CASTELLÓ. La Comunitat lidera el abandono de tierras productivas. De hecho, según los datos aportados por AVA-Asaja, las hectáreas que se han dejado de trabajar en el territorio valenciano son 161.567. Este es el alarmante dato que ha motivado la mesa redonda impulsada por el Colegio de Economistas de Valencia (COEV) titulada El abandono del campo valenciano. Algunas soluciones para evitarlo desde las empresas cooperativas agrarias.
El evento, conducido por el economista y miembro de la Comisión de Dirección y Gestión de Empresas, Santiago Ros, ha puesto de manifiesto que, en concreto, en la provincia de Castellón se ha abandonado el 14% de las tierras de regadío, el 8% en Valencia y el 4% en Alicante, siendo el total de cultivo en regadío en la Comunitat de unas 300.000 hectáreas.
En la tertulia han participado como expertos el empresario y socio de la Cooperativa San Isidro Labrador de Picassent, José Luis Albert; el ex director comercial de Anecoop y senior advisory consultant en Paco Borrás Consulting, Paco Borrás; el director de la Cooperativa de Viver, Fernando Marco; y el gerente de la Cooperativa de Sant Vicent Ferrer de Benaguasil, Miguel Ángel Martí.
Los cuatro ponentes han realizado una radiografía completa de la agricultura valenciana y han puesto de relevancia los motivos de este abandono, por las debilidades y amenazas al sector, pero también las fortalezas y oportunidades para proponer posibles soluciones al problema.
Así, Paco Borrás ha señalado que las debilidades del campo valenciano radican en el minifundismo, la escasa implantación tecnológica, el envejecimiento de la población activa, la falta de atractivo empresarial, la escasa planificación y poca estructura vertical en la cadena de valor, la poca profesionalidad de los productores, no contabilizar históricamente los costes reales y el descenso del consumo per cápita de las naranjas. Sobre este último punto ha indicado que desde hace 15 años se está produciendo un notable descenso en el consumo. De hecho, “se ha pasado de 22 a 18 kilos en el consumo medio por hogar, por lo que sorprende que mientras los sindicatos hablan del desastre de los cítricos, nadie pregunta por qué no se está promocionando el consumo de las naranjas, pese a que el aguacate y el kiwi están ganando terreno desde hace tiempo”.
Miguel Angel Martí añade que otra debilidad radica en la avanzada edad de los productores y en el hecho de que no existe relevo generacional, hasta el punto de que muchos herederos no saben dónde están los campos de sus padres.
Frente a esto, Albert destaca que el sector agrícola está muy profesionalizado, lo cual supone una fortaleza para revertir el proceso y dar respuesta a las nuevas realidades que se están produciendo. En este sentido, Martí asegura que “tenemos muy buena estructura, pero no se aprovecha como debería, porque tenemos un gran producto y una gran capacidad de adaptación, además de que poseemos un producto de cercanía y con un gran valor medioambiental, pero tenemos que creer en lo que hacemos y darle el impulso que necesita”.
Borrás explica que no hay ningún país en el mundo, excepto China o la India, que cultive tantos cítricos, pero en su caso son para autoconsumo, por lo que los agricultores valencianos y españoles tienen frente a ellos 550 millones de consumidores en una Europa sin fronteras, ni aduanas ni burocracia, pero “para que esto se produzca tenemos que comunicarlo y trasmitirles, por ejemplo a los finlandeses, los valores de nuestras naranjas”. Para Miguel Ángel Martí, la alianza con Europa representa una importante ventaja, pero para conseguirlo, además de apostar por difundir sus valores, también pasa por establecer un cambio de modelo de gestión.
Fernando Marco asegura que un mundo globalizado se buscan excusas para no avanzar y, aunque “es cierto que se ha producido un cambio de modelo de relación con el entorno y el sector, por un lado, persiste la lentitud de las administraciones y la falta de empuje para innovar”.
En esta línea, Paco Borrás afirma que “el problema de la mentalidad es mucho más profundo, porque tenemos una Ley de Estructuras Agrarias que choca con la concepción de nuestra agricultura cuando la producción del hemisferio sur y del norte coinciden, por lo que acaban pisándose”. Y a esto hay que añadir que el 40% de la facturación de las 35 primeras empresas de cítricos está en manos de Fondos de inversión y por tanto el retorno final no llega a las bases.
Los ponentes han coincidido en señalar en que el país que “más daño nos hace no es Sudáfrica, aunque se habla mucho de ella, sino Egipto, que ha pasado en un año de vender 200.000 toneladas de cítricos a vender 300.000”.
Para José Luis Albert, la solución pasa por mejoras en la producción , en la aplicación rápida de la Ley de Estructuras Agrarias y por dotarla de una mayor financiación. Fernando Marco indica que para tener éxito se debe apostar por la planificación estratégica de la producción y sobre todo instar al sector a ponerse de acuerdo y realizar una autocrítica sobre lo que se está gestionando mal.
Para los cuatro participantes, la solución al problema pasa por establecer en el sector agrario un cambio de mentalidad, la recuperación de la labor de la interprofesional citrícola, pero también en lograr un mayor compromiso de la Generalitat Valenciana, no sólo en cuanto a la aportación de ayudas, sino también para la puesta en marcha de la Ley de Estructuras Agrarias que se aprobó hace dos años y cuyo reglamento no se ha desarrollado, tal y como insiste Fernando Marco, quien asegura que estaba prevista la puesta en marcha de once directrices que aún no se han formalizado.
Todo ello requiere pronto un plan estratégico del sector agrario valenciano, como se hizo a principios de los noventa con el sector turístico y que llevó a la creación de la Agència Valenciana del Turisme, la red de Centros de Desarrollo Turístico y la publicación cada año de las estrategias y ayudas al sector. Es básico conseguir aumentar el tamaño mínimo eficiente de las explotaciones para reducir costes y aumentar ingresos.
Una de las vías más importantes para atajar la situación del campo valenciano pasa por el sector cooperativo agrario, no solo por el esfuerzo que están realizando por recuperar los campos, sino también por establecer planteamientos que lleven a la eficiencia y que pasan por la ordenación y la planificación de las cosechas, así como la diversificación de ellas y de otras actividades (gestión de supermercados, gasolineras, agroturismo,...). Pero es necesaria una mayor profesionalización del sector, desde los directivos a los socios, donde estos colaboran por el bien común y la prosperidad de sus localidades y donde tanto la cooperativa de Viver como la de Sant Vicent Ferrer de Benaguasil son ejemplos de cooperativas excelentes.