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al otro lado de la colina / OPINIÓN

Europa, ¿una casa dividida?

En un mundo que parece no tener reglas y sin que nadie tenga mucho interés en poner orden, la máxima de la unión hace la fuerza nos debería apreciar y reconsiderar lo que hemos conseguido los europeos con la UE.

15/09/2018 - 

Espero que a Abraham Lincoln no le moleste que haya utilizado parte de su célebre alocución de Springfield de 1858, para seguir llamando la atención sobre la crisis de la UE, resultado de otras mini-crisis sin resolver, que estos días ha tenido nuevos capítulos de un relato que se está tornando demasiado largo, y que por cansino, esperemos no nos haga abandonar el proyecto que trajo la paz al corazón de Europa tras siglos de guerras.

Además de diferentes conmemoraciones históricas en torno al 11S de las que trataremos, también estos últimos días han ocurrido diferentes acontecimientos, que llevan a pensar que estamos viviendo una época de enfrentamientos en lugar de concordias, de sectarismos en vez de tolerancias, y de odios en lugar de caridad y solidaridad, por no hablar de acuerdos parlamentarios, que también, y por lo tanto debemos esforzarnos en pensar más en los que nos une que en los que nos separa.

Pero partamos de épocas más lejanas, vayamos a lo que algunos consideran la primera conflagración mundial (pues hubo combates en otros continentes como el americano con la guerra de la Reina Ana), y que resultó una más de las guerras de Europa, la guerra de Sucesión Española, en la que una alianza internacional anti francesa aprovechó el cambio dinástico (Borbones en sustitución de los Austrias), para declarar la guerra al recién creado bloque franco-español, aprovechando a los tontos útiles (en el sentido revolucionario de Vladimir Ilich Uliánov, alias Lenin) que habían en la Corona de Aragón y que se aprestaron a ir a la guerra (uno de los malos hábitos de los españoles), en defensa de un señor, el Archiduque Carlos, que en cuanto tuvo otra corona que ceñirse, la del Sacro Imperio Romano Germánico en 1711, los dejó tirados en aquel 11 de septiembre de 1714 en Barcelona en el que el Conseller en Cap Rafael Casanova en su último pregón aleccionando a la defensa de la ciudad Condal ponía punto final con la frase “a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España”; toda una declaración de españolidad, aunque suicida por lo imposible de acometer (según el historiador Henry Kamen). Posteriormente el rey Felipe V lo amnistió en 1719 para que regresara del exilio y viviera plácidamente hasta su muerte a los 83 años en 1743.

En tiempos más cercanos tenemos otro 11S con connotaciones también históricas. Fue el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York por parte del Yihadismo liderado por Osama Ben Laden, donde se puso fin a la ensoñación de la paz Post-guerra Fría, y donde el mundo quedo dividido en Terroristas Islámicos y los que luchaban contra ellos, con la célebre Guerra contra el Terrorismo de George W. Bush, en la que España ha sufrido también el ataque de esos asesinos en varias ocasiones, los más conocidos el 11M de Madrid y el 16A en Barcelona/Cambrils. En esos conflictos del MENA (Middle East and North Africa) nuestras Fuerzas Armadas (FAS) han participado y participan en diferentes misiones internacionales bajo la bandera de la ONU y la OTAN en defensa de nuestra seguridad necesaria para mantener nuestro régimen de libertades, recuerden el acertado lema de las FAS 2017 “Nuestra misión, tu libertad”.

Y ya en la actualidad, esta semana hemos visto diferentes votaciones en el Parlamento Europeo, donde la información parece a veces algo sesgada, quizás por los múltiples intereses espurios que en ocasiones convergen, creando además posicionamientos sectarios que dividen a la casa común de los europeos. Por una parte la llamada ley del Copyright, que intenta poner un poco de orden en ese universo caótico que a veces es Internet, y donde algunos dan la impresión que les guste que impere la ley de la selva, o simplemente ninguna ley, lo cual va en contra de cualquier estructura social básicamente ordenada, pues la vida en sociedad tiene necesariamente que venir regulada por normas aunque sean mínimas (razón de ser del Derecho) para poder vivir en Libertad, recuerden la frase de Jean Paul Sartre: “Mi libertad termina donde empieza la de los demás”.

Foto: EFE

Al final el mundo de Internet tendrá que acostumbrarse a cumplir las leyes, y lo que no pueda hacerse en la realidad tampoco se podrá hacer en el mundo cibernético, en este caso utilizar los derechos intelectuales sin permiso o sin cumplir los requisitos básicos de la investigación (los famosos plagios tan de moda últimamente), etc. Por otra parte no debería ser, como algunos insinúan, una censura total a Internet y el final de la libertad en esta (se instalaran filtros con AI, inteligencia artificial en las grandes plataformas), sino que es el inicio de las negociaciones entre el Parlamento, la Comisión y el Consejo europeos, con repercusión en las legislaciones nacionales respectivas, por lo que habrá que esperar de qué forma se materializa finalmente esta norma, y que por otra parte hay que tener en cuenta, que la decisión ha contado con un amplio consenso político recibiendo el apoyo de los dos principales grupos, el Popular y el Socialista, aunque haya recibido las críticas de los populistas.

La otra votación semanal del Parlamento Europeo, con derivas sectarias dado el enconamiento de los puntos de vista, ha versado sobre el posicionamiento entorno a la inmigración de Hungría y su presidente Viktor Orbán, con origen en aquella crisis migratoria del 2015, dado su enfoque más restrictivo en el tratamiento de los migrantes, y que por cierto (esta votación) supone una victoria de George Soros (de origen húngaro), dado su pulso con el gobierno húngaro, pues recuerden que la Comisión Europea ha abierto un expediente a este país por la llamada ley magiar Stop Soros, en la que se penaliza a las ONG inmersas en el problema migratorio; pero como dato recuerden también, como el senador Pedro Agramunt ha reiterado en sucesivas ocasiones, el financiamiento por parte de Soros de diferentes ONGs que surcan el Mediterráneo como OPEN Arms, y su participación en diferentes trances de Europa.

Todos estos dimes y diretes migratorios, que no son la primera vez que les comento (ni la última), y sus consecuencias sancionadoras contra Hungría tienen aún un farragoso proceso comunitario de toma de decisiones, en el que el gobierno polaco de Jaroslaw Kaczynski ya ha manifestado su apoyo a la causa del presidente Orbán, llegando el presidente de la república polaca, Andrzej Duda, a denominar a la UE como una “comunidad imaginaria”, y por lo tanto parece que de una forma u otra, por ejemplo con el apoyo de más países como son los otros miembros del grupo del Visegrado, neutralizará el procedimiento disciplinario europeo, asomando nuevamente el fantasma de la división en bloques más o menos conservadores o liberales en la UE.

Para ir finalizando y no terminar con malas noticias o recuerdos, rememorarles que fue un 11 de septiembre de 1989 cuando el Telón de Acero inició su resquebrajamiento, pues fue precisamente en Hungría donde se agrietaron las férreas barreras del bloque del Este al abrir sus fronteras con la República Federal Alemana, y así permitir el éxodo de miles de alemanes orientales que huían del yugo comunista, e iniciando el principio del fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y su Imperio.

Y como colofón del artículo y relacionado con su título, no puedo evitar el citar las palabras este pasado miércoles del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en su último discurso sobre el Estado de la UE en Estrasburgo, en las que afirma que debemos “rechazar el nacionalismo que proyecta odio y arrasa con todo a su paso”, así como que "Europa es demasiado pequeña para dividirse en dos y después en cuatro". ¿Lo habrá escrito pensando también en España?.

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