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humanos con recursos / OPINIÓN

Este experimento, ¿servirá para algo?

12/06/2020 - 

"…No era posible que eso hubiera terminado para siempre (…) y que ya no se supiera bien por qué tanto apuro (…) el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante". Así concluye el relato corto La autopista del sur. En él, Julio Cortázar nos describe un enorme embotellamiento de coches que dura varios días, durante el cual, y ante la imposibilidad de moverse, se generan nuevos hábitos y relaciones. Hasta que por fin, de nuevo los coches se ponen en marcha y se recupera la normalidad, olvidando lo que había pasado.

¿Va a suceder lo mismo en esta ocasión? ¿Aprenderemos algo de esta crisis? Y si así fuera, ¿lo pondremos en práctica? La pandemia de la covid-19 ha propiciado que estemos viviendo el "experimento imposible". Parar casi todo el mundo durante casi 3 meses. Una situación que solo los autores de ciencia ficción habían podido imaginar.

En cierto modo, esta pandemia ha venido a convertirse en el ejemplo cumbre del mundo VUCA del que hace tiempo que se habla. Y está poniendo a prueba las capacidades de la sociedad en su conjunto y de cada uno de nosotros en particular. Capacidad para anticiparse, capacidad para comprender las consecuencias de las acciones que se adoptan, capacidad para apreciar la concatenación entre los diferentes factores que concurren, así como para estar preparados para nuevos desafíos, y para interpretar las oportunidades.

Sabemos que se está trabajando en la vacuna contra la covid-19 y sus efectos para la salud. Pero quizá deberíamos investigar también antídotos complementarios que nos prepararan para otros efectos que van más allá de los directamente fisiológicos, porque aunque muchos quisieran volver a lo de antes, lo de antes ya no existe, ni existirá. Esta es la combinación que sugiero:

-Para la volatilidad: "planificol", para planificar, anticipar y prevenir los problemas. "Un plan no es nada, pero la planificación lo es todo", advirtió Eisenhower. Los cambios se preparan antes. Por ello necesitamos aumentar nuestra capacidad para imaginar situaciones alternativas y sus consecuencias, porque si algo está demostrando esta crisis es que también puede pasar "lo imposible".

-Para la incertidumbre: "sorpresín", que nos de flexibilidad para adaptarnos a los cambios y a los retos. Ya advertía Darwin que la especie que sobrevive no es la más fuerte, ni la más inteligente, sino la que es más adaptable al cambio. Por eso a los elefantes les cuesta mucho adaptarse, mientras que las cucarachas sobreviven a todo. Y es que hay quien se prepara para el cambio, mientras que otros se preparan para resistir al cambio, o como diría Morgan Freeman en Como Dios, son los que hacen "lo de siempre, miran hacia el cielo y no hacen nada".

-Para la complejidad: "evaluacor", para apreciar la interrelación entre las variables que nos afectan y entender los efectos de nuestras acciones. Porque en la vida no hay, así como así, premios ni castigos, sino consecuencias. Un ejemplo: en 1888 se botó el submarino de Isaac Peral, la primera nave propulsada eléctricamente y que, además, incorporaba un torpedero bajo el mar. Este revolucionario avance en la navegación militar fue finalmente desechado por el Ministerio de Marina siguiendo la recomendación de los técnicos de la Armada. Diez años después, consumada la pérdida de las colonias, Dewey, el almirante estadounidense que tomó las Filipinas, manifestó: "Con un submarino como el suyo no hubiéramos podido entrar en Cavite".

-Para la ambigüedad: "empatizín", que nos permita comprender una situación y la contraria, y nos proteja de creer que todo es "blanco o negro", al tiempo que seamos capaces de identificar y aprovechar las oportunidades cuando se presenten. No olvidemos que a la diosa Ocasión se la representa apenas apoyada sobre la punta del pie para indicar que no se fija en ninguna parte, con alas en los tobillos para mostrar que está dispuesta a volar con facilidad, y que la pintan con cabellera solo en la frente, y no en la parte posterior de la cabeza, de modo que nadie que la haya dejado pasar podrá luego cogerla.

Esta crisis nos ha hecho descubrir que lo que parecía imposible no lo era tanto. Por ejemplo, se ha comprobado que se puede teletrabajar sin que la productividad se resienta y sin que merme la confianza que debe tenerse en los profesionales de las organizaciones. Y también hemos tomado conciencia de que la valoración de los puestos merece ser reconsiderada a la luz de cuáles han sido los verdaderamente esenciales durante la crisis. No lo desaprovechemos del todo. Porque es cierto que seguramente aprenderemos algo, pero también lo es que no todos, ni en la misma cantidad, y que serán bastante menos los que realmente lo pongan en práctica. De estos será el futuro.

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