En la era digital, navegar por las corrientes de las redes sociales es como adentrarse en un universo de fantasía, lleno de filtros deslumbrantes, fotos perfectas, imágenes impecables y vidas que parecen sacadas de un cuento de hadas. Entre los protagonistas de esta comedia digital me encuentro yo, una simple mortal intentando navegar por las olas de Facebook e Instagram.
¿Alguna vez habéis entrado a Facebook y habéis sentido que estáis viendo una película donde todos son felices y exitosos? Sí, eso me pasa a mí también. Entro a Facebook y parece que todos están viviendo la mejor versión de sus vidas. Me desplazo por mi muro y veo fotos de mis amigos en lugares increíbles, haciendo cosas asombrosas, y yo aquí, sentada en mi sofá, pensando en lo que estoy haciendo mal en mi vida.
Y luego está Instagram, el reino de los filtros mágicos y las fotos perfectas. ¿Cómo logran esas personas hacer que todo se vea tan increíble? Cada comida parece un banquete gourmet, y cada puesta de sol parece un cuadro pintado por un artista profesional. Intento hacer lo mismo, pero mis fotos nunca salen tan bien. Si intento subir una foto de mi cena, parece que acabo de descubrir la cocina por primera vez. Y no hablemos de mis intentos de capturar una puesta de sol. Siempre termino con una foto borrosa del cielo con algún objeto desconocido en primer plano.
"La realidad no siempre se ajusta al encuadre perfecto"
La comedia de errores se incrementa cuando intento repetir esas fotos "instagrameables" en mi propia vida. He intentado posar con una taza de café en la mano y el sol poniéndose detrás de mí mientras sostengo una conversación profunda con alguien que casualmente lleva un suéter de colores pastel. Os advierto, es más difícil de lo que parece. La realidad no siempre se ajusta al encuadre perfecto. Y no digamos de esas fotos de mujeres recién levantadas y sin maquillar, pero ¿quién se levanta tan perfecta por las mañanas?
En este juego de apariencias, siento que mi vida es como una comedia de errores. Todos están ocupados compartiendo sus mejores momentos, pero ¿qué pasa con los momentos torpes y las risas auténticas? Parece que se han perdido en algún lugar entre las fotos perfectas y los filtros mágicos.
Pero, entre todas estas fotos perfectas y momentos cuidadosamente seleccionados, me he dado cuenta de algo. En lugar de buscar la perfección, creo que deberíamos abrazar nuestras imperfecciones y disfrutar de la comedia de la vida real. Las risas auténticas y los errores torpes son parte de lo que nos hace humanos, ¿no?
"Vivir una vida auténtica es más valioso que acumular seguidores"
En el circo digital que son las redes sociales, los comentarios son como las mazas lanzadas por los malabaristas en un escenario social, donde cada palabra dicha es una acrobacia buscando aplausos y risas en la pista central del circo cibernético. Sí, esos comentarios son como monedas que intercambiamos en este mercado virtual de validación y conexión. Pero, a veces, me pregunto si estamos perdiendo la esencia misma de la comunicación humana. ¿Cuántas veces hemos dejado de decir algo importante porque estábamos ocupados contando likes y comentarios?
Entonces, ¿qué aprendí de todo esto? En lugar de buscar la perfección en cada publicación, creo que deberíamos abrazar nuestras imperfecciones y disfrutar de la comedia de la vida real. En este circo digital, donde todos están ocupados contando likes y comentarios, recordemos que la verdadera belleza está en lo auténtico, en lo real.
Vivir una vida auténtica es más valioso que acumular seguidores y likes. Al final del día, nuestras experiencias reales y auténticas son las que dan forma a nuestras vidas y crean recuerdos duraderos. Así que, mientras navego por las redes sociales, prometo recordar que la verdadera comedia de la vida se encuentra en los errores y las imperfecciones, y no en los filtros brillantes que intentamos aplicar a cada momento. ¿Y tú? ¿Te unirás a la comedia real de la vida o seguirás buscando la perfección digital?
María Dolores Rubio es CFO/Directora Financiera de TRÉBOL
Foto: RojoLover