VALÈNCIA. El otro día, en la tertulia de El Faro, debatíamos con Ia presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig, si la manifestación Finançament just servía para algo. Ella defendía que no, que esta es la hora de negociar en los despachos la mejora de la financiación autonómica para la Comunitat Valenciana, como si ambas cosas, negociar y manifestarse, fueran excluyentes, como si Montoro fuese a castigarnos con aún menos dinero por salir a la calle.
Es verdad que hay que negociar en los despachos, esperemos que con mejor suerte que en anteriores ocasiones, porque lo cierto es que a los políticos valencianos nunca se les ha dado bien negociar en Madrid. Solemos echar la culpa de la mala financiación que padecemos a Aznar por el modelo de 2002, a Zapatero por el de 2009 e incluso a Felipe González por las transferencias de competencias en los años ochenta, pero la culpa no fue de quienes repartían entre todas las CCAA sino de los políticos valencianos que no consiguieron lo que nos tocaba. ¿Será ahora diferente?
La del 18N no fue, finalmente, la gran manifestación que se pretendía. Había mucha gente, sí. Sin entrar en cifras, que para eso está la imaginativa contabilidad de Moragues –15.000 en la de Sentandreu y Cristina Seguí; 17.000 en la de Finançament just, ¿en serio?–, baste apuntar que la cola de la marcha arrancó una hora después que la cabeza. Eso es mucha gente, pero pronto se hizo de noche y la consigna de no ir contra nadie resultó soporífera. Un éxito a medias –o un fracaso a medias, según se mire el vaso–, también de Bonig, que decidió que mejor sola que 'mal acompañada'.
No fue el cambio de postura del presidente de la patronal CEV, Salvador Navarro, lo que dejó en evidencia la soledad del PP; tampoco la rectificación de Fernando Giner al implicar a Ciudadanos en un 18N al que estaban convocados todos los valencianos; ni que se apuntasen a la marcha organizaciones más cercanas al PP que a la izquierda, como el sindicato CSIF o la patronal de las constructoras, o que Vicente Boluda animase a los socios de AVE a participar a título individual. A Isabel Bonig la dejaron en evidencia sus compañeros de partido en Extremadura.
En Extremadura claman por un "tren digno" de la misma manera que en la Comunitat Valenciana lo hacemos por una "financiación justa", y costaría decir quién tiene más motivos, porque si nosotros estamos mal con el dinero que nos administra Montoro, lo de Extremadura con el tren es para llorar. Baste decir que en su vasto territorio, casi el doble que el de la Comunitat, no tienen ni un solo kilómetro de vía electrificada ni de línea de larga distancia, que los 700 kilómetros de ferrocarril que por allí transcurren son de vía única y que el viaje Madrid-Badajoz dura 5 horas y 22 minutos en el mejor de los casos.
Allí también firman manifiestos y montan pollos a los que solo la prensa local hace caso. Y también han alcanzado un acuerdo entre todas las fuerzas políticas, sindicatos, patronal y asociaciones ciudadanas para reivindicar un tren digno. Se llama Pacto por el Ferrocarril y su lema es #TrenDignoYa.
La casualidad ha querido que los extremeños organizaran una concentración en Madrid para hacerse oír el mismo día que los valencianos en València, el 18N. Una protesta, la extremeña, que apoyaron hasta los obispos de Mérida-Badajoz, Coria-Cáceres y Plasencia porque, como no se cansó de recordar su presidente, el socialista Guillermo Fernández Vara, el acto "no va contra nadie, sólo a favor de Extremadura". Mensaje idéntico al de su homólogo y camarada Ximo Puig.
Las dos movilizaciones eran tan paralelas y tenían tantos puntos en común, que uno solo encuentra una gran diferencia: en la extremeña estaba el PP y en la valenciana no.
A la lideresa del PPCV la dejó en evidencia la portavoz del PP de Extremadura, Gema Cortés, que al tiempo que justificaba la presencia de su partido en la concentración de Madrid –después de pensárselo mucho, pues temían que fuera un acto de reproche al Gobierno–, no dudaba en poner una vela a De la Serna, quien también va mucho por allí con el saco lleno de proyectos. De hecho, el ministro estaba allí mismo con sus promesas cuando el PP se sumó a la manifestación, igual que se apuntó al acto de la Asociación Valenciana de Empresarios en Madrid para exigir el Corredor Mediterráneo. Para exigírselo a él.
La concentración unitaria de "toda" la sociedad extremeña fue un éxito tan grande, que hasta salió con amplia cobertura en el Telediario de la única televisión pública que emite en la Comunitat Valenciana. El 18N valenciano tuvo sus segundos en las privadas, pero ni una mención en TVE, y eso que nadie se metió con Rajoy. Al final va a tener razón Bonig, la manifestación no ha servido para nada. Ya se ha encargado ella. Otra vez será.
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