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Facu Díaz: “Las opiniones no se buscan en Twitter”

28/10/2018 - 

VALÈNCIA. “No te metas en política”. A la famosa expresión, atribuida a Franco, le cubre un halo de misterio. Algunas voces apuntan a que fue pronunciada en un Consejo de Ministros; otras, que el dictador español se la obsequió, a modo de advertencia, al director del diario Arriba: “Usted haga como yo y no se meta en política”. Sea como sea, la frase se las trae. Por todas las veces que la hemos recitado a título personal y por las connotaciones que la rodean. Bien lo saben el dúo cómico Facu Díaz y Miguel Maldonado, que decidieron hacerla suya cuando comenzaron su show hace un par de años.

“Es una frase muy guay”. Quien sonríe al decirlo, entre travieso y divertido, es Facu Díaz (1993), humorista de origen uruguayo que comenzó a hacerse conocido en Twitter por sus comentarios y vídeos. De la red social saltó a un espacio de humor político en La Tuerka (programa emitido por Público TV a través de Internet) y, de ahí, a No Te Metas en Política, el programa que cocapitanea junto con Miguel Maldonado y que esta semana ha llenado la Rambleta con un contundente sold out.

La marca No Te Metas en Política, cuenta Díaz a Cultur Plaza, se divide entre este tour (con el que viajan por toda la geografía española), y el humilde programa que hacen en vivo y en directo en teatro entre semana y que se graba y emite a posteriori en YouTube. Dos formatos bajo el mismo concepto que habitan, eso sí, en escenarios diferentes. Al joven cómico no le sobra el tiempo, pero parece todo lo contrario por su frenética actividad profesional: durante el último año ha estado recorriendo diferentes ciudades para explicar sus “historias y desencuentros con la justicia” (que las ha tenido) con un ilustrativo monólogo titulado Pido disculpas.

Pero, por lo pronto, proyecto aparcado. Toca centrarse en No Te Metas en Política, que ha evolucionado de una primera temporada con 40.000 espectadores a una segunda con cerca de 140.000. “Confiamos en mantener el nivel”, confiesa Díaz tras el estreno de su tercera edición. “Hemos dado con una fórmula que ha gustado y es capaz de sostener un proyecto como este”, añade. Sin grandes medios, con apenas recursos, los dos cómicos demuestran que para meterse en el mundo del entretenimiento no se necesitan grandes inversiones: solo dos mentes, un escenario, y una plataforma para divulgar el contenido. Lo de meterse política… ya es otra cosa.

-Pongamos por caso que algún amigo quisiera, realmente, meterse en política, ¿qué le dirías?
-Hay varias maneras de meterse en política: se puede militar, hacer activismo político (que bajo mi punto de vista es lo mejor); o, por otro lado, hacer política institucional (dedicarse a ello profesionalmente). En cualquier caso, la política es un campo de batalla y resulta muy compleja. Existen muchos “contras”, y muy pocas veces los “pros” compensan. Es una decisión para valientes.

-¿Cómo valoras la política de este país?
-Hay muchos núcleos que analizar: por ejemplo, el peligro y preocupación de la ultra derecha. Está muy presente y no es algo exclusivo de Vox.

Con el gobierno del PSOE veo lo de siempre: que hay algunas medidas de corte social que pueden resultar interesantes, sobre todo por el contraste del que venimos. Había tintes autoritarios y lamentables que no son difíciles de mejorar, pero a la hora de la verdad no ha cambiado mucho en materia de política económica. Sigue siendo decepcionante. Es un ciclo parecido al “zapaterismo”: intentan volver a ilusionar a la gente con un gobierno que parece ser de cambio… pero habrá que verlo todavía. Yo no me fío ni un pelo.

Una de las líneas en las que podría haber marcado diferencia el PSOE es la Ley Mordaza. Y lo han dejado pasar. Sí le pueden presionar desde posiciones como la de Unidos Podemos en algunas cosas… pero aun así me parece insuficiente.

-Algunos perfiles políticos intentan resultar cómicos, pero solo hay pensar en Soraya Sáenz de Santamaría (con su broma sobre el paracetamol o su visita a El Hormiguero) para darnos cuenta de que a veces estas acciones generan más vergüenza ajena que empatía. ¿Cómo ves tú la relación entre humor y política?
-Hay que tener clase para encajar estas cosas. Y nuestros políticos dan grima. A mí me viene esa imagen del Sr. Burns [Los Simpsons], cuando va vestido de chaval joven con un gorro de lana y saludando como si realmente lo fuera. Me da esa sensación. Los políticos creen que haciéndose los guays llegarán a los jóvenes.

Un ejemplo reciente: el otro día vi un tuit de Juanma Moreno (del PP andaluz) en la que daba ánimos a los cuatro o cinco concursantes de OT de este año que son de allí. Puso una foto de ellos y todo: “Orgulloso de los chavales que están representando a Andalucía en Operación Triunfo”. Pues le contestó un asesor suyo (ojo: un asesor de comunicación del PP) que le decía: “Qué bien, un candidato que conecta con la gente joven”. Así es como a veces funcionan los gabinetes de comunicación de los partidos políticos: forzados y, sobre todo, tarde. El fenómeno de OT es algo que ya sabemos que funciona bien en la gente joven. Desde hace tiempo. Pero él va y hace la referencia un año después. Y desde su propio partido le contestan. Se nota que no conectan con la gente, que hay una brecha enorme y se pasa vergüenza ajena al verlo. 

-Justo ha comentado Quequé recientemente en Twitter que a él “lo que le ofendía era pagar OT con sus impuestos” …
-Quequé es un rancio. Estoy seguro de que no ha visto ninguno de los programas de OT. Y yo tampoco, que conste. Pero también hay que saber cómo son algunas redes sociales. Desde hace tiempo tengo muy claro que las opiniones no se buscan en Twitter.

-Os nutrís de la actualidad política para hacer vuestro show. Tras tantos escándalos académicos y de másteres… ¿es fácil encontrar nuevos chistes sobre temas que no paran de repetirse?
-Hay una broma recurrente que nos solemos pasar entre nosotros. El típico tuit de alguien que menciona: “Con esta noticia ya os han hecho el guion” u “os están regalando el programa”. Pero no se sabe el dolor que sufrimos. Todo es cíclico y las historias se repiten: alguien ha robado, falsificado algo, o dimitido. Eso sí, con protagonistas diferentes.

La moción de censura nos dio oxígeno, pero ni siquiera así, porque ya estábamos de vacaciones. Creo que ni siquiera hemos podido hacer un programa con Pedro Sánchez como presidente. Imagínate: la única noticia guay que pasa y nos pilla fuera.

Un programa de comedia de una hora y pico como hacemos nosotros suele tener muchos guionistas, pero aquí solo estamos Miguel [Maldonado] y yo. Esta temporada se incorpora Ana Polo como guionista (una cómica de Barcelona que nos gusta mucho) y otra persona que se encarga de entrevistas, pero ya está. Cuatro personas, y solo dos dedicadas a tiempo completo a esto. Y, evidentemente, se acaban las ideas y a veces hay que hay que tirar de barbaridades que se nos ocurren por el camino porque, si no, no sobreviviríamos.

 

-¿Cuáles son tus referentes en comedia?
-Dos referentes argentinos (por mucho que me duela). En primer lugar, Les Luthiers, un grupo cómico maravilloso del que, desgraciadamente, ya ha muerto algún miembro. En segundo, Diego Capusotto. Creo que su estilo se ve en nuestra época de sketchs, con una parodia política muy izquierdista.

Y… no quiero darte ningún nombre más por si el día de mañana sale algún escándalo de acoso sexual. Ya me ha ocurrido con uno de mis cómicos favoritos, Louis CK. Hace un año o así se publicó que había acosado sexualmente a varias mujeres, y él, además, lo reconoció. Así que dar nombres de referentes es poner la mano en el fuego y no sé si hacerlo. Pero sí: me gustaba mucho, y su comedia es la hostia. Lamentablemente la persona ha tenido unos comportamientos terribles…

-El eterno debate entre el creador y su obra, y si se puede separar uno del otro…
-Voy a ser sincero: yo sigo viendo cosas de esta gente. Creo que no las podría publicitar, no podría decir: “Qué bueno es Louis CK, el famoso acosador sexual”. Pero mi Facu de un domingo por la tarde quizá se pone un vídeo suyo y se parte. Lamento no poder mantener la coherencia todo el día, pero es así. Sería un mentiroso si dijera lo contrario.

-La libertad de expresión es un tema peliagudo en los últimos tiempos. Nos indignamos mucho con el atentado contra Charlie Hebdo, pero con lo que le he pasado a Valtonyc no tanto… ¿Hay una doble moral?
-A mí me imputó la Audiencia Nacional después de que el Ministro de Interior estuviera en Francia manifestándose por la libertad de expresión de Charlie Hebdo. La justicia también es de clase: lo que le pasa a Valtonyc no es lo mismo que a Jiménez Losantos o Hermann Tertsch. Salta a la vista. Así que mucha suerte a todos los que estén peleando por mantener su libertad de expresión.

-Se suele pensar que la derecha es la que más se indigna y ofende con ciertas críticas o formas de hacer comedia. Sin embargo, también la izquierda parece tener la piel fina. ¿Estamos en un momento en la que a todos nos molesta todo?
-Siempre puede haber alguien con derecho a ofenderse y angustiarse. Desde la izquierda entiendo que hay cosas que duelen y pueden llegar a herir, pero en ningún caso es la izquierda la que lleva a gente a los tribunales, o hace que los raperos tengan que irse a vivir fuera. Puede haber gente que, en efecto, se ofenda, pero nadie está censurando en la izquierda (en todo caso, hay gente protestando y quejándose).

Donde sí he visto esta censura y este tipo de actitudes siempre es en el poder, y el poder es la derecha. Pretender poner a la misma altura casos como el de Valtonyc o cualquier tuitero con simples quejas que algunas personas vierten en Twitter no tiene sentido. Está fuera de lugar.

-¿Vosotros os autocensuráis alguna vez?
-De vez en cuando paramos alguna cosita. Nuestro proceso no pasa por escribirlo, y una hora antes del programa decir: “Huy, a ver si la gente se lo va a tomar mal”. Tal y como te viene la idea, la sueltas, y te das cuenta de si algo es desafortunado o no en base a un criterio personal, moral y ético que tenemos y no sabría plasmar con palabras. [Miguel y yo] nos miramos a los ojos y consideramos si es o no oportuno. Y hasta ahora no nos ha ido mal. Pese a que nos etiqueten como polémicos, nos gusta la tranquilidad: no tener problemas con nadie. Hay algo que se valora más que la promo que te pueda hacer un fascista, y es que ese fascista no te toque los cojones. Eso está mejor, la verdad.

-Tras pasar por La Tuerka y hacer ahora tu propio programa, ¿cómo valoras los actuales medios de comunicación y la televisión?
-Los medios, en general, están mal. Y aprovecho para decir que el Diari Jornada, lamentablemente, acaba de cerrar. Si un modelo de periodismo ético y comprometido como era este no es sostenible tenemos que asumir nuestra responsabilidad: debemos respaldar a esos medios. Si no los apoyamos, se verán obligados a cerrar, como ha pasado.

La tele, evidentemente, lo hace todo espectacular. Son capaces de hacer un reality de un señor que arregla relojes y convertirlo en un espectáculo impresionante. Es lo que tiene la magia de la edición: es un arte. Y la gente que trabaja ahí lo hace bien.

En otro orden de cosas, también creo los medios de comunicación se han democratizado. Cualquiera como nosotros coge cuatro cámaras y se puede inventar un formato: hacer un contenido distinto. Resulta paradójico: los grandes se hacen más grandes, pero desde abajo surgen proyectos interesantes que, gracias a Internet, salen adelante. La tele seguirá existiendo. Hasta yo me encuentro con MasterChef a veces y me quedo viéndolo. Es efectivo, funciona y no tiene más. Pero también está bien que surjan cosas nuevas.

-Movistar+ presentó hace poco su panel de cómicos: diecisiete hombres y dos mujeres. Parece claro que sigue existiendo un porcentaje masculino muy elevado en este sector… 
-Desgraciadamente, es así en todo. De todas maneras, no sé si es por mi naturaleza optimista, pero creo que poco a poco parece estar revirtiéndose. Eso sí: muy poco a poco. Lo que mola es que responde a una imposición de la propia sociedad: no es algo artificial. Salta a la vista y canta muchísimo cuando no hay mujeres presentes en un escenario, o cuando no forman parte de los equipos de los programas. La mayoría social lo fuerza. Ya está sucediendo.

-¿Todo es político?
-Sí, pero sin fliparse. Hace poco me puse a leer una entrevista que di hace un tiempo. Fíjate la pirueta que tuve que dar para justificar esto: que sí puede haber un humor que no sea político, o sea, totalmente blanco. La comedia más absurda, el humor que hacía Benny Hill… eso nadie puede decir que sea política.

Pero sí es cierto que debemos pelear para que la gente entienda que la mayoría de las cosas que hacemos, vemos o consumimos tienen un aire político, aunque no sea en el 100% de las cosas. Pablo Alborán no tiene nada que ver con la política (creo; no le conozco demasiado). Me parece que nunca se ha manifestado políticamente por algo, y sus letras no tienen esa connotación. Sin embargo, la industria musical que tiene detrás, y que potencia a gente como él y no a otra, es un aspecto muy político de la vida. Y el hecho de que lo único que tengamos sean grandes ofertas masivas culturales como las que tenemos es, sin duda, un problema político.

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