VALÈNCIA. El esófago de Barret (EB) es una consecuencia a largo plazo frecuente de la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
La trascendencia del diagnóstico y tratamiento precoz de esta afección es poder detectar si estamos ante un cáncer de esófago. Por el hecho de que el esófago de Barrett aumenta el riesgo de este tipo de cáncer, que puede crecer rápidamente.
El esófago es la estructura tubular muscular, hueca y contráctil por la que pasan los alimentos y los líquidos desde la garganta hasta el estómago.
La pared del esófago se compone de varias capas de tejido que incluyen la mucosa (es la capa en contacto con los alimentos), el músculo y el tejido conectivo.
Si observamos estas capas en un microscopio, en la mucosa encontramos una serie de células de aspecto aplanado que se colocan a modo de pared o empedrado. Es lo que se denomina epitelio escamoso.
Ante una situación de reflujo gastroesofágico severo y prolongado, los jugos ácidos del estómago lesionan este epitelio y provocan su transformación o metaplasia, pasando sus células a tener un aspecto columnar.
Así, el esófago de Barrett (EB) es la sustitución del epitelio escamoso que normalmente tapiza el esófago distal por un epitelio columnar, más típico de otros órganos como el intestino.
“Se da la paradoja de que este epitelio columnar confiere una mayor protección contra la acción de los jugos gástricos, es decir, es un mecanismo de defensa de nuestro organismo, pero al mismo tiempo y desafortunadamente, supone un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer”, explica el Dr. Luis Carlos Saldarriaga Ospino, especialista del Servicio de Cirugía General del Aparato Digestivo de Quirónsalud Valencia.
El esófago de Barrett no produce señales ni síntomas específicos pero, debido a que existe una conexión muy fuerte entre la Enfermedad de Reflujo Gastroesofágico (ERGE) y el esófago de Barrett, podría decirse que su forma de manifestarse es similar.
El síntoma fundamental es la pirosis, coloquialmente “ardor”, que consiste en una sensación desagradable, a veces dolorosa, como de quemazón que asciende y desciende desde el epigastrio (“boca del estómago”) hacia el cuello por detrás del esternón. Con frecuencia, la pirosis se acompaña de regurgitaciones del contenido gástrico hacia la boca.
Estos síntomas empeoran de forma característica tras las comidas o al tumbarnos, ya que se facilita el reflujo por la postura.
A la larga, los pacientes pueden referir tos, voz ronca por laringitis, e incluso iniciarse o agravarse un cuadro de asma; todo ello por la acción irritante de los ácidos gástricos que ascienden por el esófago y alcanzan las vías respiratorias.
Otros signos y síntomas comunes de la ERGE son la sensación de nudo en la garganta o la dificultad para tragar (disfagia). Este síntoma es probablemente tardío y precisaría atención médica preferente.
“Hay que tener en cuenta que casi la mitad de los pacientes con ERGE y Esófago de Barret no presentan ninguna sintomatología, siendo este el grupo más peligroso en cuanto a detección de un posible cáncer”, comenta el Dr. Luis Carlos Saldarriaga Ospino.
Su importancia estriba en su potencial premaligno, habiéndose comunicado que el cáncer de esófago es aproximadamente 30 veces más frecuente en estos pacientes que en el resto de la población.
Sobre la metaplasia descrita, característica del Esófago de Barret, pueden desarrollarse cambios más profundos que originan células anormales, hablándose entonces de displasia.
Recientemente, se ha estimado que el riesgo global de desarrollar un cáncer de esófago de la estirpe adenocarcinoma sobre un esófago de Barrett, es del 0,25% cada año; es decir, que el riesgo es bajo, incluso en personas que tienen cambios precancerosos en las células del esófago.
No obstante, debemos considerar que esta tasa asciende al 4 - 8% por año para los pacientes con displasia grave.
Afortunadamente, la mayoría de las personas con esófago de Barrett nunca desarrollarán cáncer de esófago, pero su potencial cancerígeno obliga a seguir protocolos de vigilancia y tratamiento exhaustivos y meticulosos.
La única manera de confirmar un diagnóstico de esófago de Barrett es mediante una prueba llamada gastroscopia o endoscopia digestiva alta que se realiza bajo sedación y no precisa de ninguna preparación especial, solamente mantenerse en ayunas.
Consiste en insertar un tubo pequeño (endoscopio) a través de la boca, progresar hacia el esófago y analizar si existe un cambio en las células del esófago distal, justo en la unión con el estómago.
Habitualmente, ya el aspecto del esófago puede sugerir la existencia de un esófago de Barrett durante la endoscopia. Sin embargo, el diagnóstico solo se puede confirmar con pequeñas muestras de tejido (biopsias) obtenidas a través del endoscopio.
Estas muestras son analizadas por un patólogo con experiencia, quien determinará no solo si existe esófago de Barret, sino también si las células muestran cambios anormales (displasia) o malignos.
“Los pacientes con esófago de Barrett deben hacerse pruebas regularmente para poder detectar cáncer en una fase temprana y potencialmente curable” confirma el Dr. Luis Carlos Saldarriaga Ospino.
Es importante distinguir la cirugía que precisa un paciente por ERGE a la que hemos descrito para el esófago de Barret con displasia o cáncer. Son circunstancias y cirugías, afortunadamente muy diferentes.
El esófago de Barret debe entenderse como una complicación de la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Pero son entidades diferentes.
Aunque el tratamiento conservador ha demostrado tener una eficacia similar a la cirugía para controlar los síntomas, estudios científicos prospectivos sugieren que la cirugía antirreflujo, al controlar el reflujo ácido estomacal y alcalino biliopancreático, es más eficaz para prevenir la progresión a displasia y cáncer.
“Hay que valorar meticulosamente cada caso clínico y el riesgo de cada paciente en un comité multidisciplinar entre especialistas médicos de Gastroenterología, Anatomía Patológica, Radiología, Oncología y Cirugía Digestiva”, señala el Dr. Luis Carlos Saldarriaga Ospino
Cuando el riesgo operatorio sea alto, por edad avanzada y/o enfermedades concomitantes importantes, habrá que sustituir la cirugía por un tratamiento médico.
El procedimiento, llamado funduplicatura, suele ser muy eficaz: un 90% de efectividad en la mayoría de los estudios.
Consiste en cambiar quirúrgicamente la anatomía del estómago, confeccionándole una especie de “bufanda o corbata”. El objetivo es crear una válvula antirreflujo y así evitar que el ácido del estómago o el contenido alcalino biliopancreático asciendan hacia el esófago.
El abordaje en la actualidad suele ser mínimamente invasivo, lo que favorece una rápida recuperación del paciente, que estaría un promedio de dos días en el hospital. Por lo que también se reducen las complicaciones o secuelas derivadas de la cirugía.
Inmediatamente después de la intervención, el paciente es trasladado a la sala de recuperación postanestésica. Cuando cumple unos criterios de buena evolución, pasa a su cama de hospitalización general con el tratamiento prescrito por los especialistas.
Tras el alta hospitalaria, deberá tomar una dieta basada en líquidos claros, purés y cremas durante 2 semanas.
Posteriormente, podrá ingerir una serie de alimentos suaves según las recomendaciones previamente descritas para la ERGE.
El enfermo puede referir una sensación de “estrechez” al tragar durante 6 a 8 semanas. Esto se debe a la inflamación, dentro del esófago, derivada de la cirugía, la cual se irá reduciendo progresivamente. También puede experimentar sensaciones de distensión abdominal, “hinchazón”, o gases.
La recuperación será progresiva, pudiendo (y debiendo) dar paseos y retomando poco a poco a sus actividades diarias. “La mayoría de las personas pueden reincorporarse a su puesto de trabajo 2 a 4 semanas después de la cirugía laparoscópica, según su actividad laboral”, determina el Dr. Saldarriaga Ospino.
Quirónsalud Valencia dispone de la unidad especializada en endoscopia digestiva avanzada donde cuentan con equipos de última generación para el tratamiento de enfermedades del aparato digestivo, entre ellas el esófago de Barrett.
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