Los grandes banquetes y las producciones audiovisuales tienen algo en común. Guionistas y cocineros se afanan por elaborar miles de divertimentos que nos dejan sin aliento y que cientos de blogueros se encargan de evaluar
MADRID. La dietética moderna y las enfermedades más o menos imaginarias del aparato digestivo han ensanchado las fronteras de la libertad. Nada es obligatorio. Hoy nadie se maravilla si alguien se sienta a la mesa y no prueba bocado; algunas comidas parecen los banquetes de la Corte en donde apenas un camarero ha llenado un plato, viene otro camarero y se lo lleva. Ocurre algo similar con la creación audiovisual: los mercados ofrecen productos que buscan el éxito sin dar apenas tiempo a que el espectador los digiera. Así que guionistas y cocineros se afanan por elaborar miles de divertimentos que nos dejan sin aliento y que cientos de blogueros se encargan de evaluar. Por ello, además de un apetito insaciable, son recomendables dos cosas: tener en la nevera un par de huevos para tomarlos pasados por agua cuando se regresa a casa y hacerse con una reserva de películas de los años 40 para refrescar la mente. Añadamos a esto el ligero ejercicio de la crónica social que añade la sal justa para los que miran más allá del velo del misterio del foco de las cámaras.
El tuteo en Madrid no ha sido una moda, sino una obligación. Cuando entré en Radio Nacional de España con 23 años, enrojecía si Jesús Ordovás, del Diario Pop de Radio 3, se sentaba a mi mesa en el comedor de Prado del Rey. Me encontré con ese inteligentísimo tótem vigués en la Cervecería Alemana y charlamos de aquellos tiempos en los que la cultura era un valor con el que jubilarte con dignidad sin tener que dar un pelotazo o documentar doce páginas a lo low cost. En Valencia le podemos disfrutar, de cuando en cuando, pinchando en el Wah Wah club de la calle Campoamor.
La crisis también ha conseguido que nos tratemos todos de tú: los tuiteros obligan a Clara Lago a disculparse públicamente por declarar que a veces no le apetece hacerse fotos con todo el Universo y una avalancha de clics cambia el curso de las carreras artísticas. De modo que industria y clientes se tratan hoy en día con la familiaridad de cuando existían esos viejos camareros con memoria para las fechas históricas, prestos a recitar versos de Espronceda o dispuestos a contarnos cuando Concha Piquer les estrechó la mano. Pero esos profesionales ya casi no existen; en su lugar hay una familiaridad irreflexiva, en la que mercados y público fingen conocerse durante un segundo y se olvidan al siguiente de con quién han ejercido una interacción a través de las redes sociales: el tuiteo es el nuevo tuteo pero con la ansiedad de una satisfacción inmediata.
Paseo regularmente por la inmediaciones del Palacio de Las Cortes para hacerme el encontradizo con nuestros políticos en campaña, pero sin éxito. A cambio me encuentro ante la cercana Embajada de México al realizador Álex de la Iglesia junto al Hijo del Santo, que van a realizar una producción de cerca de 30 millones en varios escenarios internacionales y que está en fase de escritura de guión y pre-producción. Sería el regreso de El Santo al cine después de que los realizadores mexicanos no mostraran interés por el proyecto. Junto al guionista Jorge Guerricaecheverría, proyectan esta alternativa a los superhéroes americanos reviviendo éxitos de títulos tan actuales como “El Santo contra Cerebro del Mal”.
También el singular Sergi Arola, odiado y amado, de estética rockera, capaz de enseñar sus pezones en revistas de moda se tutea con el mundo y divulga personalidad, ego y cocina en twitter (@sergiarola68) presentando más de sesenta nuevos productos gourmet para la cadena de supermercados Lidl (lleva más de 2.000 en ocho años) en su campaña navideña “Lujo para todos”, un gran lema social que supera con mucho al de Ciudadanos. Ha preparado el recetario Sensaciones que se distribuirá en los supermercados de la marca alemana, ofreciendo productos gourmet a precios económicos con la firma “by Sergi Arola” que comprende congelados, mermeladas, helados, quesos, patés o yogures. Para ello organizó un evento en su restaurante de la calle Zurbano en Madrid: jardín de musgo y helechos en la pared, trío de jazz y cantante con orquídea en el pelo, muchísimos blogueros; nos tapó los ojos con una máscara, nos taponó la nariz para meternos en el mundo de los sabores y realizó un show cooking. En Valencia no se organizan este tipo de eventos tan vistosos, donde creo que yo quedaría genial como embajador de cualquier cadena de alimentación.
El fotógrafo Óscar Gallardo, me cuenta entre otros chismorreos que Richard Gere organizó un tremendo escándalo en la presentación de “invisibles”: firmó autógrafos y se hizo fotos con todo el mundo, más que los actores españoles que le acompañaban, hasta que los organizadores decidieron que ya estaba siendo demasiado amable y se lo llevaron de entre el público asistente; Alabó a la alcaldesa de Madrid y declaró que en vez de esconder a los sin hogar hay que abrazarlos y acercarlos a la sociedad.
No sabemos si esto es lo que se hace en los mercadillos solidarios a los que acude la crema de la aristocracia madrileña donde los gráficos esperan la llegada de la ex-reina Sofía para retratar cómo recibe la Menina Ventera en un ambiente de caseta andaluza con enjundia de manos de la autodidacta Esperanza Colastra, esposa de un gran abogado canario. Lo que sí sé es que Manuela Carmena patea las calles de Lavapiés para comprobar su limpieza. El dueño del castizo bar La Redicha, del que es asíduo mi homónimo Carotone, me cuenta entre caña y caña que le preguntó cómo iba todo, y Carmena le respondió: “Vamos como Podemos”. Mucho arte.
Me invitó Sergio Pazos, el gallego del CQC, a la presentación de la 17ª temporada de Cuéntame en el Festival MiM Series (comparte nombre con el MIM de sueca creado por Abel Guarinos). Estrenaban un capítulo ya con las navidades de 1984, época de Felipe González y la tragedia de Alcalá 20 y nueva cabecera con sintonía de Miguel Ríos.
Irene Visedo se reincorpora como Inés Alcantara y acaba con la polémica Punzano. Antonio Resines, que se incorpora a la serie, afanado director de la Academia de Cine, tiene una imagen como de gamberro pero un carácter encantador; se sentó a mi lado durante la proyección y justo detrás de Ana Duato, que vino con su hija, la cual ha heredado la elegancia natural de la madre aunque viniera con una diadema con orejas que está de moda entre los niños la capital. Presentó el acto Imanol Arias y asistieron todos los actores de la serie: María Galiana, el joven Pablo Rivero -que se lanza al teatro- y Paula Gallego. Sólo faltaba Juan Echanove que celebró el estreno de su nueva obra, como no, con una gran comida.
Justo antes, desfilaron por el festival los de la fantástica serie fantástica El Ministerio del tiempo, lujo que sólo se puede permitir TVE y que ha recibido recientemente un premio Ondas. Su creador, Javier Olivares, junto al trabajo de los actores Nacho Fresneda, Juan Gea, Julián Villagrán y Mar Saura, han conseguido atraer a la comunidad joven de internet sin precedentes, y sus fans se encuentran entre un público que ve más allá de los premios. Un fenómeno entre tantos fenómenos.