VALENCIA. Patrimonio inmaterial no sé de la humanidad pero sí de nuestra taifa. Una irrupción sobre la epidermis de la Valencia. La ciutat ha encontrado desde hace pocos años un nuevo fondo de pantalla. Tan beneficiosos han sido sus efectos que se replican con fruición. Hasta en un despacho de concejal, oiga. Sirven para cambiarle la cara a paredes degradadas.
De la nada nace popular una nueva calle de referencia. La última la de los colores, a espaldas de Blanqueries. Si siguiéramos el mismo método para contabilizar público que el IVAM de la Císcar, alguna de estas expresiones callejeras serían las obras de arte más vistas en la urbe. Valencia incorpora sus obras de arte espontáneas a su surtido de reclamos más vistosos, carne de Traveler. Contribuye al cambiazo.
Como todo lo que desemboca en el mainstream, está al caer el premio a las mejores obras de arteurbano. Habría que poner dos condiciones: que no los otorgue el ayuntamiento y que no haya una categoría de ingenio y gracia. Si hace falta hacemos un Change reivindicativo.
Adelantándonos a los acontecimientos improvisamos un simulacro de premio. Con su jurado, formado por la fotógrafa Paula G. Furió, el publicista y artista Luis Cañizares, el diseñador Héctor Campoy (aka Merienda) y el fotógrafo Alfonso Calza (artífice del proyecto de mural en la calle Moret, la de los colores y besos). Comenzamos...
La selección de Alfonso Calza
1. Mural de Pichiavo en Carrer de Foios. Volúmenes entre el clasicismo y el net art. La tentación de hacerla escultura. “El grado de realismo, la escala de la pieza, el volumen que consigue de las figuras gracias a la iluminación y los sombreados…Técnicamente es espectacular”, aporta Calza. Ten points.
2. Deih. Hombre de las galaxias. Título imaginario para una creación de Deih con ascendencia interplanetaria. “Su estética es muy personal y reconocible, con referencias al cómic, con la combinación de pincel y brocha, androides, cables, universos”. De qué planeta viniste.
3. Xema gonzalez, Calle Baja. Una figura humana descubriendo alucinada las calles. Como un muro abierto que espía. “Su realismo, sus gradientes de intensidad en los sombreados, su control del spray en la cantidad de pintura y presión…”. El grafiti milimetrado.
4. Gigantofoto de Luis Montolio en Mossén Sorell. “Montolio nos ayudó a entender que el arte urbano puede integrar a más artistas y disciplinas, retratando en sus lonas gigantes a personajes del barrio”, sentencia Calza.
La selección de Luis Cañizares
5. Arquicostura de Raquel Rodrigo en calle Bolsería. La artista urbana que no daba puntada sin hilo. “Me parece muy original -revela Cañizares- la forma con la que Raquel eleva al nivel de arte un trabajo artesano como es un bordado. Una mezcla perfecta entre arquitectura y costura”.
6. El mural ‘Canvi’ de Boamistura en la calle Torn del Hospital. Una obra dentro del certamen Intramurs por parte de unos astros de las paredes. “Han transmitido en un dibujo en blanco y negro que parece un tatuaje la esencia de lo que se vive en Valencia en 2015/2016, un momento de cambio cultural y social”, explica el autor de Jaquearte.
7. Gigantofoto de Luis Montolio en calle Corretgeria y calle Corona. Doble elección de un Montolio. El tamaño XXL y la fotografía como expresión vecinal. “Me gusta mucho por la combinación de la selección de los personajes y la escenografía, especialmente con la de Rosita Amores, donde la rotonda de Benicassim se transforma en un platillo volante; y la de la coreógrafa Olga Poliakoff, uno de los personajes más emblemáticos del barrio”.
La selección de Paula G. Furió
8. Mural Amor-Miedo de ESCIF. Chutes de pensamiento, balas directa. Una obra que se bifurca, con una historia viva. Porque un ser anónimo tomó partido suprimiendo el miedo como dirección a escoger. “La intervención anónima da mucho que reflexionar sobre el concepto del mural, pero también sobre la naturaleza de este tipo de arte”.
9. El mural de Yes Crew en XL. Un local de ocio comisariando su imagen exterior. Una idea que funciona. El de Yes Crew es un paseo por dependencias de color. “Es muy elogiable la iniciativa de la sala de contratar artistas periódicamente para pintar en su fachada”.
10. Felipe Pantone junto al solar de Tapineria. “Sus opticromías del Carmen forman parte ya del paisaje del barrio”. Fogonazos eléctricos. Un artista de alcance internacional dejando huella futurista.
11. Escif y Blu en la plaza del Tossal. Una UTE particular entre ases urbanos. “Tan mítica”. Icono pionero que sin que nadie lo pretendiera quedará ya para siempre como distintivo de un tiempo en este núcleo bullicioso de la ciudad.
La selección de Héctor Campoy
12. La casa de los gatos en la calle Museo. El protoarte urbano. Una genialidad en miniatura. “Como padre felino y amante de los gatos, reivindico la vivienda digna para los animales callejeros, y si además tiene una hermosa fachada, mejor. Además, parece ser que Chaplin vive dentro o al menos, pasa a saludar”.
13. Mural We Can Be Heroes, de ESCIF. Una batería, un mensaje. ESCIF. “Vaya por delante que me quedaría con toda su obra, pero aparte de por la obvia alusión / homenaje a Bowie, esta frase siempre me ha tocado el corazón. Si además le sumas la frustración del batería heavy que me hubiese gustado ser en otra vida, ya lo tienes”. Palabra de Héctor Campoy / Merienda.
14. Arquicostura de Plaza Lope de Vega. Repiten las arquicosturas, hit irreversible. “Si Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor, ¿cómo no me va a enamorar una fachada iluminada por flores bordadas en ella?”. A ver quién mejora eso.
15.Intervención Hole Sweet Hole, calle Sevilla y Denia. El detalle, un juego, un agujero en la pared o algo más que eso. “Una de las cosas que me gustan de las intervenciones artísticas, además del valor estético o reivindicativo, es la creación del mensaje a partir del medio, más allá de un mero soporte. Eso aparte de lo que me gusta el queso, como supuestamente a los ratones”.
Creíamos que Valencia se había pintado de color 'blanco Calatrava'. Pero no.