De viajes y vinos

Europe's living a celebration

Hoy es viernes de viajar por Europa, tropa. Mirando hacia el este, más o menos cerca, pero siempre alerta para hacernos con un buen vino con el que seguir brindando con la vida.

| 22/04/2022 | 3 min, 39 seg

Casi siempre entre montes, con algunos alpinos en los que empezaremos el camino y con otros menos escarpados, pero llenitos de condados. Senderos que nos llevan a grandes ríos de los de hacer fiestas de nunca olvidar. Las que no necesitan de excusas para celebrar. Y vamos de pueblo a ciudad y de ciudad en país con la libertad que da soñar. Sueños desde la torre de grandes palacios que se hacen realidad cuando empezamos a disfrutar con el Mythopia Disobediencie 2015 (Mythopia). Utopía mitológica que desobedece a lo establecido desde Suiza y con su uva fendant. Complejidad multiplicada hasta el infinito. Eternidad de límpido naranjismo que nos lleva al borde mismo del abismo. Con una belleza en el interior que de tan hermosa nos llama a saltar. Y lo hacemos sin miedo, porque sabemos que nos espera el frescor mullido de la nieve reluciente. Esa por la que deslizarnos con eficacia de reloj para llegar puntuales a comer una raclette con un poco de todo. 

En Austria le damos al gurbujismo divertido con el Roter Frizzante nº 1 (Strohmeier). Petillant tinto de variedad de nombre zweigelt. Vinosete con un carbónico tan finito que va desapareciendo hacia un camino infinito. Locura de firme seriedad que se presta a acompañar cualquier momento que se precie y mejor con amigos apreciados. Con música que sonará para siempre, Danubios de fondo y Papagenos de los buenos. Baile medido en sus brazos que dan la seguridad requerida para tomar los pasos precisos. Y ante el color que nos envuelve, precisamos tentempié que dé reposo, con un wiener schnitzel, por supuesto.

Siguiente parada en la República Checha con el OKR 2020 (Milan Nestarec). Chardonnay, gruner veltliner, sauvignon blanc y un poco de traminer, que pintan con color ocre y montones de matices. Deslices de pincel que rozan nuestras manos en campos de perales. Historias de castillos y una prinseza que lanza la trenza por la ventana. Con risas chispeantes y cantando si me llamas con ardiente interés. Arte en casa y cultura de los de antes de nuestro tiempo. Límpidos cristales que dejan pasar la luz para que nos sintamos soberanos de paisajes infinitos, mientras desayunamos un obložené chlebíčky.

Naranjismo toronjil

Seguimos con pigmentos toronjiles y tan contentos con el Malvazija 2018 (Ĉotar). Esloveno de malvasía que muy bien, tía. Tropicalismos ligeros que no pesan. Pensamientos en forma de flores de cálidos tonos refrescados por el rocío mañanero. Maneras de señorita con largo recorrido sin cansarse. Vestida de sedas que arropan con resplandor y el justito candor. Coreografía de melodía casual y sin pareja fija. Hacer y deshacer para terminar por comprender que aunque vaya con muchos, lo suyo es una kranjska klobasa.

Continuamos camino con descanso en Serbia y su Fodor 2018 (Maurer). Sin perder de vista el pellejismo, que bien hecho no es lo mismo. Ilustración de antepasados que no están para nada pasados. Porque son actualidad que requiere lecturas y comprensión. Urdimbres que restallan fantasiosas y dicharacheras. Con su acético controlado para que no le demos de lado. Intensa distracción que podría llegar a pasión. Travesura de largas vacaciones con la vista puesta en afluentes, pensando en barcas para remar sin descanso y acabar con un plato de sarma delante.


Finalizamos el viajazo en Turquía con el Keten Gömlek 2018 (Gelveri). Otro del rollito naranjito de varietales locales y tratadas como tales. Punky e intenso que se queda a jugar en nuestro equipo. Cortita y al pie o de pase largo, que aquí le damos a todo. Con cítricos variados y tipazo de modelo puesto al día. Acidez pegada a la tierra. Suelos de longeva historia que repasar despacito, que ahí está lo bonito. Aprender e ir creciendo sin miedo a que no lo vea la marea. La que nos quita algunas cosas a cambio de otras nuevas y que ahora nos trae un bocadillo de caballa. Final de cuento de hadas del que nos vamos revoloteando hasta dentro de un par de semanas. 

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