VALÈNCIA. Comenzábamos hace un mes un artículo sobre la promiscuidad e ineducación sexual de los estadounidenses citando a Luis García Berlanga y su película Tamaño natural. Entonces era para traer a colación la escena en la que un grupo de emigrantes españoles borrachos lleva en volandas una muñeca hinchable. Una escena de represión sexual. Introducía bien el tema para hablar de un documental, Liberated: The New Sexual Revolution, sobre los pros y contras de la liberación sexual de las nuevas generaciones. Ahora también es oportuno citar esa película para introducir un documental de HBO, Swiped: Hooking Up in the Digital Age, que trata el fenómeno de las aplicaciones de citas como Tinder. Al final del mismo, un entrevistado cree que la realidad virtual y las muñecas sexuales será la evolución natural de la cultura sexual de la acumulación de encuentros sexuales, una actividad adictiva generada por estas aplicaciones. El tragicómico personaje interpretado por Michel Piccoli en la película española, quién lo iba a decir: es el futuro.
Hay dos conclusiones interesantes en este documental de HBO dirigido por Nancy Jo Sales. La primera es la relativa a que la "solución" pase por realidad virtual y muñecas hinchables. Parece cómico, pero está cargado de coherencia. Para los que han crecido con acceso a porno ilimitado, se dan casos de confusión con respecto al papel que debe desempeñar una mujer en un encuentro sexual, qué es lo que le gusta realmente y qué no. Lo que hacen las actrices porno, asfixiándose en las felaciones, cogidas de los pelos y demás situaciones de humillación, pertenece al terreno de la fantasía masculina. Por eso, en lugar de orientar la fantasía a la realidad, algo que lograríamos con la educación, qué mejor solución que profundizar en el trastorno y satisfacer las ansias de una vida sexual como la que se ve en el porno mediante realidad virtual.
Al mismo tiempo, la muñeca hinchable que se emplearía en ese coito con casco y conexión virtual, también reuniría fácilmente lo que se espera de una mujer: Atributos y herramientas para la obtención del placer. ¡Quién necesita que tengan conciencia de sí mismas!
A esta concepción del sexo, que viene de largo en las sociedades de consumo, en el documental le ponen otro titular. Se habla de la cultura de "Barbie y Ken". Para ello, se enseñan las imágenes con las que muestran los usuarios de estas aplicaciones. Los hombres aparecen realizando deportes, en el gimnasio, pero también pesca, mostrando músculos, etcétera... El rol atávico de género está completamente marcado, al igual que en el caso de ellas, donde solo pueden destacar por su belleza. Es algo, por otra parte, que tampoco es de extrañar en una aplicación cuya finalidad y para lo que fue concebida es para ligar, pero llama la atención el parecido que guarda la imagen que uno vende de sí mismo con la que venía en las cajas de los juguetes de Mattel. Un experto explica que, al contrario que antes, cuando la educación o las preferencias de una persona importaban a la hora de ligar con ella, ahora solo importa una cosa: la foto.
Se dan paradojas. Ahora, dice un entrevistado, si llama por teléfono a una chica igual piensan que es "un psicópata", pero a través de las apps, le tira la caña a cientos cada día. Un punto de vista relevante es el que atañe al cambio que supone Internet en nuestras formas de vida. Pasamos de la sociedad agrícola a la industrial, pero ahora entramos en la de Internet. Es decir, si antes la movilidad de una persona estaba reducida a la posibilidad de 12 parejas como mucho a lo largo de su vida, ahora la cifra se ha disparado. Algo que, lógicamente, afecta a la forma de relacionarse. 40 millones de estadounidenses emplean las apps para citas.
Nancy Jo Sales no ha localizado, si es que los hubiere, muchos estudios o encuestas sobre los efectos de empleo de esta forma de relacionarse sentimental o sexualmente. Pero de los datos que aporta, hay uno que es relevante: el 80% de los usuarios de Tinder buscan una relación estable y el 81% no la ha encontrado.
En las entrevistas que dan relieve a la película esa es la constante en las mujeres. La inmensa mayoría de ellas dice sentirse defraudada porque todos los chicos que conocen en Tinder solo quieren sexo ocasional o lo que ellos llaman "amigos con derecho a roce". Como dice una, cuando ella se acuesta con un chico con cierta frecuencia exige al menos "el título de novia".
Al parecer las relaciones estables y duraderas son un bien escaso en esta nueva era. Los chicos no pueden parar de pasar el dedo en la aplicación, siempre puede haber algo mejor o siempre puede haber algo que al menos sería nuevo. El reportaje señala que la aplicación es adictiva. Se produce una "ludificación". Cuando dos usuarios se gustan, cuando hacen "match", salen lucecitas y, por lo visto, eso engancha. La posibilidad de una recompensa, en este caso la carne, excita algo más que el miembro. El fenómeno, sin rodeos, se relaciona directamente con las tragaperras. "Te hacen sentir que puedes ligar a todas horas". Es la lógica del consumismo aplicada a las relaciones.
Otra epidemia que sufren estas mujeres es la del porno. No solo porque, como es sabido, es cada vez más habitual que los hombres quieran imitar lo que ven en vídeos pornográficos o, peor aún, hay quienes carecen de otra educación sexual que no sea la porno y creen que el mundo es así; también hay otro problema muy interesante: erecciones parciales. Penes de erección débil, todo debido al exceso de masturbación con pornografía. Lo dicen las chicas entrevistadas, es algo habitual para ellas encontrarse con chicos que no funcionan. En el lado masculino, los consultados hablan de gente que no puede eyacular con una chica si no es poniéndose porno. "Se ha insensibilizado mucho", dicen del que sufre ese problema. Como si viniera de la guerra de Rhodesia.
Más grave es que hayan aumentado los delitos sexuales vinculados a estas aplicaciones, en algunos casos, cita el documental, con asesinatos. Una directiva del grupo Match de aplicaciones y webs de contactos daba unos consejos muy seria mirando a cámara: "No ir a casa de gente que no conoces, no bebas, dile a alguien que tienes una cita, no subas a coches".
También se habla de las aplicaciones para homosexuales, como Grindr. Aquí la situación es menos dramática. Los entrevistados comentan como peor consecuencia de la llegada de estas apps que están en sus bares de ambiente y todo el mundo está con el móvil. Uno dice que no lo entiende, si ya están en un lugar apropiado para ligar ¿por qué la gente saca el móvil?, se pregunta. Otro, por el contrario, confiesa que cuando ve un chico que le gusta en un bar, lo busca en Grindr y le dice algo por ahí porque le da vergüenza cara a cara.
La autora del documental ya le buscó las cosquillas en 2015 a Tinder con un artículo en Vanity Fair. Tal y como relata Bussines Insider, la publicación del reportaje hizo enloquecer a la empresa, que le contestó con un hilo de treinta tuits. A raíz del incidente, la periodista se puso a trabajar con HBO para lanzar este documental que pone de manifiesto el gran cambio que traen las nuevas generaciones.