VALÈNCIA. Las ermitas son espacios de culto de pequeño tamaño, normalmente capillas, altares o santuarios situados en zonas despobladas y que no suelen tener culto permanente.
Respecto a sus características, una de las más curiosas es su ubicación, en entornos naturales e incluso en cuevas, lo que aumenta el halo de misterio, misticismo e interés en torno a ellas.
A continuación hemos hecho un listado con algunas de las ermitas más bonitas de la Comunidad Valenciana.
La Ermita de Sant Jordi, en la montaña "de la Patà", se construyó sobre el punto donde, según las crónicas, el rey Jaime I ganó la batalla que le permitió conquistar el Reino de Valencia.
Más allá de la leyenda, esta pequeña construcción data de 1631 y fue erigida para conmemorar la batalla del Puig de Santa Maria. De hecho, en su interior podemos ver mosaicos alegóricos a la misma.
Además de su interés histórico, esta ermita también tiene un claro valor paisajístico, pues está rodeada de un bonito y poblado jardín. Quizá sea porque, según la tradición popular, aquí el caballo del monarca dio una patada en el suelo (de ahí su nombre) haciendo brotar el agua de manera espontánea.
La Ermita dels Benissants de la Pedra está dedicada a San Abdón y San Senén, patrones de Sueca desde 1902 y protectores contra las granizadas y los pedriscos.
Esta ermita cuenta con elementos de interés patrimonial, como la fachada y el atrio ojival primitivo (siglo XI), el altar neoclásico, las vidrieras o las pinturas de San Venancio y San Isidro en azulejos (siglo XVIII).
Pero lo que la convierte en una de las ermitas de la Comunidad Valenciana que debes conocer es su ubicación: enclavada en el corazón del Parque Natural de La Albufera y rodeada de arrozales, es un lugar perfecto para disfrutar de unas vistas únicas desde su terraza-mirador.
La Ermita de la Cruz es una pequeña edificación de planta cuadrada y de ladrillo caravista, cubierta por una cúpula de tejas campaniforme y rematada con una cruz de forja.
Esta sencilla ermita culmina el calvario en la cumbre del monte sobre el que se asienta Quesa y ofrece bonitas vistas del Canal de Navarrés.
Se construyó para conmemorar el peregrinaje hasta allí de los misioneros Franciscanos del monasterio Santo Espíritu de Gilet, en el siglo XVIII.
Este ermitorio, situado en bello paraje natural del Desierto de las Palmas, es uno de los puntos de referencia para los amantes del senderismo y de las caminatas en la montaña.
La ermita consta de una pequeña nave y de una bóveda de crucería sostenida por dos magníficos arcos torales que, junto a sus contrafuertes, forman el pórtico de la entrada lateral, de estilo clásico toscano y coronado con dos hornacinas de 1617.
En su interior se venera a Nuestra Sra. Del Buen Suceso (Mare de Déu de les Santes).
La ermita de Santa Ana se encuentra sobre el cerro de Santa Anna, a unos 350 metros de altura sobre el término municipal de Llosa de Ranes.
Enmarcada dentro del gótico valenciano, fue erigida por el cardenal Rodrigo de Borja en 1456, de ahí que el escudo familiar sea parte de la decoración de su espléndida bóveda azulada y estrellada. Junto a él, encontramos imágenes de San Miguel, el escudo de Xátiva y las armas de Aragón.
Su estratégica ubicación, coronando la montaña, proporciona a esta ermita una de las vistas más increíbles de la Comunidad Valenciana: en días despejados, desde allí pueden verse el Desierto de Las Palmas, en Castellón, y el Benicadell, la pared montañosa que separa las comarcas de la Vall d´Albaida (Valencia) y el Condado de Cocentaina (Alicante).
Esta ermita, una de las más curiosas de la Comunidad Valenciana, fue en su origen una antigua lonja medieval construida por la Orden de Montesa y destinada al comercio al por mayor de la lana producida en el Maestrazgo.
A principios del siglo XIX, el antiguo edificio civil se transformó en ermita y se dedicó a la advocación de San Sebastián, patrono de la localidad.
Una de las peculiaridades de esta ermita, donde actualmente se celebran actos religiosos y culturales, es que conserva el escudo primigenio de la Orden de Montesa en la puerta. También conserva un salón rectangular distribuido en 3 naves, posiblemente su característica más singular.
La Ermita de la Sang de Sagunto es un edificio barroco, de principios del siglo XVII. Se alza sobre una escalinata y, a diferencia de las ermitas tradicionales, de pequeño tamaño y fuera del entorno urbano, se encuentra cerca de la plaza principal y destaca por su gran frontón.
De su decoración interior son llamativos los frescos de la cúpula, atribuidos a José Vergara y que representan escenas de la Pasión de Cristo. Y es que, una de las peculiaridades de esta ermita es su vinculación con la Semana Santa Saguntina, cuyo origen se remonta al siglo XV. De hecho, aquí tiene su sede la Cofradía de la Sangre desde 1607 y es el lugar de partida de la mayoría de sus actos procesionales.
En lo alto del Monte de San Benito encontramos la Ermita de Santa Lucía y San Benito, construida a finales del siglo XVII siguiendo los patrones del estilo barroco valenciano.
El edifico original contaba con una capilla y con un anexo a la ermita, un hostal para peregrinos con sus correspondientes establos.
Actualmente, este espacio es mucho más que un lugar de culto, ya que cuenta con un Centro de Interpretación Etnológico donde se puede contemplar el yacimiento arqueológico de Santa Lucía.
Por otra parte, su ubicación en la Sierra de Irta la convierten en una de las ermitas que debes visitar en la Comunidad Valenciana: desde allí podrás respirar aire puro mientras contemplas el Mediterráneo y las islas Columbretes, a un lado, las montañas del Baix Maestrat, al otro, y la Plana Alta, bajo tus pies.