VALÈNCIA. Fue la apuesta independiente de la fallecida Rita Barberá y se ha convertido en el inmaculado. Es el único concejal del PP de València no imputado por el caso Taula. Licenciado en Económicas, casado y padre de tres hijos, Eusebio Monzó (Catarroja, 1969) entró en la lista municipales con el número 4 y las circunstancias han hecho de él el portavoz de la formación popular. Siendo como es el que más interviene en los plenos municipales, siendo como es el que le tiene que dar la réplica al alcalde Joan Ribó, es el único regidor sin dedicación exclusiva de todo el consistorio. Es decir, que uno de los que más trabaja es el que menos cobra; en eso el Ayuntamiento de València sí que podría parecerse a una metáfora de España. A pesar de ello, Monzó, que compagina el consistorio con la investigación en la Universidad Politécnica, y que no tiene reparos en definirse como democratacristiano, mantiene la sonrisa siempre y en todo lugar. Pese a no estar afiliado, a lo largo de los años ocupó diferentes responsabilidades en los gobiernos autonómicos del PP y llegó a ser secretario autonómico de Hacienda hasta que tuvo que dimitir porque fue imputado por el caso de los sobrecostes del Centro de Convenciones de Castellón de Calatrava. Absuelto, Monzó alude a su experiencia personal para defender a sus compañeros y la presunción de inocencia y justificar porque no han dimitido.
—¿Acabarán la legislatura los concejales del PP imputados? Ha habido rumores de dimisión de algunos.
—Lo que quiero destacar de ellos es la labor de la oposición que estamos haciendo, y en gran parte es gracias a la coordinación interna de Alfonso Novo, a pesar de que las circunstancias no han sido las más favorables.
—Estar imputados no es estar amputados.
—(Ríe) El señor Fuset también está investigado y el alcalde no se ha pronunciado. Hay una doble vara de medir: si los imputados son del Partido Popular o no. Para nosotros nunca hay presunción de inocencia. Quiero recordar que a los asesores de nuestro grupo se les suspendió durante cinco meses parte de su sueldo, y tuvo que venir un juzgado para que se les reintegrara el dinero. Lo importante es que creo que se ha hecho una labor de oposición que es de resaltar en circunstancias difíciles, con una media de 200 iniciativas mensuales, con preguntas, mociones. No es cualquier cosa.
—La encuesta de Valencia Plaza les daba posibilidades de recuperar la alcaldía si pactan con Ciudadanos. ¿Le ha sorprendido?
—Personalmente no me ha extrañado.
—Pero es que por no tener no tienen ni candidato.
—Sí, pero a fecha de hoy seguimos siendo el partido más votado en la ciudad. Es cierto que hubo un bajón electoral en mayo de 2015, pero como lo hubo en el resto de grandes ciudades. Me da la sensación de que la ciudad de València reconoce la labor y el trabajo que hizo durante 24 años el PP.
—Por mucho reconocimiento, lo que dictaminaron las elecciones es que se apostaba por un cambio. O al menos eso daba la aritmética.
—Sin embargo a la vista de lo que ha hecho el actual gobierno [compuesto por Compromís, PSPV y València En Comú] no me extraña que sigamos siendo la principal referencia.
—¿Cree que parte de mérito de esa hipotética recuperación de la alcaldía se deberá a los deméritos de otros?
—Siempre se dice que no se ganan elecciones, sino que otros las pierden. Creer creo que a nivel nacional el gobierno de Mariano Rajoy ha hecho una buena gestión de una de las situaciones más complicadas que ha vivido este país en los últimos años. Y pienso que a nivel local y autonómico, especialmente por parte de Isabel Bonig, se está haciendo una buena oposición. Y la gente sabe que el PP es un partido fiable, estable y de garantía, de gobierno y de seguridad, y sobre todo que es previsible.
—Lo de previsible lo usan mucho en el PP y no deja de ser cierto: el PP no te va a sorprender; es lo que hay.
—Bueno (sonríe). Creo que eso es importante. Quien hoy gobierna València prometió muchas cosas que no se están cumpliendo, hizo bandera de la Transparencia y el Defensor del Pueblo le ha tenido que llamar la atención varias veces para que aporte información, e hizo bandera de la participación y resulta que sólo el 2% de la población toma parte en los presupuestos participativos y muchas de las elecciones han coincidido con el modelo de Movilidad que impulsa el propio gobierno… Por no hablar de aspectos como el Cabanyal, donde los propios ciudadanos les han dicho ‘nos estáis fallando’, u otros proyectos como el Parque Central o La Marina donde el Ministerio está esperando aún a ver qué decide el Ayuntamiento que quiere hacer allí.
—No saben lo que quieren hacer, según usted.
—Yo me atrevo a decir que quien hoy gobierna la ciudad ha engañado a sus propios votantes.
—Pero en el caso del Cabanyal la ciudadanía dejó bien claro que no quería el modelo del PP. Otra cosa es que no se haya dado una alternativa.
—En el primer pleno que se celebró esta legislatura nos dimos cuenta de que la ciudadanía nos pedía un cambio, que estuviéramos más encima de los problemas de los ciudadanos y no fuéramos tan rígidos. Hicimos una propuesta para que no se derogara sino que se modificara el PEPRI, porque era más ágil administrativamente, y se nos dijo que no. Con eso se ha condenado al Cabanyal a estar estos tres años sin poder hacer nada. No sólo eso sino que también el equipo de gobierno, cuando ha presentado el proyecto que querían para el Cabanyal, los propios vecinos se lo han rechazado.
—¿Y cuál es su posición ahora?
—Reducir el ancho [de la ampliación de Blasco Ibáñez] a la mitad y reducir las alturas de cinco a tres. Eso es lo que ofrecimos el primer día, y no eliminar sino modificar. En lugar de nuestra propuesta se decidió otra cosa y lo que se tiene ahora es la zona de València con mayor número de desahucios por habitante y todo la recuperación bloqueada.
—¿Cree que la lista de promesas incumplidas del Govern de la Nau es más larga que la de las realizadas?
—Totalmente. En La Marina València En Comú ha paralizado el proyecto porque está en contra del hotel de 25 alturas. Y en el Parque Central los propios socios de gobierno no se han definido y no han mandado la propuesta adecuada al Ministerio. Todo eso está parado. Nosotros tenemos una visión distinta de la ciudad. He escuchado que València no debe crecer; es muy difícil progresar sin crecer. Nosotros queremos una València moderna, con proyección de futuro, que sea más productiva, con una administración abierta al ciudadano, más ágil, que no tenga las licencias paralizadas que han llegado a tener más de 1.200 licencias sin desatascar. No se entiende que, siendo el empleo la principal preocupación, no se favorezca la actividad profesional. Hay que tener una visión global, no una endogámica y cerrada.
—El problema que veo en su crítica es que, de lo que me dice, algunas cosas sirven para un socio de gobierno y otras para otro. Eso debe dificultar la tarea de oposición.
—Siempre hemos dicho que hay una división muy clara entre los tres partidos. Hicieron un pacto para tener la alcaldía pero las disputas internas son más que evidentes y cada uno tiene atado a su socio de gobierno de pies y manos. Yo ya se lo he dicho a Ramón Vilar, que sé perfectamente cuál es el presupuesto que va a tener cada concejalía antes de cada año. No se trabaja en función de las necesidades reales, sino del pacto entre los tres partidos.
—Lo que pasa es que los bloques homogéneos no parece que tengan mucho predicamento ahora.
—Eso es así. Antes había un bipartidismo muy claro. Ahora nos tenemos que acostumbrar a que, ya no en València ciudad, en toda España, el panorama político ha cambiado mucho. Ahora tenemos dos riesgos muy claros que son el populismo y el nacionalismo, y que tanto en Italia, como Alemania o como Francia se ha ampliado el espectro de partidos.
—No deja de ser curioso que hablen de populismo desde el Partido popular.
—(Ríe) Somos populares, no populistas. El populismo al que me refiero es el de prometer medidas que no se pueden cumplir. Prometen cosas sin explicar cómo se van a hacer. Nosotros apostamos por crear empleo porque es la mejor garantía de que, sin tener que subir los impuestos, podamos seguir prestando servicios sociales. Fíjese en la ciudad de València, recuerde las promesas sobre la ZAL y que se iba a recuperar la huerta. Ahora reconocen que no se puede revertir.
—¿Ha vivido el Govern de la Nau de los errores del PP?
—Hicieron una oposición en la última legislatura muy dura, muy crítica, y a nosotros nos pilló la crisis. Eso hizo cambiar el voto lo suficiente. València la perdimos por 3.500 votos, que fue lo que decantó tener un concejal más o menos. Para ello la oposición lanzó campañas como el #RitaLeaks que es un caso que finalmente se archivó. Es evidente que Compromís no esperaba sacar nueve concejales, pero el marketing político les funcionó, pero cuando llegas al Gobierno ya no te vale: tienes que gestionar. Ahora tienen 70 millones de euros anuales más de presupuesto de los que tuvimos en la última legislatura y no les luce.
—Y eso, según ustedes, es porque no saben gobernar.
—El talón de Aquiles del tripartito es la falta de gobernanza. Divisiones internas, dimisiones, no tener políticas orientadas a mejorar los servicios, la limpieza, la frecuencia de los autobuses… Creo que no han estado atentos al día a día, han estado más pendientes de disputas internas y de cuestiones mediáticas, y lo que ha sucedido es lo que usted decía antes, que han vivido de los errores ajenos o lo que ellos venden como errores. Son muy de lanzar globos sonda, como lo de proponer que se quite la fiesta de San Vicente Mártir para dársela al 18 de marzo sin haber hablado con el Arzobispado, con las comisiones falleras… Anuncian las cosas sin consultar con nadie, a ver cuál es la respuesta. Y eso no es serio.
—Cree que son mejor oposición que gobierno.
—Mire el tema de la Movilidad. Su política se basa en el conflicto. Con el Partido Popular no planteábamos la Movilidad como una cuestión de confrontación, sino de cooperación, tanto peatones y ciclistas, como gente que va con su vehículo, comerciantes, turistas… Con el Partido Popular València ya era la ciudad de España con mayor número de kilómetros de carril bici por kilómetro cuadrado. Lo que pasa que el cambio de Movilidad debe hacerse de forma pausada, que la gente lo vaya entendiendo, y este gobierno no ha sido así, ha entrado como elefante en cacharrería y, sin ningún tipo de consenso, han hecho bandera de algo que todos apoyábamos y su única aportación ha sido fomentarlo desde el enfrentamiento.
—Reivindica la política 'popular' de Movilidad.
—El Anillo Ciclista estaba diseñado por el PP.
—Pero no estaba hecho.
—Lo que no estaba hecho era un doble carril bici para la calle Colón, que yo no sé si es lo más apropiado.
—Entonces, para usted, el Govern de la Nau es más de vender aciertos que de tenerlos.
—Totalmente. Están más preocupados de comunicar su gestión que de resolver los verdaderos problemas. Son lo contrario que nosotros, a quienes tradicionalmente se nos acusa de ocuparnos sólo de la gestión y no de comunicar. En cambio el gobierno actual del tripartito tiene mucho que mejorar en lo que es la gestión que, insisto, es su talón de Aquiles.
—Parece que sí que se hacen cosas. Por ejemplo, la primera oposición a la Policía Local en 10 años.
—¿Ve? A eso me refiero. A día de hoy la plantilla de la Policía Local no ha aumentado, y eso es algo que se debe destacar. Sí que se ha aumentado en otros servicios, pero en Seguridad, que es fundamental, y más ahora, aún no se ha incrementado plantilla, al menos a nivel presupuestario. Y parece que se esté haciendo algo, cuando no se ha hecho nada.
—Algo bueno habrán hecho en estos tres años.
—Uf… Pregunta difícil (ríe). Quizás el programa de formación de los funcionarios, en el que he participado en alguna sesión. Es de valorar positivamente. El cuerpo de funcionarios debe estar motivado y bien formado, y ése es un buen camino.
—¿Y algo que hiciera Rita Barberá y no le fuera reconocido?
—Que se consiguieron 1.000 dotaciones públicas con 3.000 millones de euros de inversión. Esta legislatura no hay ni una sola dotación pública, ni deportiva, ni cultural, ni servicio social… València estaba más limpia, mejor gestionada, el tema de la smart city se inició con nosotros. La gestión de Las Naves era mucho mejor. El inicio de la tramitación del EDUSI del Cabanyal fue nuestra. El Parque Central fue un proyecto nuestro, como La Marina, y si se han ralentizado ha sido por el actual Ayuntamiento. Todos los grandes proyectos son del PP. El río, la Ciudad de las Artes…
—Eso es del PSOE.
—Pero el PSOE quería una torre de telecomunicaciones. La transformación en lo que es el Palau de les Arts es del PP.
—Aunque son todo proyectos de la Generalitat.
—Que hicieron ciudad. También podemos reivindicar la peatonalización frente a las Torres de Serranos, que eso es del PP.
—No le gustan las peatonalizaciones ‘blandas’.
—Eso ha sido poner cuatro maceteros.
—¿Se siente cómodo en el PP usted que es independiente? ¿No echa en falta una argumentación más trabajada y menos agitar el fantasma del pancatalanismo?
—Ideológicamente me siento cómodo. Y en cuanto a que la argumentación sea pobre, no lo comparto. Asisto a muchos discursos de nuestra líder, Isabel Bonig, y no me han parecido precisamente pobres.
—¿No cree que exageran con lo del catalanismo?
—Exagerar no sé, pero la justicia nos ha dado la razón por ejemplo con el decreto del plurilingüismo. No es una ocurrencia nuestra. En cuanto a la cuestión del catalanismo, lo que es innegable es que tanto la política lingüística como la educativa, e incluso la comunicativa, la de À punt, tiende hacia un modelo que si no es independentista es nacionalista. Y ésa es nuestra crítica. Se obliga a funcionarios y colegios a adoptar un modelo que no respeta la libertad de la gente. Jo parle valencià correctament. No es una cuestión de valenciano o no valenciano, sino de respetar libertades. Y en esa actitud hay un sesgo ideológico.
—¿Aceptaría ser candidato?
—Me alegra que me haga esa pregunta (risas). En serio, no es algo que me plantee ni creo que sea algo que sepa nadie. Lo tiene que elegir la dirección nacional, en la figura del presidente del gobierno [Mariano Rajoy], y la dirección regional, en la figura de Isabel Bonig. En este momento no es algo que urja. A nivel personal mi única intención es seguir trabajando y haciendo la oposición que hemos estado haciendo hasta ahora. No hay otra. No me entra otra cosa en la cabeza. Mantener la unidad del grupo y tener a la gente activa y motivada es mi prioridad. No me planteo nada más.
—¿Le parecen bien los nombres de María José Català o Esteban González Pons?
—Fenomenal. Me parecen muy bien. E incluso algún otro nombre.
—¿Luis Santamaría?
—También. Y María José Ferrer. El otro día Esteban [González Pons] tuiteó una fotografía en la que estábamos Català, Santamaría, Ferrer y yo, y escribió: ‘Están todos los que son y son todos los que están’. Fue como si dijera: ‘A mí dejadme tranquilo’ (risas). Todos los que hemos nombrado y otros más me parecerían bien, cualquiera, porque a cualquiera que venga le ayudaremos y daremos toda la información que dispongamos. Somos un equipo. Lo que nos importa es el bienestar de los valencianos y ése es nuestro objetivo.