VALÈNCIA. "Debemos reconsiderar el Green Deal para ligarlo con la reindustrialización europea". Así lo cree Stefano Mallia, presidente del grupo que representa a los empresarios en el Comité Económico y Social Europeo (CESE). Un organismo compuesto por 329 miembros procedentes de Estados de la UE y que se divide en tres grupos: en representación de los empresarios (Grupo I), los trabajadores (Grupo II) y las organizaciones de la sociedad civil (Grupo III).
Por tanto, la misión de Mallia es ser el altavoz de los empresarios europeos y reforzar su entorno para generar riqueza y oportunidades. El presidente del Grupo I del CESE visitaba esta semana València para participar en la jornada 'Completar el mercado único para garantizar la competitividad estratégica de la UE', organizada conjuntamente con la CEOE y la CEV. Pero, también, aprovechaba su visita para conocer el tejido industrial valenciano.
-Ha participado en una jornada sobre competitividad. ¿No cree que la economía europea sea en este momento competitiva?
-Ciertamente, estamos perdiendo nuestra competitividad. En los últimos años, el foco se ha puesto en otras cosas mientras se iba produciendo un escape de empresas y se perdía inversión en Europa.
-¿Por qué se ha producido esta situación?
-Ibamos muy bien en crecimiento y empleo en los últimos años, pero nos han golpeado crisis tras crisis y todo esto ha sido en un contexto en el que la orientación política de la Comisión Europea (CE) era de una fuerte agenda verde y social y no tanto económica. Nuestro punto de vista es que es muy necesario tener una agenda económica porque sin una economía fuerte no puedes hacer ni una transición verde ni apoyar la Europa social.
No obstante, en el último año y medio, en relación con la crisis de Ucrania, la Comisión ha cambiado su orientación y vemos cada vez más que sale la palabra competitividad en sus comunicaciones. Además, en el discurso sobre el Estado de la UE de la presidenta Ursula Von der Leyen se mencionó a la industria, la economía y la competitividad como hacia años que no veíamos. Por tanto, para seguir adelante hay que enfocarse en la economía. Tenemos desafíos importantes como el precio de la energía, un mercado laboral muy estrecho y con carencia de personal y hay que poner el foco en la inversión en I+D+i. Estamos muy atrás respecto de EEUU, China, Corea o Japón y para poder tener una economía de alto valor añadido es necesario invertir en I+D+i.
-¿Por qué cree que ahora se ha producido ese cambio de discurso?
-La pandemia y Ucrania nos han mostrado nuestras vulnerabilidades en temas energéticos y de falta de medicinas y, por eso, se está reorientando el discurso político para ver de dónde sacamos materias primas críticas y energía. Esto está en directa relación con el Green Deal. Ahora mismo ha cobrado mucha relevancia la definición de la autonomía estratégica abierta de la UE. Algunos dicen que esto llevaría a una casi posición autárquica o a que Europa se mueva sola en el planeta, pero nunca seremos autónomos porque necesitamos a países como China y nunca vamos a desconectarnos de ellos.
Sobre el Green Deal, que es la estrategia de futuro de la UE, se necesita reconsiderarla en parte. No hablo de pararla porque tenemos que ir rápido, ya que el cambio climático está ahí, pero hay que plantearse si sus objetivos son posibles y alcanzables con las tecnologías y medios que tenemos. Si no llegamos perderemos credibilidad y se crearan disrupciones todavía más fuertes en la economía. El Green Deal se diseñó antes de estas dos crisis, por lo que las dinámicas claramente han cambiado y tiene ahora que ligarse con la nueva orientación de reindustrialización europea. Por ejemplo, ¿la industria del acero tendrá suficiente energía limpia para operar en el futuro? Nadie ha conseguido asegurarlo todavía. La economía neutral en carbono tiene que conseguirse y es prioritario, pero hay que ver si tenemos los medios adecuados para hacerlo.
-¿Cree entonces que sus objetivos no sean realistas?
-No digo que no se vaya a conseguir el Green Deal ni que haya que cambiarse específicamente. Lo que proponemos es que este año preelectoral se aproveche para tener una reflexión sosegada sobre lo que se está consiguiendo y lo que no y hacer una análisis realista para plantearnos qué habría que cambiar en la próxima legislatura. Este pacto se hizo en su inicio con un análisis de impacto parcial, pero no global. Desde el Grupo de empresarios del CESE introducimos la idea de que cada propuesta legislativa y política europea tiene que pasar por un estudio de competitividad. Esta propuesta la presentamos en la conferencia sobre el futuro de Europa y al principio fue rechazada por la CE, pero desde hace un año se aceptó y se está empezando a aplicar. Para nosotros es esencial que se evalúe el impacto de las propuestas legislativas sobre la competitividad.
-¿En qué debe consistir esa reflexión sosegada que propone? ¿Cuáles son los cambios que se deberían poner encima de la mesa para no perder esa credibilidad?
-Hay que realizar un análisis para ver dónde estamos ahora y evitar, como decía anteriormente, llegar a la fecha de los objetivos del Green Deal y que no se hayan conseguido. Estamos pidiendo a las empresas grandes inversiones que no se pueden retirar y ni perder, así que hay que tener claro que se hacen en la buena dirección. En una visita anterior al norte de Suecia conocimos una empresa que hace acero neutro en carbono y está haciendo grandes inversiones para desarrollar esta tecnología. Lo que hay que asegurarse es que lo que hacemos es sostenible y alcanzable sobre la base de un análisis científico y técnico y no solo político.
-Desde muchos sectores se quejan de que la sobrerregulación europea genera desventajas respecto de otros mercados. ¿Cree que es así?
-Efectivamente, hemos vivido una ola de mucha regulación europea. Desde 2017 hemos llegado a más de 5.000 páginas de legislación y, por ejemplo, la industria del acero tiene más de 400 leyes que le afectan. Especialmente nos preocupa el impacto sobre las pymes, que son la espina dorsal de la economía europea, pero se les hace la vida muy difícil en temas de reporte no financiero y sostenibilidad. Muchas inversiones se pierden por temas de regulación y por los largos plazos para la concesión de permisos industriales. La legislación se debe de implementar, pero tener un periodo de digestión. No obstante, Von der Leyen también anunció el objetivo de reducir en un 25% las obligaciones de presentación de informes a nivel europeo para las pymes. Proponemos que en la próxima CE haya un comisario en competitividad para que coordine las diferentes políticas.
-¿Esta situación pone en jaque a las empresas?
-La producción de tanta regulación ha sido seguramente una orientación política tanto de la Comisión Europea como del Parlamento, que han atendido a un control más fuerte de la economía y del funcionamiento de las empresas. No decimos que no tenga que haber regulación, pero sí estar medida y ver su impacto porque, por ejemplo, a las pymes les cuesta mucho estar al día de toda la regulación que les llega y esto tiene un impacto real sobre sus costes y afecta a su competitividad. Les resta capacidad de operar eficientemente y de dar precios competitivos por sus servicios.
El mercado único europeo es la base de la economía europea y cumple 30 años. Es el instrumento interno para nuestra competitividad externa. Los estados miembros también son responsables de que funcione, no es un tema solo de la Comisión y, por eso, las ayudas de Estado son un instrumento necesario en épocas de crisis, pero tenemos que ir ya orientando hacia un funcionamiento normal de la economía. Si seguimos inyectando ayudas rompemos el mercado interior porque hay Estados con más capacidad financiera como Francia o Alemiana que otros. Por eso, hay que mirar al presupuesto europeo y ver cómo lo usamos para que sea eficiente y pueda apoyar a los objetivos europeos.
-¿En qué debe poner el foco la nueva estrategia europea de competitividad?
-No puede basarse en las ayudas de Estado, sino en mejorar aspectos como el funcionamiento de nuestros mercados laborales, asegurar el suministro de energía con un debate claro y promover la inversión I+D+i, pero en toda la UE. No puede ser que Estados individualmente den subvenciones enormes a su industria porque otros miembros no pueden competir. No puede ser que estemos diciendo que China está 'supersubvencionando' su industria y que nosotros estemos haciendo lo mismo a nivel europeo.
-¿Cómo se consigue atraer nueva industria a Europa o relocalizar la existente? ¿En qué se debe incidir?
-Facilitando el poder hacer negocio en Europa y, para eso, se necesita un combinado de factores: desde tener las infraestructuras físicas y digitales necesarias para operar hasta lograr un mercado laboral preparado. También, facilitar el acceso a una energía más abarata. De hecho, hemos visto como muchas empresas se han ido a EEUU por esta última cuestión. No se necesitan grandes inversiones, sino que es un tema de estado de espíritu para permitir que sea más fácil crear y hacer aflorar empresas.
-Por tanto, ¿están ganando EEUU y China la carrera de la competitividad?
-Sí. Ahora mismo estamos perdiendo esa carrera, pero es algo que se puede revertir. Somos líderes en la transición verde y, en eso debemos seguir trabajando porque hay que conseguir que sea una estrategia ganadora y que nos sigan otras partes del mundo. Pero es esencial que el Green Deal resulte en una economía fuerte y que genere puestos de trabajo sólidos. Ahora hay iniciativas que van en la buena dirección, pero hay que ver su resultado de una manera holística y con especial enfoque sobre las pymes.
Subrayar también que ahora hay dos iniciativas muy importantes sobre la mesa: una es el informe que el Consejo Europeo pidió sobre el mercado único y la otra es el informe sobre competitividad que la CE encargó a Mario Draghi. Son documentos muy importantes en los que estamos contribuyendo y que deben dar lugar a resultados concretos y tangibles para que se den durante la próxima legislatura europea.
-Se ha reunido con la CEV, ¿cuál es su percepción sobre el tejido industrial valencianiano?
-Sinceramente, me sorprendió la energía de la industria valenciana. Existe una verdadera sensación de ajetreo, con acción visible y asociaciones de empresas profundamente involucradas. Se nota que existe una fuerte perspectiva europea, con una participación activa en diversas iniciativas, lo que refleja un enfoque práctico. Me impresionó mucho descubrir que la industria valenciana no sólo es la segunda mayor generadora de empleo del país, sino que también ocupa el tercer lugar en términos de PIB, y que sus sectores agroalimentario, cerámico y textil se encuentran entre los más importantes de España.
Durante nuestra visita al Puerto de València pudimos conocer de forma integral su funcionamiento y la importancia del Corredor Mediterráneo. Sin embargo, lo que realmente me llamó la atención fue Marina de Empresas, destinada a formar, asesorar y financiar a actuales y futuros emprendedores. Esta iniciativa, diseñada para satisfacer las necesidades de la comunidad empresarial valenciana, ha demostrado su éxito y se ha convertido en un imán de talento, atrayendo a emprendedores no sólo de València, sino también de varias ciudades. Pero, más allá de su compromiso con el fomento del espíritu emprendedor y la creación de empleo y riqueza, lo que realmente me llamó la atención es el lado humano de este proyecto. Se trata de algo más que de beneficios: se trata de proyectos con el objetivo social genuino de mejorar nuestra sociedad. La verdad es que esta ciudad tiene mucho que ofrecer y creo que lo mismo ocurre con el resto de la comunidad.
-¿Es la industria valenciana competitiva?
Responder a esta pregunta me lleva inevitablemente al evento coorganizado con CEV y CEOE y a las ideas compartidas por pepresentantes valencianos de los sectores del calzado, la cerámica, la agricultura, la hostelería y el turismo. Compartieron con nosotros los esfuerzos que cada uno está haciendo para seguir siendo competitivos, lo que ciertamente no es una tarea fácil, con los altos precios actuales de la energía y el deterioro de la igualdad de condiciones. La proliferación de nueva legislación y obligaciones de presentación de informes ha complicado aún más el marco legal de la UE, generando importantes costos de presentación de informes y cumplimiento en todos los sectores.
Lo que surgió de la conferencia es que, en lugar de imponer objetivos excesivamente ambiciosos y obligaciones poco realistas, los políticos deberían centrar su atención en hacer que la transición verde sea alcanzable para las empresas. Si bien todos estos sectores están comprometidos con la descarbonización, las instituciones de la UE deben cumplir su parte del acuerdo. Deben empoderar e incentivar a las empresas para que se descarbonicen, yendo más allá de la mera legislación y los objetivos. Si no lo hacemos, tanto nuestro medio ambiente como nuestra economía sufrirán las consecuencias y no podremos mantener a Europa como el mejor lugar para vivir.
-¿Qué sectores ve con mayor potencial?
-No elegiría un solo sector, ya que creo que todos ellos son esenciales para el buen funcionamiento de nuestra economía y para la competitividad de Valencia y de la UE.