MADRID. El elevado desempleo estructural y la inflación de España plantean riesgos a corto plazo para una economía que, por lo demás, es resistente y está creciendo, lo que ha llevado a una mejora de las perspectivas fiscales a corto plazo. Sin embargo, los crecientes pagos de pensiones para una población que envejece constituyen un reto a largo plazo.
La fortaleza crediticia de España ('A-'/Estable) reside en su economía grande y diversificada, lo que se hace patente en un crecimiento del PIB del 5,5% en 2022, a pesar de las repercusiones de la guerra de Rusia en Ucrania, que frenó el crecimiento en gran parte de Europa. La producción económica de España debería superar sus niveles anteriores a la pandemia en el segundo semestre de 2023 -alcanzando los del resto de la eurozona- con un sólido crecimiento real del 1,6% en 2023 y del 2,1% en 2024. Se espera que las perspectivas de crecimiento a medio plazo de España se beneficien de la importante financiación de la UE y de la inversión pública a través de su Plan de Recuperación y Resiliencia, con subvenciones asignadas por valor de 69.500 millones EUR (5,6% del PIB anterior a la pandemia).
El continuo repunte del turismo internacional, así como los buenos resultados de las exportaciones de servicios no turísticos y del consumo de los hogares, apoyaron la recuperación del año pasado. La capacidad de producción de energías renovables de España y su importante infraestructura de regasificación le dieron una ventaja comparativa para resistir la crisis energética.
La tasa de desempleo de España ha alcanzado su nivel más bajo en décadas (12,9%), lo que refleja la relativa fortaleza del mercado laboral, con mejoras en la calidad del empleo desde la reforma de 2021. No obstante, se espera que el aumento del empleo se modere a medio plazo, mientras que la tasa de desempleo sigue siendo la más elevada de los países de la eurozona como se observa en el siguiente gráfico.
La inflación de los precios al consumo disminuyó hasta el 3,3% interanual en marzo de 2023, desde un máximo del 10,8% en julio de 2022, debido a unos efectos de base más favorables y a la bajada de los precios de la energía. Sin embargo, la inflación subyacente se mantuvo elevada en el 7,5% en marzo, reflejando en parte la repercusión de los costes de la energía. Aunque se espera que la inflación general siga disminuyendo a medio plazo debido al endurecimiento de la política monetaria del BCE, es probable que las presiones subyacentes sobre los precios sólo se reduzcan gradualmente.
Las perspectivas presupuestarias de España mejoraron en 2022, con una reducción del déficit público hasta el 4,8% del PIB, lo que supone una mejora de 2,1 puntos porcentuales respecto al año anterior, gracias a un sólido crecimiento de los ingresos y a pesar de la puesta en marcha de importantes medidas destinadas a mitigar el impacto de la crisis energética en el sector privado, que ascendieron al 1,5% del PIB.
Sin embargo, se espera que el aumento de los pagos de pensiones y la prórroga de las medidas de apoyo a la energía ejerzan presión sobre los Presupuestos Generales. Se prevé que el déficit fiscal disminuya sólo moderadamente en 2023, hasta el 4,4% del PIB.
El Gobierno español pronostica un aumento de aproximadamente el 6% de sus ingresos tributarios este año, apoyado por un nuevo impuesto sobre el patrimonio, impuestos extraordinarios temporales sobre los bancos y las empresas energéticas, y un aumento de las cotizaciones a la seguridad social. Esta previsión parece optimista dadas las expectativas de moderación de la confianza de los consumidores y las empresas a medio plazo. El gasto público español también sigue una tendencia claramente alcista, alcanzando niveles sin precedentes en los Presupuestos de 2023.
Es probable que el crecimiento de la recaudación del impuesto sobre el valor añadido (IVA) y del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) pierda impulso, lo que limitará la reducción del déficit presupuestario global hasta aproximadamente el 3,7% del PIB en 2024, con una estabilización del déficit por encima del 3% del PIB en los años siguientes.
El ratio deuda/PIB de España disminuyó hasta el 113,2% en 2022, lo que supone un descenso de cinco puntos porcentuales respecto al año anterior, impulsado por el fuerte crecimiento económico nominal, pero sigue siendo 15 puntos porcentuales más alto que antes de la pandemia. Esperamos que el ratio se modere hasta el 111,4% en 2023, con un descenso gradual hasta alrededor del 109% en 2027 debido a la persistencia de los déficits primarios y a los mayores costes del servicio de la deuda.
Jakob Suwalski es director de calificaciones soberanas, y Brian Marly analista de calificaciones soberanas de Scope Ratings