EL ÚLTIMO ALMUERZO

Esmorzar en ​​0,0306 km², por ejemplo

Último Hedonista antes de las vacaciones. Podría ir de cualquier cosa, porque la verbena aprieta y el sudor hace que se me resbale la ética periodística. Pero va de almorzar.


| 29/07/2022 | 3 min, 53 seg

Decepción. Esperaba que los habitantes de Emperador se llamasen ‘emperadores’ y ‘emperatrices’, pero su gentilicio es ventero/-a. Esto es porque la localidad también recibe el nombre de Lugar Nuevo del Emperador o La Venta del Emperador. Estamos en el municipio español situado en la parte central de la comarca de la Huerta Norte, en la provincia de València, la Comunitat de totes. Tan solo ocupa 0,0306 km², siendo así el más pequeño del país en superficie, y el más densamente poblado.

Tiene dos bares: Casa Fede y Cafetería Merxe.

No abren por la tarde. Esto, en lenguaje hostelero, se traduce a dar desayunos, almuerzos y comidas. Hay polígonos alrededor y se mueven en horario de desayunos, almuerzos, comidas.

Emperador se llama Emperador porque un comerciante llamado Agustín Emperador instaló en 1760 varias fábricas y talleres. Años después, en 1771 obtuvo permiso para construir viviendas y una ermita, después se hizo su palacio con torre y huerto, más viviendas, un horno de cocer pan, carnicería, dos (¡dos!) fábricas de aguardiente, casas oficiales para la costurera, el maestro, el alpargatero, el cubero, el alcalde y compañía —la progresión de edificios tiene un deje al recorrido de una partida larga del Age of Empires—.

En 1812, ¡desgracia! Durante la Guerra de la Independencia Española, las tropas francesas se llevaron de la ermita la imagen de la Virgen del Rosario.

Emperador ha tenido su muvis (sus movidas, en lenguaje de la generación zeta) de acción social. El Real Decreto 581/1978 provocó que el pueblo se fusionara con el municipio de Museros, pero la presión de los venteros y venteras consiguió que en 1984 el Tribunal Supremo fallara a favor de las reivindicaciones del pueblo. En 1985 Emperador volvió a ser municipio.

Al municipio no le queda suelo urbanizable

Hemos dicho que los bares son Casa Fede y Cafetería Merxe. L’Horta Nord está tejida por bares con el nombre de sus dueños o antiguos dueños. Como Cheer, sin apellidos.

Fede y Merxe comparten ese horario de hostelería que no pasa del servicio de comidas. Están cerca de fábricas y campos, y las fábricas y campos están lejos de las horas sin luz natural.

Si McDonalds con su menú Big Mac vendía que puedes sentirte en casa en cualquier parte con sus hamburguesas, los esmorzars de esta comarca y las colindantes hacen que te sientas en cualquier pueblo como en tu pueblo.

Dos bares para un pueblo tan pequeño no está nada mal.

Un chivito, con sus pequeñas variantes locales, siempre es un chivito. El chivito es vencer la indecisión. Lo quiero todo y lo quiero ya. Un bocadillo hecho con todo el fondo de nevera. Como vestir tres estampados distintos y que extrañamente, funcione.


Me gustaría una historia loca sobre estos dos bares. Que Fede y Merxe incumplieran algún tipo de norma de libre competencia. Fede y Merxe, que en verdad son Federico y Mercedes, o eso pone en los toldos de Casa Fede, aliados desde hace décadas para copar todo el mercado hostelero de un pueblo que no puede crecer.

¿Cómo es crecer en un pueblo que no puede crecer? Quisiera preguntárselo a alguna de estas personas —estoy en Cafetería Merxe, un poco por sororidad, un poco porque voy en bici a una hora en la que debería estar lloviendo Aquarius para poder ir en bici, un poco porque Merxe ha salido a mi paso—. Nadie en Cafetería Merxe a quien preguntar por su infancia.

Una mujer, que no tiene cara de Merxe, me sirve cacaosencurtidosunacocacolafresquita y “debocadilloloquequieras” “¿Lo que quiera?” “Sí, lo que quieras quetengamosperotenemosdetodoqueacabadevenirelchicoquenostraelascosas”. Entiendo que el chico que trae las cosas no es un repartidor de Makro. Es un chico de banco de imágenes, con un rostro brillante de salud rural y brazos como cinco aizkolaris —los cortadores de troncos vascos—. Lo que yo quiero él no lo tiene, como suele pasar en la vida.

La página web de Cafetería Merxe es un ejemplo del querer y no poder. Después de detallar las formas de pago y los horarios (de lunes a sábado, de 07 a 14 horas), en letras bien grandes pone: ven a vernos y pasa una velada maravillosa.


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