No es la primera vez que has leído que Europa –y por tanto España- vive momentos históricos como consecuencia de la pandemia mundial causada por la covid-19 y de las graves consecuencias económicas que de ella derivan. Sin duda, la peor crisis del último siglo que ha tenido también una respuesta histórica por parte de las instituciones europeas.
Europa ha puesto toda la carne en el asador para la reconstrucción de las economías europeas: un paquete de 750.000 millones de euros -conocido como NextGenerationEU- al que sumamos, por primera vez, el compromiso de endeudarse de forma conjunta para financiar las inversiones que transformarán la Unión durante la próxima década. Si todo sale según el plan, Europa será más verde y más digital y las economías europeas más competitivas a nivel global.
En el reparto acordado, a España le corresponderán hasta 150.000 millones según las últimas actualizaciones y la Comunitat Valenciana recibirá en torno a 14.000 millones en los próximos tres años. Que seamos el segundo país que más fondos europeos va a recibir sólo por detrás de Italia revela la magnitud de nuestro desastre. Si somos de los países que más recibe es porque somos uno de los países que peor está, por eso nunca entendí todos aquellos aplausos y vítores a Pedro Sanchez cuando Europa cerró el acuerdo con todos los estados miembros, la verdad.
El reto que tenemos por delante no es baladí: debemos de ser capaces de emplear todos los fondos y emplearlos bien. Según la experiencia más reciente, España corre el riesgo de no ser capaz de absorber los fondos que nos tocan haciendo de la oportunidad histórica una oportunidad perdida. Para que te hagas una idea de la magnitud, la parte que recibirán los valencianos en tres años es cinco veces más que lo recibido por la Comunitat en los últimos catorce.
Pero es que, además, existe el riesgo de que se dé un uso inapropiado a los fondos, de que se aumente el gasto corriente pero no se transforme la economía. Por eso estos fondos vienen con una condicionalidad clara: deben dedicarse a prioridades europeas identificadas en el procedimiento del Semestre Europeo, principalmente la digitalización y la sostenibilidad, y se paralizará la llegada de los mismos si hay dudas sobre su gestión o su destino. Urge pues tejer alianzas para no desaprovechar la oportunidad. Alianzas políticas y sociales para el gran desafío que tenemos por delante.
A finales del año pasado, tanto el Gobierno de España y el Consell valenciano presentaron sus respectivas estrategias de recuperación. No he visto actos más solemnes y con tantas banderas en los que se haya hablado tanto sin decir nada. Señores, esto urge. Espero que los planes definitivos presentados a Bruselas tengan mayor grado de concreción y expongan las reformas estructurales concretas que vamos a llevar a cabo porque corremos un gran riesgo. La poca transparencia y concreción en este asunto, unidas a la experiencia sobradamente acreditada de que nos cuesta hacer las cosas bien –acuérdate del Plan E-, no me hace ser muy optimista.
Europa no es un cajero automático, es una oportunidad. Por esto quiero recordarte que las medidas que únicamente garantizarán la puesta en marcha de los fondos europeos del paquete Next Generation EU serán aquellas que pongan en marcha reformas estructurales. Reformas estructurales en muchos sectores y ámbitos.
Por ejemplo, en materia laboral, la lucha contra la precariedad laboral -especialmente entre los jóvenes-, la eliminación de la dualidad del mercado laboral, el establecimiento de incentivos a la contratación y la reinserción laboral de desempleados de larga duración. En materia fiscal, otro ámbito de vital importancia, deberá hacerse una revisión del sistema impositivo para establecer un régimen fiscal más favorable al crecimiento, la inversión privada y la competitividad, reduciendo impuestos al trabajo y al capital y sustituyéndolos por impuestos a actividades perjudiciales.
También tendremos que reformar nuestro sistema económico para eliminar trabas burocráticas, esas que impiden a las empresas beneficiarse de las economías de escala y afectan negativamente a la productividad. Estas reformas nos permitirán asegurar la sostenibilidad de las cuentas y preservar la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Pero estas reformas no se quedan solo en cuestiones económicas, que todos sabemos que son muy importantes pero que siempre suenan lejanas. Los fondos europeos serán el vehículo para abordar también una reforma educativa, pensando sobre todo en aquellos estudiantes que están en situaciones de vulnerabilidad y que están en mayor riesgo de abandono.
Y, por supuesto, estos fondos nos permitirán conseguir una España más verde, que invierta en eficiencia energética y en fuentes de energía renovables. Unas inversiones que nos permitirán, a la vez, crear empleo.
En definitiva, como ya he dicho, Europa no es un cajero automático, es una oportunidad. Porque también los fondos nos obligarán a avanzar en separación de poderes y en calidad democrática (te suena la reforma del Consejo General del Poder Judicial que quieren imponer PSOE y Podemos, ¿verdad?).
En estos momentos de crisis, los europeos nos enfrentamos a un momento crucial pero esta crisis nos ha servido para ser conscientes de que únicamente podremos enfrentarnos a retos globales si actuamos unidos y de forma decidida. Esta vez no podemos fallar.