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el tintero / OPINIÓN

Estos son mis “principios”

Foto: KIKE TABERNER

Hay frases que valen más que mil acciones, y la declaración de Joan Ribó a mi querido Jose Forés Romero es lapidaria: “Dije que debía haber un límite de ocho años en un puesto, pero he cambiado de idea”. 

27/07/2022 - 

La política, esa noble profesión de ciudadanos que se entregan a servir a la comunidad con su trabajo, su conocimiento, su esfuerzo y su tiempo, ¿verdad? Esta idea casi idílica dista mucho de lo que la mayoría de las personas piensan que es la política y la tozuda realidad es que en gran medida por los hechos y también las palabras de nuestros representantes. La última muestra de lo surrealista que es el mundo de la política, especialmente en los últimos años, donde en cuestión de días y de horas un mismo político puede decir una cosa y la contraria y decir que siempre ha mantenido la misma opinión, así sin pestañear, la tenemos en las declaraciones, en 99.9 Plaza Radio, de nuestro querido alcalde Joan Ribó, reconociendo que ahora se plantea seguir presentándose a la alcaldía.

Por voluntad o por petición

Si analizamos un poco la trayectoria como alcalde de Valencia del señor Ribó, lógicamente no hay comparación como figura política con la anterior alcaldesa, Rita Barberá (qepd) y además destaca por contraste con la anterior mandataria su perfil muy bajo, muy anónimo, muy alejado de los focos. Esto a priori suena bien, pensamos que es un humilde trabajador que huye del protagonismo y sólo vive por y para mejorar la ciudad de Valencia. Pero también podemos analizar que la figura de un alcalde de una gran ciudad debe ser la de un embajador de esa urbe, una persona que está presente y se hace notar en multitud de eventos, encuentros, y demás actos políticos, económicos, sociales, culturales, empresariales, etc. para explicar las bondades de su ciudad, venderla y promocionarla, atraer lo mejor de los diferentes ámbitos de la sociedad a la ciudad de la que es alcalde. En cambio, Ribó brilla por su ausencia en demasiados actos y al mismo tiempo, tampoco consta que sea el primero en llegar y el último en salir de la casa consistorial.

Rita Barberá. Foto: EUROPA PRESS

La conclusión es que, en Compromís, tras la crisis desatada por la dimisión de Mónica Oltra, que también sonó como posible candidata a la alcaldía, hay voces internas que aconsejan a Ribó seguir en su puesto porque saben que su “anonimato” les favorece en las encuestas. Se podría resumir diciendo que es suficientemente conocido para votarle y poco odiado para negarle el apoyo. Hay otros concejales más populares pero que cuentan con un ejército de enemigos y hay otros regidores muy válidos, pero tremendamente desconocidos por el ciudadano medio. Ribó transmite esa imagen de persona de cierta edad, que no se mete en líos, que gobierna con tranquilidad y que puede no encantarte, pero tampoco te disgusta. Ni fu ni fa

La oposición y su letargo

Los partidos de la oposición pueden acabar sucumbiendo ante un no-rival, por falta de ideas, de personas y de liderazgo político. Quizá no baste solo aquello de que las elecciones las pierde quien gobierna, más que las gana el candidato alternativo. La ciudad cumple un ciclo y muchos valencianos piensan que un cambio sería bueno, pero miran al otro lado y no acaban de encontrar una voz clara, nítida y potente que lidere esa oposición municipal, que critique con vehemencia muchas de las políticas que tienen muy cabreados a vecinos de muchos barrios y que propongan ideas concretas, tanto para eliminar decisiones erróneas como para mejorar las condiciones de vida y de movilidad, principalmente de la ciudad.

Ribó reconoce que está pendiente de su estado de salud, de su próximo Camino de Santiago (ojalá el patrón de España obre un milagro) y de ver como se encuentra en septiembre para optar a ser candidato en unos meses. Parece que Valencia no tenga una persona que quiera renovarla y reactivarla y un alcalde que se reconoce cansado sea la mejor o la única opción. La política debe tener unos tiempos, porque la hacen personas y éstas deben regular su acción y su período en la vida pública. Ni estar dos meses ni dos décadas, pero también debemos ver actores que motiven, ilusionen y conecten para que el banquillo se renueve, sino existe el peligro de quedarnos atrapados.

Muchos pueden pensar que más años estuvo Barberá, por supuesto. Pero la energía la vitalidad, la ilusión, la cantidad de cambios y transformaciones que capitaneó la alcaldesa de Valencia, daban clara razón de su continuidad y así los ciudadanos la elegían legislatura tras legislatura pese a que se enfrentaba a diversos candidatos y algunos de gran notoriedad como la querida Carmen Alborch (qepd). Así que mientras Ribó cambia de idea, los valencianos tenemos diez meses para cambiar o no de alcalde.

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