VALENCIA. Gracias a todos los incorruptibles lectores que se han preocupado por mí esta semana: me voy recuperando, como la Economía. Pero la pregunta, ahora, es otra: ¿Se compra la ética? ¿Se adquiere? ¿Se conquista? ¿Se contagia? ¿Se nace con ella como quien nace rubio o moreno? ¿Fluye según los caprichos de la moda? Ante la discriminación de la LOMCE a la asignatura de Filosofía estas preguntas resultarán exóticas dentro de unos años, cuando los fundamentos del pensamiento occidental salgan de las aulas y, hala: ¡vivan las doctrinas!
El dinero lo compra todo y corrompe todas las conciencias, fundamentalmente las más dispuestas, pero es de notar que la corrupción es algo más sencillo desde que los empresarios, los políticos y hasta las organizaciones que no son parte de las esferas gubernamentales ni son empresas, se han estado dirigiendo a personas como clientes, vistos como máquinas de consumo que responden a determinados estímulos.
Al axioma de “el cliente es la persona más importante del negocio”, convertido en valor universal, hay que añadir un prefacio: las personas son lo más importante del negocio, porque todas las personas, al final, somos clientes de alguien o de algo.
Por eso esta semana, se clausuró en el Jardín Botánico de Valencia el XXV Seminario que ha organizado la Fundación Étnor, promotora de la Ética Económica y Empresarial y la Responsabilidad Social en empresas y organizaciones desde hace veinticinco años. Fui invitado como pareja por uno de sus primeros colaboradores a título personal, Emiliano García Domene, de Bodega Montaña, que ha sido un ejemplo de constancia a la hora de unir sensibilidad con racionalidad. A mi alrededor, el gran en todos los sentidos Antonio Casanova, Presidente de la Casa de la Caridad, Antonio Noblejas, director de la Escuela de Negocios Edem, Josep Vicent Mascarell, de Responsabilidad Social de Balearia, Josep Joan Vidal, Sotsecretari de la Consellería d´Educació y -haciendo fuerza por la cuota femenina en los negocios- Agnés Noguera y su madre, Agnés Borel, que hacen recordar aún a muchos el referente de la calidad humana y empresarial que fue don Álvaro Noguera. La sala desbordó su aforo.
En la primera mesa de clausura, don Rafael Alcón, Presidente de la Fundación Bancaja, don Enrique Belenguer, presidente de la Fundación Étnor, el atractivo rector de la U.V. y catedrático de Farmacología, don Esteban J. Morcillo Sánchez y, como moderadora, la catedrática de Ética y Filosofía Política y directora de la Fundación Étnor, doña Adela Cortina, primera mujer recientemente investida como Doctora Honoris Causa de Deusto Business School.
En la segunda, dando los discursos conclusivos de cierre, el Molt Honorable Senyor President de la Generalitat, Ximo Puig, el presidente de Baleària, Adolfo Utor, y el director general de Oxfam Intermón, José María Vera, a los que Cortina preguntó sobre la ética en cada uno de sus ámbitos y qué “beneficios” tiene esta práctica.
Les diré que pese a lo serio de las charlas, hubo muy buen humor. Utor rompió más de una lanza a favor del sector empresarial para exorcizarlo de su demoníaca apariencia, Vera animó a interesarse por el desarrollo sostenible, ya que el cambio climático afecta a los más desfavorecidos, y aseguró en calidad de ingeniero que se puede medir.
Pero quien más sorprendió fue ese president al que nadie llama Joaquim sino Ximo con un brillante discurso sobre la necesidad de un nuevo contrato social con parámetros distintos a los anteriores, sobre la desigualdad que crea desconfianza, sobre el mito liberal del laissez-faire, laissez-passer, que al final nunca existe, sobre la importancia del diálogo, el consenso y de volver a negociar todo, sobre una fiscalidad que sirva para equilibrar y garantice los servicios públicos y sobre la responsabilidad de los tres estamentos representados en la mesa. Habló contra el cinismo y contra lo que pasó con las Cajas de Ahorro. Al final todos estuvieron de acuerdo en que ser honesto es rentable. ¡Y la gente comprando trofeos de caza para las paredes, sin enterarse de esto! Adela aprovechó astutamente para, al final de sus discursos, captarles para próximas conferencias.
Pasaron luego a los jardines donde tuvo lugar una cena-piscolabis. Los asistentes ilustres fueron numerosos: el humanista alcireño Emilo Tortosa, que empezó como botones y es ahora loable ex-director de Bancaja; el histórico empresario Francisco Pons; el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, José Vicente Morata; el de la Confederación de Cooperativas Emili Villaescusa; el interesante Director General de Caixa Popular, Rosendo Ortí, entidad que participa en muchas acciones sociales; el economista Emerit Bono; el director de Valencia Plaza, Javier Alfonso, quien ya participó el pasado febrero en la charla La ética y la responsabilidad del periodistaorganizada por Étnor, o el periodista y editor Juan Lagardera.
Políticos asistentes: el President de Les Corts Enric Morera, la Consellera de Sanitat, Carmen Montón, Eusebio Monzó, único concejal del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Valencia que no ha sido imputado; Ana Botella, candidata a diputada por el PSOE; Emerit Bono; Juliá Alvaro, esposo de Mariola Cubells, Secretari Autonómic de Medi Ambient; María José “Macu” Mira, Secretaria Autonómica d´Economía que utiliza el transporte público para ir al trabajo; o el conseller de Economía Sostenible, Rafael Climent.
Algunos de estos políticos repitieron, como Morera al acudir a la inauguración en el IVAMde la exposición del cómic valenciano de los 80, Valencia Línea Clara. Juntos, pero no revueltos, estaban el Conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz; el Secretari Autonómic de Cultura, Albert Girona, o la senadora Carmen Alborch cuyo pelo tiene menos intensidad de rojo pero no su combatividad, ahora más centrada en la intolerancia a los lácteos. Todos ellos fueron recibidos por el director del IVAM José Miguel García Cortés. Entre las paredes del museo se escuchaba como un clamor interior que decía “¡Han tenido que pasar veinte años para esto!” y en varios bocadillos en forma de nube pensativa sobre muchas cabezas se podía leer: “¡Ya era hora!”.
Pero los protagonistas fueron los amigos, los que luego se hicieron amigos, los dibujantes, los de la movida gráfica. Como la sala de conferencias se había llenado, de gente y de buen humor, me quedé fuera con el siguiente elenco: el encantador historietista Calpurnio (Eduardo Pelegrín); Martín Forés, dibujante y creador de trampantojos; la que fue modelo y ahora es profesora de vestuario teatral y de moulage en la Escuela Superior de Diseño, Amparo Peguero; Marina Segarra, profesora de la Politécnica que en tiempos guionizó capítulos de Torres; Inma Isedas, pintora sobre seda o la mítica musa Mini Pili o Pili Discos, que no se pierde ni una.
Luego salieron de la conferencia de bienvenida y se mezclaron con el público los dibujantes que participan en la expo: Miguel Calatayud, pionero que tenía a todas las tías del Instituto Benlliure locas por él, Mique Beltrán, Manel Gimeno -con quien yo protagonicé un corto pensando que él no era él- Sento, o Daniel Torres. El comisario de la exposición no podía ser otro que Álvaro Pons, profesor de Óptica y divulgador de la historieta.
Alguien detectó una vieja marca de una china saltarina en una de las planchas originales (busquen ustedes en cuál y el primero que lo ponga como comentario recibirá un premio) y los asistentes entraron en un túnel de aquellos tiempos de amores, risas y descubrimientos. Allí estaban los que eran y son: el dibujante que mejor ha retratado los detalles de la época, Lalo Kubala; el historietista Miguel Ángel Giner; el muy premiado ilustrador Paco Giménez; Javier Gay Llorente; Jorge Cruz Hernández,de Yojimbo Comics; Eva Vizcarra de Endora; Eva Peydró de Hype; Reme Maldonado de la Edad de Oro; las de la Marca Acme; los diseñadores Mc Diego, Marisa Gallén o Pablo Mestre; el diseñador gráfico Boke Bazán o Manolo Molero, de Futurama. También acudió cuando pudo el director de CulturArts Abel Guarinos, discretamente asediado por algún “qué hay de lo mío” y Vicente Vergara, de La Turia, y familia. El artista José González me contó que se había inaugurado en la mítica Galería del Palau de Trinidad Hernández una interesante colección retrospectiva de 40 artistas de la talla de Antoni Tàpies, Fuencisla Francés, Manolo Valdés o Rafa Armengol entre otros. Será que nos falta arte en la ciudad.
Un poco antes se había inaugurado la primera jornada del Valencia Sex Festival en el Espai Llimera: me encontré con Manuel Mansergas, hermano de Ana, afincado en Berlín, y a Anarella Martínez-Madrid, ayudante de dirección y gestora artística, respectivamente, de esta edición que va a cambiar a muchos la manera de ver la sexualidad y el porno. El ambiente es relajado: Hair el musical, aromas de Jamaica, cerveza Molly Brown. Las presentadoras del festival son La Diva y Liz Dust; hay teorías queer y bastante del manifiesto contra-sexual.
En la exposición de cuarto oscuro (con linternas, para llamar la atención de las obras) estaban Deif Vila, Juan Fco. Martínez, Vienna Love, Rocco Rofriguez, Lluís Massiá, Xussa Catalá, Inma Mengual o María José Zanón. También el artista Victor Parral, quien mediante un juego sexual llamado “els espais invertits de Ciborgia” hacía una reflexión sobre la construcción y deconstrucción de la identidad sexual. Es decir que estimula la relación sexual sin genitales. Sólo puedo decirles que el ano nos hace a todos iguales cuando, nunca mejor dicho, anulamos el valor del falocentrismo heteronormativo. Para consultar las muchas actividades que este erótico-festivo encuentro lleva a cabo, haz click aquí. Yo recomiendo, entre otras muchas posibilidades, el taller gratuito de fetichismo de pies de la psicóloga especializada en sexología Arola Poch donde el 18 de junio podrán adorar o ser adorados, besados y acariciados en sus extremidades inferiores por otros participantes en un ambiente privado y distinguido. Pero hay muchas por explorar. Como el despertar de nuestras pulsiones a veces llega tarde, no olviden llevar unas toallitas húmedas y, sobre todo, ningún prejuicio.
Para terminar les diré que la firma Mont Blanc en su 110 aniversario celebró un acto en rojo y negro. La cita fue en el Hotel las Arenas que dirige impecablemente Carlos Boga. Me encontré con Soledad Giménez, quien iba perfectamente combinada para la ocasión con collar, zapatos y bolso rojo con traje negro. Francesc Carmona, director de la firma, hizo de perfecto maestro de ceremonias, aunque nadie le comentó las normas lingüísticas valencianas y más de uno dio un pequeño respingo. Además de muchos de los citados anteriormente, como Emiliano García, acudieron: el doctor Juan Antonio Mira o José González; empresarios como Anabel Navas, Christian Jardel, Angeles Casanova, Maribel Cosme, Marco Motta, Javier Monedero, Silvia Lafuente o Vicente Pechuan; del mundo de la moda, el diseño y lo artístico como Esther Cerveró, María García de la Riva, Paula Rincón de Arellano, Andrés Ballesteros Labrado, Alfredo Esteve, José del Pozo Aviñó, Antonio Salinas, Angeles Fayos, Paco Lloret Jerez, Rafa Moreno Fabra, Susana Lozano, Verónica Jordá o Andrés Ballesteros; directivos como Juan Miguel Gaspar, Mónica Morales, Carlos Valero, Nacho Catalá, Pau Pérez-Rico, Coque Ruz; abogados como Paz Sansaloni o Maria José Ordeig; Pilar Cañiz o Fernando y Alfonso Manglano; también vino la ex-Consellera de Justicia y de Presidencia con Paco Camps, Paula Sánchez de León, desde su nueva vida de divorcios, fallecimientos o matrimonios, y creo que escuché a alguien decir “¡Ya empiezan a emerger!”. Esta ciudad es así, a pesar de los cataclismos, siempre emergiendo.
En su fugaz paso por Valencia la actriz porno ha dado una charla en un centro de arte y otra en el ámbito universitario: cultura, porno y feminismo unidos en un frágil equilibrio entre la ética y el deseo
