CASTELLÓN/VALENCIA. ¿Hay suficiente Castellón para la toda la cultura que se mueve en la provincia? Sin maldad, la pregunta plantea un punto fuerte del territorio: en las comarcas de la Plana hay un buen puñado de iniciativas que brillan por sí solas y cuyas propuestas pueden plantar cara, en originalidad y creatividad, a otras de la capital. ¿Pero hay suficiente público para contentar a las empresas y organismos que las organizan?
La clave de la respuesta está en la diversidad de propuestas, que van desde un pueblo de 200 habitantes que ha volcado su estrategia turística en el arte urbano a los macrofestivales que miran más allá de las fronteras autonómicas, pasando por las propuestas más marginales que se juegan su continuidad año tras año.
Ayer se presentó en la Fábrica de Hielo Emac Borriana, un festival de música independiente que busca afianzar un cartel arriesgado y explotar un espacio como el CMC La Mercé. ¿Qué gana una iniciativa tan concreta presentándose en València? ¿Cuán necesaria es València en la viabilidad de la cultura en Castellón?
Castellón en València, el reto de divulgar la singularidad
El festival Emac sonó con fuerza el año pasado por su ojo clínico para programar a Maria Arnal i Marcel Bagés, que resultaron ser la banda revelación del 2018. Fue en ese concierto en el que se dieron cuenta del poder de convocatoria a los que podía llegar la propuesta. “Al Arenal Sound acudieron miles de personas sacándose el abono para empadronados. Con que viniesen unos cuantos centenares, estaríamos más que satisfechos”, explica Vicent Tormo, director del festival. El mismo apunta que acudir a València no tiene ninguna connotación negativa, y apunta a algunas causas que resultan interesantes para el análisis. En primer lugar, “la actitud del público de la provincia de València es mucho más proactiva que los de Castellón” (Tormo confiesa que visita asiduamente la capital), lo que hace más efectivo decirle a un valenciano que coja el coche 45 minutos y vaya a un concierto íntimo de bandas emergentes y de un cabeza de cartel como Soleá Morente. Por otra parte, “hay barreras mentales de gente de otras localidades” que hace que una propuesta que puede valerlo no reciba la atención y el cariño de su público potencial. Y tercera, pero no menos importante, “los esfuerzos de la Administración se centran donde pueden conseguir más votos, y eso es -obviamente- València”.
Que un encuentro sonoro logre congregar a más de 400 profesionales en Castellón no es tarea fácil. La centralización de la cultura en las grandes capitales continúa siendo un hecho aunque cada vez golpeé con menor dureza a las ciudades pequeñas. Ejemplo de ello sería pues la Fira Valenciana de la Música que, con seis ediciones a su espalda, ha logrado situar a Castellón en el epicentro de la Comunitat, consolidándose como la ciudad valenciana “referente” en una industria no menos estigmatizada. En efecto, La Habitación Roja, Julio Bustamante, Mafalda o Cuello pasaron por el Auditori durante la pasada edición; pero a ello se sumó la intervención de diferentes expertos del sector, quienes debatieron sobre paridad, el crecimiento sin freno de los macrofestivales o el régimen jurídico de los artistas. Así mismo, hubo espectáculos teatrales, programados en otros espacios culturales de la localidad, y se celebraron más de 60 speed meetings entre promotores, discográficas y programadores. La organización asegura, además, que todo este despliegue artístico obtuvo la respuesta de más de 14.000 personas. Pero, ¿cómo captó Castellón tanto público en pleno mes de noviembre?
Si bien es cierto que el Trovam – Pro Weekend es una cita “para toda la Comunitat”, como recuerda el director territorial del Institut Valencià de Cultura (IVC) en Castellón, Alfonso Ribes; su celebración recala por completo en dicha ciudad. De ahí la implicación de la Diputación y el Ayuntamiento. No obstante, no es hasta un mes antes cuando la feria da a conocer toda su programación en una rueda de prensa que tiene lugar en la capital valenciana. De este modo, mientras que en Castellón se da a conocer el cartel musical, es en València donde se anuncia la lista de profesionales invitados, las actividades programadas y las “sorpresas” que aguarda la nueva edición. “Es evidente que para nosotros resulta positivo desdoblar la presentación del Trovam porque conseguimos mayor implicación institucional de la Generalitat. Cuesta que las grandes personalidades se desplacen hasta Castellón”, reitera Armand Llàcer, coordinador general de la actividad, quien sustenta que en medio de un contexto con “marabunta de festivales y mucha competencia”, hace falta “buscar tu público objetivo en diferentes puntos”. En efecto, Llàcer afirma que aunque la feria nace con una ambición territorial, quieren alzarlo a escala nacional y “poco a poco” internacional: “Estamos valorando el poder hacer presentaciones en otras ciudades fuera la Comunitat, pero de momento nos faltan recursos e infraestructura. Aun así es importante, dado que cuanto más presentaciones y visibilidad le des al evento, mayor impacto conseguirás”, justifica.
La misma fórmula repitieron pues los estrenados Premios Carles Santos de la música valenciana, que se desplazaron hasta València para presentar las nominaciones de su gala en Castellón. Eso sí, tiempo después de hacerlo en la capital de la Plana. “Los medios están donde están”, alega Alfonso Ribes, quien pone como ejemplo el hecho de que el año pasado se presentará el Festival de Jazz de Peñíscola en Castellón: “Si haces una rueda de prensa un día entre semana en pleno invierno o primavera en esta ciudad es bastante probable que no acuda nadie. Tiene pues más sentido desplazarse hasta el centro de la provincia. No lo veo como un problema”. Así mismo el delegado territorial del IVC recalca que el conseller de Cultura, Vicent Marzà, únicamente fue a la presentación de los galardones de Castellón. Aún así, la realidad es que los Premios de las Artes Escènicas que tuvieron lugar el pasado 1 de octubre en València, únicamente fueron expuestos aquí. ¿Por qué desplazar, pues, la anunciación del Festival de Jazz de Peñíscola hasta Castellón y los Carles Santos hasta València?
Las marcianadas se hacen hueco más rápidamente
En el otro lado de la moneda están aquellas iniciativas que no han tenido que llevar su promoción a València, aunque en realidad su visión del panorama cultural no sea muy diferente al del resto. Por ejemplo, la Feria de Arte Contemporáneo Marte, que en cinco ediciones se han conseguido posicionar como la única iniciativa de su tipo en la Comunitat y como una de las más importantes del arco mediterráneo. Si bien desde la organización no ven necesario hacer promoción para recoger público de València, sí que ponen en valor la colaboración con LaVac, la Asociación de Galerías. Su papel es crucial para dinamizar y engrandecer la cita, que busca posicionarse no solo como actividad de ocio sino como evento comercial. “Se va tejiendo una relación más distendida y fluida y eso se nota mucho”, cuenta Enrique Bocángelus, codirector del proyecto castellonense. De esta manera, la fórmula de Marte no pasa tanto por publicitarse como por llenar la feria de contenido que sea diverso y que resuma todas las propuestas del ámbito en el que se mueve. El público vendrá después.
Pero ¡ay!, cuando toca hablar de los medios de comunicación. “Hemos generado interés y nos hemos movido hasta València para entrevistas. Hubo un gran medio que nos hizo una entrevista un año y nos hemos vuelto, no sé por qué”, cuenta. Y es parece que las iniciativas de Castellón quedan en un segundo plano siempre que se ponen a competir con las de València, más aún cuando el público potencial de estos medios se concentra en la capital. Crítica aparte, a Marte, que alcanzó la muy notable cifra de 8.000 asistentes en esta última edición, les faltaron otros 2.000 para firmar una cifra redonda, y ahí sí que miran hacia el río Turia: “A la gente de València no le suele importar coger el coche, pero en las fechas en las que celebramos Marte hizo muy mal tiempo y eso lastró el público valenciano notablemente”, cuenta.
Caso destacado sería el de Vilafamés, que con pocos menos de 2.000 habitantes reúne en su municipio uno de los museos de arte contemporáneo más importantes de toda la Comunitat. En efecto, sus vecinos son conscientes de que el MACVAC se ha convertido en la tarjeta de visita de la localidad, gracias a una obra compuesta por más de 500 piezas cedidas por diferentes artistas del panorama nacional e internacional. Así mismo, junto a su destacado catálogo, el resto de entidades culturales alaban como el ente continúa en pié después de 50 años en marcha y sin apenas convocar a la prensa. “El MACVAC sigue completamente la ambición de su fundador Vicente Aguilera, la cual pasaba por crear un museo descentralizado de las grandes ciudades. Y es que antiguamente todos los eventos se hacían en Madrid, Barcelona o València”, recalca Longi Gil, concejal de Cultura de Vilafamés.
No obstante, el MACVAC “no vive aislado del resto”, destaca Gil. El contenedor cultural sí que es partícipe de llevar su obra hasta otros municipios de la provincia, como por ejemplo al Museu de Belles Arts de Castelló. E incluso ha viajado hasta el Reina Sofía de Madrid o el IVAM y el Centre del Carme de València. En efecto, el concejal anuncia que próximamente se realizará una exposición en La Nau. “El hecho de que estemos en un pueblo no quiere decir que nos cerremos totalmente. Las obras de Vilafamés viajan mucho”, reitera.
Ahora bien, si ponemos la lupa en el Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU) de Fanzara, su situación es todavía más excepcional. Fue en 2014 cuando las paredes de este pequeño municipio empezaron a mutar para transformarse en murales intervenidos por artistas urbanos. El proyecto nació además “sin ninguna necesidad de tener repercusión en medios”, tal y como afirma uno de sus impulsores Javi López, ya que se trataba de un proyecto social con el que recuperar la convivencia entre sus vecinos. Convertido, en la actualidad, en un santuario del arte urbano, Fanzara podría haber corrido otra suerte por la instalación de un vertedero de residuos industriales que el Ayuntamiento pidió acoger en 2005. Por ello, con la necesidad de poner fin al enfrentamiento entre quienes estaban en contra y los que se venían superados por la situación, se optó por la creatividad.
Pero lo que no esperaba Fanzara es que esta iniciativa se convertiría en un atractivo para los pueblos de alrededor, ni mucho menos que sería conocida más allá de España. “Poco a poco fue viniendo más gente a hacerse fotos y preguntaban por una guía para localizar los murales. Así que la hicimos. Igualmente, una asociación nos llamó para proponernos hacer visitas guiadas y talleres para los colegios. Y también lo hicimos. No sabemos decir que no”, reconoce López. La situación del MIAU es excepcional por esto mismo, no solo gestaron su idea sin salir del pequeño municipio, sino que además atrajeron el interés de fuera hacia dentro. De hecho, su festival recibe cada año el voluntariado de más creadores. Prueba de ello es la “alta participación” que ya está teniendo su convocatoria para la sexta edición (abierta hasta el 31 de enero), y que por el momento ha recibido la solicitud de más de 100 artistas de 23 países diferentes. Pero además, el equipo del MIAU ha viajado hasta México para dar una charla y recientemente fueron invitados a la Universidad Complutense de Madrid. “Donde nos llaman vamos. Hemos ido creciendo sin ningún tipo de guión y queremos seguir así, porque nuestro interés está en agradar a los vecinos. El MIAU continuará hasta que ellos quieran”, manifiesta su impulsor.