Eva Blasco es la CEO de Europa Travel, de familia empresaria, además es una mujer comprometida con la representatividad y el asociacionismo, actualmente es presidenta de EVAP -Asociación de Empresarias y Profesionales de Valencia- y de la patronal CEV Valencia.
VALÈNCIA.
-¿Cómo recuerdas los veranos de tu niñez?
-Eran unos veranos muy familiares, recuerdo que íbamos al camping del Saler, y algún año también nos íbamos a los Pirineos. Pero siendo muy pequeña, mis padres compraron una parcela y construyeron un chalet en Cumbres de Calicanto, así que todos mis veranos de niña está ligados a ese lugar. En aquella época era un verano distinto a los actuales en ese tipo de urbanizaciones, por ejemplo, los chalets no tenían piscina, pero todos íbamos a la piscina del risco, que ejercía de club social con restaurante, piscina y ahí íbamos todos los niños, de hecho, muchos aprendimos a nadar en esa piscina y hacíamos competiciones de natación. La verdad es que socializábamos mucho gracias al club.
-Y como muchos dicen, ¿recuerdas los veranos de niña como muy largos?
-Normalmente, mi familia lo compaginaba con algún viaje y el resto en Cumbres de Calicanto, pero mi recuerdo no es de veranos excesivamente largos, aunque sí relajados, sobre todo para los que aprobábamos todas las asignaturas. Desde junio hasta octubre podíamos disfrutar de tiempo libre, no recuerdo que tuviéramos tareas para el verano, a nivel académico, eran veranos para disfrutar el clásico dolce far niente.
-La adolescencia se vive de manera especial los veranos
-Seguíamos veraneando en Calicanto, pero me fui varios años durante un mes a Francia (en concreto a Besançon) a estudiar francés y nos quedábamos en casas particulares. Recuerdo que empecé cuando tenía unos 13 años y aunque el primer año cuesta adaptarse, luego seguí yendo varios años y es una experiencia de la que guardo grandes recuerdos, conocí a gente de toda España (Madrid, Salamanca, Oviedo…) y también jóvenes de otros países. Los italianos sin duda es con quienes mejor relación teníamos y hacíamos excursiones por la zona, un poco similar a lo que ahora hacen los Erasmus. Recuerdo especialmente vivir un 14 de julio en París, algo maravilloso y sobre todo me encantaba conocer a gente de fuera de Valencia, algo muy edificante.
-La clásica rebeldía de los años universitarios, ¿cómo la viviste?
-El lugar fijo de veraneo seguía siendo Calicanto, varios vecinos ya se habían hecho piscina, mi padre prefirió hacernos un minigolf. En los primeros años de la carrera empecé a ir unos días a Jávea porque mis primos veraneaban y veranean allí. También hacía algún viaje, uno de los que más recuerdo fue a Italia en autobús y luego allí estuvimos en un camping; otro año al inicio de la carrera hice un curso de ruso en San Petersburgo, fue una experiencia peculiar, había un militar que decía que estaba allí “para aprender la lengua del enemigo”, otra chica rusa que se fue con un miembro de la división azul y nunca habái vuelto. La verdad, lo pasamos francamente bien, fue un verano y unas anécdotas que no olvidaré jamás. Mis amigas y yo queríamos ir a cenar a un hotel bueno y tomar caviar pero teníamos que conseguir rublos.
-Otro clásico en ese tiempo de universidad son los primeros amores que suelen llegar en verano.
-Así es, en la facultad de Derecho conocí a un chico que era natural de Enguídanos (Cuenca) y durante el tiempo que estuvimos juntos incorporé ese destino a mis veranos. Es un pueblo maravilloso de la Serranía de Cuenca junto al pantano de Contreras, ahí aprendí a conducir un Mehari y guardo unos grandes recuerdos de aquellos veranos, también navegamos por el pantano en zodiac. Enguídanos es un pueblo de la España castiza, me acuerdo que si ibas en tren, había que apearse en Caudete porque la propia estación de Enguídanos no tenía acceso directo. Fui muchos veranos la vida en el campo de Castilla, pese a ser muy distinta a los veranos en el mar, me gustaba mucho.
-Eres una reconocida empresaria, y perteneces a una saga vinculada al mundo de los viajes.
-Es un orgullo para mí, de hecho, tengo un espíritu viajero porque en 1998 tuve la oportunidad de irme a vivir a Nueva York con el IVEX y no lo dudé. Me fui en pleno agosto, imagina qué verano, llegué y me puse a buscar casa allí y durante tres semanas estaba en un hotel. Allí estuve viviendo cuatro años y los veranos los aprovechaba para visitar a la familia, en esa época solía estar con mis padres en el Puig donde tenía un apartamento mi hermano. Como vivía al otro lado del Atlántico, los veranos era para el reencuentro familiar junto al Mediterráneo. Durante el año sí que viajé mucho por Estados Unidos, allí los festivos siempre caen en lunes y aprovechaba para viajar bastante.
-Además de empresaria, estás implicada a fondo desde hace años en el mundo de la representatividad empresarial como presidenta de EVAP y de CEV Valencia.
-Desde siempre me ha gustado participar en la vida pública, en la Universidad fui claustral. Luego cuando me incorporo a Europa Travel me implico en varias asociaciones sectoriales, desde 2005 entré en EVAP y en otras asociaciones del sector de agencias de viajes, y en muchas de ellas ocupando importantes responsabilidades, fui durante ocho años vicepresidenta de la Asociación Europea de Agencias de Viajes (ECTAA). Desde 2016 soy vicepresidenta de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV). Para mí es un honor y mi mayor satisfacción ser, desde 2018 presidenta de CEV Valencia y contribuir a que la voz de las empresas valencianas sea tenida en cuenta para fomentar el desarrollo económico global y el progreso de nuestra provincia. Creo firmemente que la unión hace la fuerza.
-Cuando nacen los hijos, también suelen cambiar los veranos.
-Justamente mi hijo nació un 22 de julio, ese verano fue especial y a partir de ahí combinamos nuestros días en Calicanto, donde, por cierto, mi padre con la llegada de los nietos hizo la piscina, y también pasábamos unos días en el Puig. Cuando mi hijo cumplió cuatro años empezamos a irnos de crucero en verano, algunos de los que guardo mejor recuerdo fueron al Mediterráneo Oriental, a las capitales bálticas, por los Fiordos noruegos o el de los puertos de Gran Bretaña. Y otro de mis destinos habituales muchos veranos es Canfinello una bella localidad del Piamonte en el norte de Italia.
-Italia y el verano, una combinación perfecta, ¿no crees?
-Para alguien de ciudad como yo irme a los Alpes, en una zona de naturaleza exuberante, es un auténtico privilegio. El entorno paisajístico es de una belleza total, uno de los lugares más bonitos es el Monte Rosa. Cuando mi hijo era pequeño siempre nos escapábamos unos días a Baveno junto al Lago Maggiore, en un hotel magnífico. El espíritu viajero se lo trasladé desde bien pequeño a mi hijo.
-Actualmente ¿cómo son tus veranos?
-Pues recuperando la normalidad de viajar y combinar nuestro verano local en Calicanto con las escapadas. Porque los viajes más largos (Nueva York, Tanzania, Los Ángeles y San Francisco) en los últimos años los hicimos en Navidad, para así disfrutar más de la familia en verano, este año creo que también será más tranquilo.
-¿Cómo es tu verano ideal?
- Para mí, sin duda, es combinar un viaje, que todo sea dicho, es muy cansado, con unos días en mi sitio de veraneo tradicional, en mi caso en Calicanto. Y poder estar totalmente tranquila, sin horarios, con relax total y encontrando una paz que es difícil hallar tanto en la ciudad durante el año como en los viajes.
Rosa Sanchidrián, rectora de la Universidad Europea de Valencia, nos habla de sus veranos y experiencias únicas que la hacen intimista, generosa y apasionada por la lectura y la cultura. Su vínculo con Castilla y su amor por el Saler, su refugio de contacto con la naturaleza y el mar.
Sandra Deltell, socia responsable de PwC en la Comunidad Valenciana y Región de Murcia, además de vicepresidenta de EVAP, es sin duda una de las mujeres líderes en el mundo económico y empresarial en nuestra tierra. Una viajera incansable que ha elegido Dénia como lugar donde volver cada verano.