Hace un tiempo, pero no mucho, nos creíamos el centro del universo, o mejor dicho, nos hicieron creer que lo éramos. Transcurrían aquellos tiempos en los que también sentíamos o nos hicieron sentir que la prosperidad duraría eternamente y nosotros seríamos unos privilegiados por disfrutarla.
Son aquellos tiempos que algunos preferimos no recordar y otros eliminar del camino. Todo por culpa de un poder que si algo logró fue que aquella época la vayamos borrando de nuestras memorias por desgana y pornografía. Sobre todo porque no sólo aún estamos pagando años de borrachera y derroche sino porque todavía nos queda por pagar mucho de aquella hipoteca a 50 años vista y nada de euribor.
Si no recuerdo mal, que uno también desea borrar memoria para aligerar el disco duro mental, nos dijeron que nos habíamos convertido en la comunidad autónoma que unos envidiaban y en la que todos querían trabajar. Yo diría llevárselos crudos. No me extraña porque si a algo no nos ganó nadie fue a dilapidar millones y a vivir muy por encima de nuestras probabilidades. Nos dijeron también que aquella inversión nos posicionaba en el centro del huracán mundial y que no se trataba de un gasto al uso sino de una inversión con unos retornos que nos iban a dejar “pasmaos”.
Como sociedad nos habíamos quedado al margen de todos los repartos. Ya se sabe, se habla mucho pero en donde hay que pelear los partidos se defiende poco. Lo llaman demagogia, esto es, se critica y se saca pecho de puertas hacia dentro y luego se dobla el lomo donde hay que erguirlo. Estilo Puig/Marzá.
Cuando hablo de repartos me refiero a grandes eventos nacionales, cosillas como expos universales, olimpiadas, grandes fastos, campeonatos mundiales de cualquier especialidad…Nos nos dieron ni una feria del ganado. Por sumisos y blandos. Ni nos dan nada ahora.
Así que decidimos pagarlo nosotros, como buenos capitanes moros, Iba a garantizar una gran publicidad a nuestra autonomía. Eso decían.
Y así pagamos unas cuantas carreras de barcos y el canon millonario de unas vueltas de coches, como también su circuito, y a los principales directores de orquesta una pensión millonaria vitalicia, por no hablar de esos congresos en los que se pagaba a los participantes traídos a peso de oro o de los concursitos internacionales de tenis y saltos de caballito, etc, etc, etc. Todo para disfrute de la casta y sus allegados, claro
Hasta que nos dimos cuenta de que eso no daba beneficio a la sociedad que lo pagaba, ni a las pequeñas poblaciones que nos rodean, ni al sector turístico ya que era pan para hoy y mucha hambre para mañana.
Pero parece ser que no hemos aprendido del todo la lección y eso de ser capital de lo que sea, mundial, europea o española, celebrar galas millonarias para lucir palmito comienza a hacer gracia a nuestra clase política actual. A su nivel, bien es cierto, pero con ganas de ir aprendiendo. Miedo me da. Aunque ya se sabe la Historia y la Economía son ciclos que se repiten. Pero se empieza con una gala, una cena, un desfile de modelitos y se acaba vaciando de nuevo las arcas públicas. A derrochar sí se aprende.
Dos. Si algo ha demostrado la Vuelta Ciclista a España esta semana a su paso por esta autonomía es que su retransmisión es la mejor promoción que se puede realizar de un país o de las poblaciones y parajes que recorre durante sus etapas. Es una gran forma de descubrir país o querer conocerlo. Es la mejor campaña de publicidad que se pueda hacer.
Hay que felicitar a quienes hayan hecho posible su llegada a Alicante, Cullera y Gandia -en estos dos últimos casos la Diputación de Valencia ha tenido su peso- y su recorrido por nuestras dos provincias. Ver ambas etapas, como otras de este año y de temporadas anteriores no siendo gran aficionado al ciclismo, deporte de héroes, por cierto, me ha hecho querer descubrir muchos espacios urbanos y naturales y apuntar un buen puñado de sitios para tenerlos en la memoria del viajero.
Hasta me ha ofrecido una visión muy distinta de ambas provincias. Las conocemos poco. Nos hemos convertido en turistas accidentales desde el aire gracias a las magníficas imágenes que nos han ofrecido durante varias horas al día.
Eso sí que es una gran inversión en turismo y no todas esas campañas mediáticas repletas de tópicos y eslóganes fáciles de olvidar de un año para otro en las que nos dejamos millonadas y sólo sirven para cumplir el expediente o justificar un cargo.
Felicidades por la Vuelta a quienes la organizan, la patrocinan y nos la retransmiten con tanto rigor. Tenemos un país fantástico. Que no se lo gasten ni nos hipotequen más, aunque capaces bien que lo son.