Se les va a hacer larga la legislatura a María José Catalá y Juanma Badenas, más al portavoz de Vox que a la alcaldesa, que ya sabía lo que le esperaba cuando aceptó dar entrada en el gobierno municipal al partido de Abascal. Un pacto de cristal, como lo bauticé en un billete, que no deja de dar que hablar gracias a la ruidosa forma de hacer política del segundo teniente de alcalde, que tampoco es que haya inventado nada.
Antes del pacto ya había empezado Badenas con los fuegos artificiales para hacerse ver desde la sala de espera. Recordemos aquel rechazo al nombramiento de dos directivos de la EMT provenientes de FGV, que después del pacto sí admitió; las ruedas de prensa sobre el Valencia CF con un discurso sospechosamente parecido al de Miguel Zorío (Marea Valencianista), quien sigue escribiéndole cartas pero al que ahora parece no hacer mucho caso, o la diatribas contra el concejal popular José Marí Olano, hoy compañero de gobierno.
La estrategia de Badenas pasa ahora por llamar la atención con la agenda de Vox en todo aquello que tenga que ver con la defensa de los derechos de la mujer, que para el partido de Abascal no merecen ninguna política diferenciada porque los mismos derechos tiene el hombre. Así, según proclamó Badenas, "las mujeres y los hombres todos somos personas", por lo que no va a haber "ningún tipo de discriminación" en las políticas de empleo que él dirige. La perogrullada se desmonta con los datos del paro, que suelen mover a los gobernantes a poner en marcha políticas de fomento del empleo para los colectivos más afectados por el desempleo, entre los que están las mujeres, además de los jóvenes y los mayores de 55 años, que también son todos personas.
La respuesta de Catalá, para tratar de evitar un choque que era inevitable, fue derivar las políticas de fomento del liderazgo y el empleo femenino a la Concejalía de Igualdad, que dirige la edil popular Rocío Gil, a lo que Badenas respondió, airado, que "eso no puede ser" porque quien dirige el área de empleo y emprendimiento es él.
Lo que no puede ser es que el concejal que dirige el área de empleo por delegación de la alcaldesa –por eso el área que dirige se denomina "Delegación" y él es "concejal delegado"– ponga en marcha políticas radicalmente opuestas a las de quien le ha delegado esas funciones y a las del principal partido de la coalición de gobierno, que es el PP.
Vox abandonó el Pleno municipal e impidió la aprobación del reparto de 37 millones de euros, cuyos beneficiarios estarán preguntándose si se merecen estos políticos. Dada la coincidencia en el tiempo con rifirrafes entre PP y Vox en gobiernos de coalición en otros lugares de España, parecería que Abascal ha tocado el pito porque estamos en campaña electoral de aquí a junio –vascas, catalanas y europeas– y hay que hacerse ver.
Pero Badenas no necesita que nadie lo movilice porque viene movilizado de casa. Sabe que la supervivencia de Vox en el Ayuntamiento pasa por épater la gauche un día sí y otro también, y sabe que Compromís y PSPV van a entrar al trapo porque les conviene para meter a la alcaldesa en un brete; y sabe que la prensa se va a hacer eco, con más o menos espacio en función de la actualidad del día, y sabe que tendrá su minuto de gloria en las redes fecales.
Lo que quizás no ha calibrado el portavoz de Vox es que la traca conviene guardarla para el final, y queda mucho para eso, más de tres años. Nadie puede epatar permanentemente porque se vuelve previsible. La sorpresa tiene su límite en la repetición, y si va quemando cartuchos tan rápido sus performances pueden provocar el desinterés e incluso el aburrimiento. A Vox cada día le cuesta más provocar y a la izquierda política y mediática le cuesta fingir que está indignada otra vez por algo que ya provocó su reacción. Últimamente, solo les hacen caso cuando Pedro Sánchez necesita desviar la atención hacia Feijóo, y ya ni eso, porque ha encontrado otro comodín en Ayuso. Lo de salirse de la pancarta contra la violencia de género ya no es noticia, como no lo son los desmarques de Vox de declaraciones institucionales en ayuntamientos y parlamentos, haciendo imposible su aprobación porque requieren unanimidad.
Lo que queda de la última semana de pasión municipal es que las políticas de fomento de liderazgo y empleo de la mujer se van a llevar a cabo, que el reparto de los 37 millones se aprobará, con retraso, en otro pleno municipal y que Catalá y Badenas no se van a entender nunca. Lo cual solo tiene una solución que ya se barajó, consistente en buscarle al catedrático un puesto bien remunerado en otro sitio, como podría ser el Consell Jurídic Consultiu. Todo lo demás es ruido.
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