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LA CIUDAD Y SUS VICIOS

Espai Alfaro, la inesperada guarida creativa que se esconde en Godella

Un polígono.Una puerta que se abre. El espacio testimonio del escultor valenciano AndreuAlfaro recoge uno de los mejores latidos artísticos y creativos de València,recopilando su obra, el estudio de arquitectura Fran Silvestre, la colección deelectrodomésticos de Alfaro Hofmann...

11/03/2017 - 

VALÈNCIA. En mitad de un polígono industrial flanqueado por naves. De una de ellas sale un camión de congelados que toma mal la rotonda y precisa detener durante un instante la fluidez del tráfico para que un aliado le dirija por su camino. En una calle con dos nombres: Fusters, la vigente hasta ahora, y Avinguda Andreu Alfaro, la que acaba de llegar. Según el navegador que se use, se está en una u otra calle. 

Diing. Al timbrazo una puerta casi anónima se abre, como si uno estuviera a punto de colarse por una urbanización exclusiva. Es mejor. Pablo, del estudio Fran Silvestre, recibe como un cicerone. Al paso Andrés Alfaro Hofmann, hijo del memorable escultor Andreu Alfaro. De Alfaro Hofmann dijo Miguel Alberola que “no nació en Weimar sino en Valencia, aunque se inserta mejor en la doctrina de la Bauhaus que en la del Museo Fallero”. “¿Habías estado antes?”, pregunta él.

Aquel espacio, tan repentino, tan imprevisto, supone colarse en una rendija de un mundo que representa algunas de nuestras mejores cosas. En un patio inmenso algunas de las figuras de Andreu Alfaro crean ejes de ensueño. Un contenido para sobrecalentar Instagram Historias. “¿Dónde es eso?”, responde la comunidad. Es en Godella, en un polígono.

El testimonio de la obra inmensa de Alfaro, aquel hijo de carnicero que decidió con sus manos explorar mundos ignotos, viajar por cuenta y riesgo a París para conocer lo desconocido, pero tras no conseguirlo reincidir en Bruselas hasta lograr dominar los materiales en una fina simbiosis. Las esculturas de Alfaro pedían mucho espacio, grandes tamaños, áreas limpias dispuestas a simular el espacio público. Es la razón por la que que sus antiguos talleres vengan a parecer plazas y avenidas. En lugar de echarse a perder a su muerte han florecido y se han transformado en un testigo excepcional.

El runrún interior declara: menudas colas habría en este espacio si estuviera en otro lugar… Pensamiento estéril. València guarda en Godella uno de sus mayores instalaciones creativas, en una combinación de usos exótica que acoge un estudio de arquitectura capital como el Fran Silvestre; las aulas del máster MArch de arquitectura, diseño e innovación; la sala de exposiciones del legado de Andreu Alfaro (conservando las dos estancias en las que trabajaba el metal y la piedra); el estudio de Alfaro Hoffman, su colección de objetos cotidianos (más de 5.000 piezas de electrodomésticos que la convierten en una de las mayores exposiciones europeas para explicar la evolución del diseño en el hogar), una biblioteca

Ni coworking ni compartición de trabajo. Una zona de usos arremolinados en el que la fuerte tradición artística, la arquitectura y el diseño se dan de bruces generando situaciones imprevistas: “Para que te hagas una idea -explican desde el estudio Fran Silvestre-, esta semana se iba a montar una escultura de gran formato de Andreu Alfaro. Cuando iban a iniciar el proceso, todos los miembros del equipo dejamos nuestras tareas momentáneamente y ayudamos en su montaje. Contribuir en su construcción fue muy especial y emocionante”. 

Alejados del detalle, parecería una ciudad a pequeña escala en la que se bruñe progreso. 

"¿Dónde es?”, reinciden. En Godella, 13.000 habitantes, con vecinos ilustres en la memoria como Ignacio Pinazo, Artur Heras o el propio Andreu Alfaro. Una densidad de talento inusual. “Para Ignacio Pinazo Camarlench (1849 -1916) Godella fue como la Martinica para Gauguin, el lugar donde refugiarse”, escribía Carlos Aimeur. Esa capacidad del municipio para el refugio artístico pide lupa.

En el antiguo estudio del escultor Fran Silvestre Arquitectos creó sus cuarteles generales. Cuando llego varios de los miembros de su equipo se van a dormir de buena mañana después de una noche cerrando entrega. Están especializados en proyectos residenciales, destinados ahora mismo para Comunitat Valenciana, Andalucía, Madrid, California, Bruselas o Moscú… “Estamos recibiendo también encargos como un hotel, la sede de una importante compañía de fabricación de bicicletas, edificios industriales o, incluso, el rediseño de un barco”. Su página de Facebook es seguida por cerca de 210.000 personas. 

Frente a esto, el antiguo taller de Andreu Alfaro. Se disponen allí muchas de sus obras, organizadas cronológicamente como en una línea temporal que narra en consecuencia la evolución de la relación entre el ser humano y los materiales durante la segunda mitad del siglo pasado. 50 esculturas de pequeño y medio formato, 6 de tamaño grande. Mientras, la colección de electrodomésticos de Alfaro Hofmann dispone 5.000 piezas, 400 objetos expuestos. La biblioteca acumula 20.000 volúmenes de arte, arquitectura y diseño.

Un tótem de la arquitectura como Álvaro Siza prepara su visita a Espai Alfaro. “En una visita reciente de Fran Silvestre al estudio de Siza, le regalamos el catálogo razonado de Andreu Alfaro que editó el IVAM en dos tomos. Siza no lo conocía, pero quedó impresionado porque decía que su producción, sin existir una conexión previa entre ambos, guarda muchísima relación. Empezamos a comparar dibujos de ambos y vimos que ciertamente hay muchísimas similitudes. Hemos estado trabajando en ello durante los últimos meses y tenemos intención de poder mostrarlo en el Espai. Es algo muy emocionante.

Al volver al principio, la sensación perpetua de que entre este bocado de polígono se esconde un inmenso potencial en aumento. Todo empezó en 1987 cuando Andreu Alfaro construyen un primer edificio y aprovecha el resto de la parcela para montar las esculturas de gran formato que iba produciendo. En 1995, enfrentado al volumen grande, se levanta un segundo. “Son dos edificios que se relacionan entre sí y que generan una plaza en el centro que se convierte en una especie de oasis en medio de un espacio industria”. Queda configurado el Espai. El autor del complejo es Emilio Giménez, autor junto a Carlos Salvadores del IVAM. Giménez, como Alfaro, pululaba en la Vanguardia valenciana. 

Giménez resulta clave en la posterior evolución del oasis. Profesor de Fran Silvestre en la universidad, puso en contacto a Fran y a Andrés Alfaro Hofmann. La conexión entre dos universos se alinea. Ambos empezaron pronto a colaborar, encargándose un equipo de la arquitectura y otro del interiorismo del futuro espacio para la colección de electrodomésticos. “La influencia de Andreu Alfaro en su trabajo no tardaría en hacerse notar. Existen proyectos inspirados directamente en sus esculturas”, señalan desde el equipo de Silvestre.

Andreu Alfaro, Emilio Giménez, Andrés Alfaro Hofmann, Fran Silvestre… La fina conexión. Se cierra la puerta. Un espacio prodigioso queda atrás. En un polígono

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