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EL PODER Y LA PALABRA / OPINIÓN

Es momento de diálogo y consenso

27/08/2023 - 

Estrené mi mayoría de edad votando con enorme satisfacción el referéndum constitucional y tuve la fortuna de leer mi Tesis de Licenciatura sobre 'La enseñanza en la Constitución de 1978', poco tiempo después de su aprobación. Quienes hemos vivido de cerca la transición a la democracia en España no necesitamos que nadie nos explique el significado de la palabra consenso.

La Constitución Española del 78 fue el gran acuerdo entre representantes políticos, organizaciones sociales y sociedad civil que resolvió una parte importante de nuestros grandes conflictos históricos: Monarquía frente a República, capital frente a trabajo, centralismo frente a independentismo y confesionalismo frente a laicismo, entre otros.

Los líderes de la época decidieron optar por el diálogo y la negociación y antepusieron el interés general y la visión de Estado a sus intereses particulares. No hubo claudicación en sus convicciones, sino que renunciaron voluntariamente a maximalismos y se comprometieron en dar prioridad a un nuevo marco de convivencia entre los españoles. 

A una pequeña parte de nuestros actuales dirigentes, no precisamente a los más responsables, les molesta que se recuerde que, gracias a la generosidad y determinación de aquellos grandes líderes, que supieron estar a la altura de las circunstancias, España ha logrado la más importante y prolongada etapa de desarrollo económico, social y humano, así como del mayor disfrute de derechos civiles de su historia. 

Cada vez que quiero comprobar si hay algún malintencionado ignorante de nuestra historia reciente en mi entorno, repito esta última frase, a modo de mantra, y me preparo para desmontar, sin perder la paciencia ni la compostura, sus infundadas críticas. No tiene mucho mérito neutralizar relatos tan falsos e inconsistentes, la verdad. Hagan la prueba y verán.

En mi opinión, una de las principales razones, por la que fue posible y conviene recordar, aquella etapa ejemplar, fue el reconocimiento y el respeto entre todos y cada uno de los principales actores. Pasados los años, observamos con asombro y preocupación la progresiva desaparición de la esfera pública de aquellos valores de diálogo y convivencia, y su sustitución por discursos de enfrentamiento y descalificación que están llevando a una polarización artificial y peligrosa de la sociedad española. Por su relevancia, es especialmente preocupante la dinámica establecida entre los dos partidos mayoritarios, el Partido Popular y el PSOE.

Ante la gravedad de la situación, un grupo de académicos y ciudadanos independientes, agrupados en torno a la plataforma Consenso y Regeneración han elaborado un manifiesto que tiene por objeto "recuperar la cordialidad política que permita un diálogo constructivo entre los diferentes partidos y, en particular, entre PP y PSOE, en aras de afrontar los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad y para dotar de estabilidad institucional a nuestro país. Porque es mucho más lo que nos une que lo que nos separa".

Aunque la iniciativa anima a estos dos partidos a "que aprovechen el actual proceso de formación de gobierno para entablar un diálogo encaminado a forjar acuerdos de gobierno o legislatura" no se trata de una iniciativa diseñada exclusivamente para este delicado y complejo proceso de investidura, sino que va más allá al animar a "pactar políticas fundamentales en interés de todos los españoles y de nuestra propia democracia (…) No pueden seguir demorándose determinadas reformas y políticas de Estado que exigen consensos transversales".

Sea cual sea el resultado del próximo proceso de investidura, la sociedad española necesita con urgencia un cambio de tendencia en las relaciones entre partidos políticos y un enfriamiento de las hostilidades, demonizaciones y dramatizaciones artificiales e interesadas que se han propagado durante los últimos meses. Que nadie piense que el citado manifiesto es un intento espurio de presionar indebidamente, ni de proponer atajos contra natura. 

Al menos en la motivación principal de este firmante, el valor fundamental del documento es expresar el rechazo frontal de la sociedad civil a una dinámica inadmisible y la determinación de seguir manifestando públicamente que no nos reconocemos, como murcianos, ni como españoles, en el enfrentamiento sistemático, ni en el rechazo frontal al otro. Aunque no coincidamos en las ideas, optamos por el respeto y el diálogo constructivo.

Entiendo que haya lectores que puedan discrepar del contenido, o de la oportunidad de este manifiesto; o bien, que lo consideren un gesto ingenuo, en un contexto de intereses tan consolidados y de desconfianzas tan generalizadas. A pesar de todo ello, quien suscribe ha firmado con satisfacción este texto. Cualquier camino, por modesto que sea, que nos dirija hacia el modelo de sociedad que queremos es adecuado y preferible al silencio, en ocasiones cómplice, frente a quienes pretenden insultar nuestra inteligencia y convertirnos en 'hoolligans' de sus lemas e interesadas proclamas de odio o enfrentamiento. Que sepan, al menos, que hay ciudadanos que no nos dejamos manipular, que tenemos voz propia y que creemos que otro tipo de convivencia es posible.

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