino elaborar uno nuevo que sea... ¿cómo?
- Ése plan de financiación, que nunca se llegó a poner en marcha, ha quedado obsoleto. Ahora hay unas necesidades nuevas, otros imperativos, y debemos buscar un nuevo modelo. Todavía no lo sabemos, estamos trabajando en ello. Es lo que nos piden los rectores, y con ellos estamos trabajando. Las líneas todavía se están estudiando.
- Las tasas universitarias valencianas son las cuartas más altas de España en primera matrícula, y en sucesivas, se encarece hasta un 400%. ¿Harán algo para bajarlas?
- Ya lo hemos hecho, y me explico. Desde su llegada, la principal preocupación de este Gobierno ha sido facilitar el acceso a la Universidad de aquellos jóivenes que quieren estudiar y no pueden porque no tienen dinero. Sin haber bajado las tasas de manera lineal para todos, sí que hemos ayudado a mucha gente con la ampliación del sistema de becas. Están las becas de no abandono, que permiten compaginar el binomio trabajo y estudio, o las becas salario, algo novedoso dentro del Estado español, dotadas con 600 euros al mes. Gracias a ella, a muchos valencianos les resulta más barato estudiar que en Galicia o en Andalucía.
"LA INFRAFINANCIACIÓN NO NOS PERMITE ABARATAR LAS TASAS DE FORMA GENERAL"
- ¿Y qué otras medidas contemplan más allá?
- Queremos acometer una disminución progresiva de las tasas universitarias el curso que viene. Y sé que vuelvo al mismo argumento, pero la infrafinanciación no nos permite hacerlo de otro modo. Mientras no podamos reducirlas de forma general, vamos a intentar que no todos los estudiantes paguen lo mismo de cara al próximo curso 2017/18. Haremos que pague menos el que menos tiene, intentando que la disminución vaya acorde a los ingresos familiares, lo que supone una situación equitativa desde el punto de vista social. Las tasas académicas son caras, sí, pero entiendo que no puede pagar lo mismo una familia que ingresa 3.000 euros que otra con 600.
- ¿No debería ser una reducción a nivel general?
- No olvidamos que se debe ver aminorado en todos los casos, pero mientras no pueda llegar al 100%, es una manera relativamente justa de beneficiar a quien menos tiene. Todo esto se está estudiando, es un tema complejo, hay que hablarlo con Hacienda. Una cosa es lo que nosotros queramos hacer y otra lo que sea posible a nivel normativo. Lo que ahora está sobre la mesa es que las matrículas determinen su precio en función de cada estudiante, como medida paliativa, hasta que podamos actuar a nivel general.
- ¿Se llegaron a plantear que el decreto de plurilingüismo regulara a la Universidad?
- Yo no soy responsable de dicho decreto, pero creo que las universidades valencianas del sistema público ya son políglotas y dentro de ellas se emplean el castellano, el valenciano, el inglés, el francés… Tanto los docentes como los estudiantes lo viven con normalidad.
- Resulta llamativa la exigencia lingüística para el profesorado de Primaria y Secundaria, cuando no se pide ningún nivel específico para la docencia universitaria.
- Es algo que decide libremente cada Universidad porque es enseñanza no obligatoria. Normalmente, un funcionario tiene la obligación de conocer ambas lenguas oficiales y atender en ellas al alumno que va a tutoría, por ejemplo. Con respecto a los demás puestos, cada centro decide el nivel de valenciano o inglés que debe tener el personal contratado, del mismo modo que le pueden exigir conocimientos informáticos más o menos específicos.
"Cada centro decide el nivel de valenciano o inglés que debe tener su personal contratado"
- Tras el enfrentamiento judicial con las universidades privadas por su exclusión de la política de becas del Consell, ¿se están acercando posturas?
- Nosotros no hacemos un diseño de becas pensando en enfrentamientos o acercamientos. Esta decisión se toma en un escenario de infrafinanciación, con recursos públicos limitados y tasas universitarias caras, donde tenemos la obligación de garantizar la educación de los alumnos con menos recursos. Luego está la cuestión de los números. En los tres últimos años, la reducción de estudiantes en las universidades públicas ha sido de un 11%, mientras que en las privadas ha aumentado un 4%. En 2017 podremos hacer una valoración de las nuevas modalidades de beca. Repito: los recursos son limitados, ojalá tuviéramos más.
- No me ha dicho si están acercando posturas con la Universidad Católica (UCV).
- Acercamiento ha habido siempre. Esta Conselleria siempre ha estado cerca de todas las universidades valencianas, públicas y privadas. Trabajamos conjuntamente.
- ¿Entonces la Universidad privada tiene su espacio dentro del escenario valenciano?
- Por supuesto, pero debe ser complementaria a la universidad pública. No se concibe la desaparición de un sistema ni del otro. Pasa lo mismo con la educación que con la sanidad privada, consumida en función de lo que la ciudanía quiere o puede. Es un sistema con toda la legitimidad del mundo, toda la razón de ser, y del que yo me siento responsable. Soy la directora general de todas las universidades del sistema valenciano: de las cinco públicas y de las cuatro privadas.
- No obstante, es una realidad que las universidades públicas valencianas ocupan un mejor lugar que las privadas en los rankings internacionales. ¿Está de acuerdo, como dijo el rector Francisco Mora, en que la calidad educativa es mayor?
- Es cierto que en los rankings tenemos buenos puestos, y que las públicas se sitúan mejor que las privadas, pero hay que un factor determinante en este sentido: la investigación científica. Es un ámbito que se da sobre todo en los centros públicos, también porque son los que más trayectoria histórica tienen, y los resultados en este ámbito discurren a largo plazo.
- ¿Cómo van a impulsar la investigación en los campus?
- Con un aumento de dotación presupuestaria que ya hemos efectuado. También hemos diseñado programas y convocatorias pactadas con las universidades y los colectivos científicos, muchas internacionales. Siempre mostramos nuestro apoyo al I+D+I; de hecho, nos denominamos por primera vez Conselleria de Educación e Investigación.
- ¿Se debería limitar el número de facultades en ciertos sectores profesionales?
- Más que en las facultades, el debate está en la oferta de plazas. Hay que hacer un análisis, porque hay estudios sin salidas profesionales y no tiene sentido aumentar las plazas, aunque se quiera por puro deseo del estudiante. Algunas carreras ya tienen exigencias concretas.
- Se ha hablado de diseñar un mapa de titulaciones universitarias, que afecte tanto a la oferta de grado como de posgrado, ¿para ampliarla o reducirla?
- Ni una cosa ni la otra. Puede que no sobre ninguna carrera, pueda que necesitemos grados complementarios, quizá debemos evitar la duplicidad de másteres… Estamos trabajando en ello en colaboración con las universidades. Hemos hecho un análisis fotográfico de las titulaciones y ahora tenemos que decidir qué hacer con cada una, atendiendo a la singularidad, la calidad y la competitividad para que nuestros egresados sean valorados en el mercado. También somos conscientes de que debemos ajustar el precio de los másteres.
- Hablemos del profesorado, ¿goza de las condiciones laborales deseables?
- ¡No! Por supuesto que no. Existe precariedad en las universidades, pero tampoco viene de ayer. Se arrastran una merma económica desde hace mucho tiempo. La plantilla valenciana está envejecida, con departamentos donde la media supera los 50 años. También hay un personal contratado al que le cuesta estabilizarse, y si con 40 años todavía estás pendiente de tu situación laboral, es difícil que rindas. Sobre todo, el salario de los profesores es más bajo de lo que la gente de la calle piensa, pese a ser la cúspide del sistema docente. Por no decir que hay profesorado acreditado a catedrático consciente de que no podrá tener esa promoción, no por falta de méritos, sino por la precariedad económica.
- ¿También está aquejado de la famosa endogamia?
- Endogamia se da en todos lo colectivos profesionales, en tanto que se premia a las personas con más experiencia. No es sinónimo de no merecer o de corrupción, tampoco implica que una persona no haya entrado por méritos. No voy a decir que no exista, pero no es la norma.
"Vamos a hacer un convenio colectivo para el personal universitario. Éramos la única autonomía SIN UNA"
- ¿Y qué están haciendo para mejorar la situación?
- Después de 20 años de reivindicación sin atender, vamos a hacer un convenio colectivo. Éramos la única autonomía que no lo tenía. Vamos por la segunda reunión entre universidades, sindicatos y Conselleria. El objetivo es crear nuevas figuras laborales, dar salida a los contratados doctores interinos, regularizar al profesorado asociado, al personal administrativo... En definitiva, queremos ofrecer un marco laboral estable y garantista.
- Sólo el 21% de los catedráticas son mujeres. ¿A qué responde la baja presencia de la mujer en las altas esfera universitarias?
- El 53% de estudiantes son mujeres, más de la mitad, y en el caso del profesorado también hay una paridad. Sin embargo, solo hay una rectora española, la de la Universidad de Granada. El dato de catedráticas es bajo, muy inferior al que debiera ser, y eso refleja que, aunque la mujer sea profesora de Universidad e investigadora de prestigio, aún le cuesta conciliar con la vida familiar. Esto se combate desde un frente cultural, de conciencia social y de acción positiva. En la nueva orden de proyectos de investigación, por ejemplo, primamos a grupos con representación equilibrada entre hombres y mujeres.
- Las Universidades se caracterizan por ser entes independientes, no siempre fáciles de gestionar desde el Consell. ¿Qué balance hace de su etapa como directora?
- El resumen sería…. mucho trabajo –bromea–. Se trabaja mucho, se echan muchas horas en la Conselleria, hay muchas cosas que hacer. Fíjate, cuando una persona acepta un cargo de responsabilidad tiene dos opciones: dejar que todo siga igual o intentar cambiar para mejor. En esta Conselleria somos muchas las personas que hemos decidido, mediante un acuerdo tácito, cambiar para mejor. ¡Y eso requiere muchas horas de trabajo! –Ríe de nuevo–.