VALENCIA. Si un diseñador gráfico llega a fin de mes habiendo cotizado a la Seguridad Social y cobrado a tiempo sus trabajos se considera un afortunado hoy en día, pero ¿eso es todo? ¿Acaso su dinámica consiste en sobrevivir? ¿Ha habido un cambio de paradigma en esta profesión? Algunos están empezando, otros llevan muchos años y son referentes, profesionales que han vivido un antes y un después en este ámbito.
Hace apenas una década la profesión de diseñador gráfico contaba con su merecido prestigio y alta remuneración. Casi cualquier empresa implicaba no a uno si no a varios, un equipo, dedicado a llevar la imagen, el logo, diseñar la página web y otras múltiples tareas bien necesarias. Ahora dichas tareas se han visto fragmentadas y precarizadas al máximo al estilo de los llamados minijobs.
Hay quien aduce que el hecho de que haya tanto empleo en Alemania se debe al enorme crecimiento del trabajo precario. No es casual que ésta sea la cuna del formato minijob exportado a más áreas, trabajos de pocas horas que facilitan al empresario la contratación de varios empleados a bajo coste, pagando menos impuestos y menos cantidad de salario, de modo que el empleado normalmente ha de disponer de más de un trabajo para poder subsistir. Así, algunas personas desempeñan hasta tres trabajos al día, empleos remunerados y aparentemente bien regulados por el Estado pero que en el fondo justifican legalmente una precariedad indignante y que se están imponiendo de forma acelerada por estos lares.
En torno al tema, y partiendo de su experiencia personal, la diseñadora Cristina Morano publicó hace apenas unos meses su conmovedor libro Hazañas de los malos tiempos (Newcastle Ediciones), una novela breve autobiográfica en la que narra cómo pasó de trabajar para una gran empresa con contrato fijo indefinido, salario adecuado que le llevaba a vivir con estabilidad y un nivel de vida cómodo, a la más absoluta precariedad afectada por un ERE. Mendigar encargos, cobrar la cuarta parte de lo estipulado, no encontrar empresa que haga un contrato en condiciones, facturar por horas de las cuales en casa trabajas el triple, no dormir pensando en cómo irán las cosas al mes siguiente, es la situación que viven muchos.
"Malos tiempos cuando te quedas en la calle. Me despidieron y hubo cosas que se aceleraron. Lo que tenía dejó de ser suficiente, dejó de bastar", cuenta Morano, que nunca había esperado algo así durante su vida profesional en tiempos de bonanza pero que empezó a sospechar cuando las oficinas de su empresa fueron trasladadas de un barrio de lujo a un polígono industrial.
Una de las 'hazañas' que relata, llamándola así con ironía, es la de gestionar el papeleo del paro y reordenar la propia vida cuando caes en desgracia. "Cobrar el paro cuando Tropa, la agencia de diseño gráfico y museografía donde trabajaba, quebró y los creativos acabamos en las oficinas de empleo, rellenando papeles con nuestro nombre, con nuestra dirección, con datos y fechas que ninguno de nosotros sabíamos que poseíamos o que constaran en algún sitio. Por ejemplo, la vida laboral. Llevo unos 19 años tabajando (...) 7.000 días trabajados. Ahí estábamos los ex diseñadores, en la primavera de 2012, perdidos en las oficinas del INEM, contestando con monosílabos a las mismas preguntas que albañiles, peones, secretarias o camareros (...) Una sala con otras mujeres de mi edad, 45 años, las expulsadas del mercado laboral, demasiado viejas para el sistema, demasiado jóvenes para obtener una jubilación. Me sorprendió ver entrar a una señora vestida con chaqueta rosa imitación de Chanel y maletín ejecutivo. Clase alta. La crisis empezaba a llegar arriba".
Hazañas de los malos tiempos es una pequeña obra maestra, un libro que leer en pijama, con dolor de cabeza, con el pelo enmarañado, con la certeza o el recuerdo no tan lejano de que todos podemos tocar fondo. La fragilidad humana, lo que se suele silenciar, las verdades como puños y la belleza perceptible entre pura desolación, concentradas en 90 páginas de un diario abrupto y mordaz, centrado en la experiencia desde el mundo del diseño gráfico, de dedicarse por completo a una empresa con contrato a picar de aquí y de allá a base de minijobs para salir adelante.
Precisamente explica su autora que al acudir a la oficina de empleo cuando se quedó sin trabajo una tutora de las que te ayuda a completar tu currículum, al leer su biografía reaccionó negativamente: "Cuando la tutora miró mi expediente, leyó en voz alta diseño gráfico y edición, publicidad, poesía, manejo y creación de entorno multimedia y me dijo que mejorase mi empleabilidad". Acto seguido la tutora le recomendó utilizar las redes sociales para buscar trabajo, un consejo quizá más útil de lo que en ese momento se pensaba.
Sobreviviendo inmersa en la vorágine de estos empobrecidos y duros tiempos Cristina Morano trabaja como freelance o autónoma en la actualidad. Los diseñadores Ismael Chappaz y Juanma Menero, Tactelgraphics es su nombre artístico aunque son quizá más conocidos por dirigir la galería de arte Espai Tactel, nos cuentan que también han tenido sus más y sus menos dentro de lo que es el diseño a lo largo de los diez años que llevan, tiempo y portfolio que consolida su trayectoria.
"Siempre hemos sido freelance, todos los trabajos que hemos realizados y que nos han encargado hemos podido firmarlos con nuestro nombre. Ya sea a través de agencias o clientes directos. Esto nos ha dado siempre mucha autonomía como diseñadores. Tenemos la suerte de que nuestros clientes nos busquen por nuestro estilo y nuestra profesionalidad. Algunos de nuestros clientes se han alargado en el tiempo, pero los minijobs son un concepto nuevo que nosotros conocemos muy bien: trabajar mucho y cobrar poco. Es el mundo en el que vivimos, solo las grandes empresas se ven beneficiadas por la crisis que estamos viviendo y que amenaza con seguir con nosotros una década más", sentencia Chappaz.
Como galeristas han tenido a su vez empleados a diseñadores jóvenes, mayoritariamente en calidad de becarios en prácticas todavía inmersos en el plan universitario a los que han instruido ofreciéndoles una experiencia real de lo que supone incorporarse al mercado laboral del sector. "Hemos tenido becarios de la Escuela Superior de Diseño y la facultad de Historia del Arte. Hacemos entrevistas antes de coger a nadie así que la gente que ha hecho sus prácticas en el estudio (y por descontado en la galería) requerían de un perfil muy concreto. Por el momento estamos más que satisfechos. Las nuevas generaciones están 'infoxicadas' y en algunos casos carecen de la curiosidad necesaria para encontrar motivación suficiente como para dedicarle más de un minuto a lo que la red (Internet) les ofrece", resume con asertividad.
Otro diseñador, Pedro Tomás, tiene muy claro que uno de los sectores industriales mas afectados por el bajon en la producción es el de las Artes Gráficas, campo al que ha dedicado gran parte de su vida. "Yo me dedico al diseño gráfico, en mi caso enfocado al diseño publicitario. Trabajé durante años para una empresa de reclamos e impresión publicitaria, cartelería, adaptación de logotipos, maquetaciones para impresos etcétera, pedidos que sacábamos adelante con el añadido, que no solo afecta a este sector sino que creo que es comun en todos, y es el Y lo nececesito para mañana que tanto nos gusta a todos y en especial a los que se supone debemos añadir un valor estético al producto".
Con resignación y no sin cierto aire entre melancolía y humor Tomás añade: "Pero bueno, se vivía con la alegría inconsciente con la que se vivían esos años en los que la mayoría teníamos un trabajo y disfrutábamos de la mentira de vivir en un país por encima de su desarrollo. De ahí al paro bastaron solo un par de años de claro descenso de la producción. Y del paro a la precariedad laboral omnipresente en mi sector... Contratos a tiempo parcial con jornadas de doble-completo y trabajos de freelance. Desde hace un tiempo me dedico a buscar por mí mismo al cliente final y ofrecerle el producto que necesita, una especie de comercial por libre. Al mismo tiempo tengo en mente desarrollar un negocio relacionado con el diseño a través de las redes sociales, en concreto desde Instagram".
Tanto Cristina Morano como Tactelgraphics y Pedro Tomás aluden directa o indirectamente a las redes sociales o a Internet cuando hablan de combatir los efectos de la crisis y gestionar el tema de los minijobs lo mejor posible. ¿Será que en las redes sociales pueden convertirse en herramientas útiles para curar los males endémicos del diseño gráfico? Los hay que opinan todo lo contrario, no caben en estas líneas más testimonios pero animamos a que se abra el debate, ya que la proliferación de plataformas virtuales de páginas web y diseño low cost anunciadas en redes han provocado que algunos clientes descarten contratar al diseñador de turno en beneficio de autogestionarse ahorrando un sueldo.
El Do It Yourself (DIY) llevado al campo del diseño da luz a diseños imposibles, infumables o tan solo pasables, resolutivos pero a menudo sin atractivo o cargados de fallos por inexperiencia no obstante a veces dan el pego. Tal vez los diseñadores consigan usar las herramientas online para trabajar, pero una plantilla predeterminada no sustituirá el trabajo creativo que pueda hacer una agencia de comunicación y branding especializada, ¿o sí?