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grand place / OPINIÓN

Fade away…

14/07/2020 - 

Aquél día no quiso salir el sol… La Nueva Normalidad no había traído sino Otra Realidad, tan terrible como los tres meses de reclusión decretados por Ley. Aquella noche anunció el verano terrible del 2020, el año en que llegó el coronavirus provocando una crisis mundial tan mortífera o más que su predecesora, la crisis financiera de 2008. Las almas que habían quedado malheridas, decidieron marchar con el Covid-19, para no ver los terribles sucesos que acaecerían a la Humanidad. Se desvanecieron en el brillo de las estrellas, en las gotas de lluvia, en la brisa del viento y en los sueños profundos…

Aquél día, la Tieta dejó de creer en el futuro y decidió pasar al OtroLado. “Terrible, terrible”, no cesaba de repetir recordando el día en que se puso el sol para siempre, para la esperanza, para la vida. Aquella noche tan terrible, aquél viernes de dolor, el mundo decidió pararse un segundo… y “él” se bajó. Nunca nada volvería a ser igual. “Él” era la frontera entre la vida y el sueño, entre la risa y el sol, entre el cielo y el agua. Y “se desvaneció. Dime si alguien puede amar igual…

-Hola David, encontrando viejos recuerdos, veo que fue “él” quien le dio el último empujón a la Tieta para pasar al OtroLado, para luchar por todos nosotros. Sé que tienes miedo, que estás bajo vigilancia del e-Health, pero tengo que contártelo. Porque todo comenzó por “él” y para “él”. “In memoriam”, solía repetir la Tieta cada vez que cruzaba la frontera de la ley y de la irrealidad.

-Lo sé Laura, recuerdo tus recuerdos. Esto no es nuevo. Te pasé un información hace tiempo que me llegó distorsionada y por error. Hay que seguir el hilo de la crisis financiera de 2008. La GranFábrica no estaba sola en 2020, como tampoco el Imperio US-Roma lo estuvo en 2008. Al final, siempre hay alguien que gana, sin importar las víctimas colaterales que van dejando en el camino.

 Las víctimas colaterales lo fuimos todos, de una u otra forma. Las sonrisas se borraron para siempre, los besos y los abrazos desaparecieron de las calles. Gobiernos a todos los niveles imponían leyes marciales: no tocar, no besar, no sonreír. No tener contacto con más de 15 personas a la semana… Encerrados entre cuatro paredes, aislados, apestados. Así, poco a poco, bajo leyes absurdas y penas de multa, la humanidad se deshumanizó. 

El odio y el rencor comenzaban a aflorar por las redes sociales, hasta que se trasladaron a la calle, cuando era posible salir. Los conatos de violencia verbal eran normales por parte de desconocidos. LosSin y LosCon estaban en guerra. Nadie nos avisó del fin último, excepto los que pasaron al OtroLado. 

Al fin más inminente, el de amedrentar a la población, le siguió el de controlar su vida para, de inmediato, decidir su muerte. Fue el momento en que el e-Health tomó el control. La crisis del Covid-19 dejó noqueados a los gobiernos que tenían el sistema sanitario público más robusto, como el del Territorio-Europa. Precisamente, para demostrar que el Estado no puede asumir esa responsabilidad, que ha fracasado. 

Y entonces llegó la Sanidad digital, el e-Health, controlada por LasPrivadas y LasTec. Ambas estaban acechando desde hacía tiempo para hacer caer un sistema que primaba la salud de los ciudadanos sobre el beneficio empresarial. Mientras el gobierno de la Unión se preocupaba por coser mascarillas, otros invertían en encontrar una vacuna lo antes posible. 

Fueron los mecenas de la Fundación de Bill y Melinda Gates quienes apoyaron a los principales grupos farmacéuticos. Ellos fueron los que probaron por primera vez la vacuna con humanos, invirtiendo en el progreso de la ciencia, en salvar a la humanidad de aquel coronavirus que el gurú Bill Gates había anunciado años atrás. Además de invertir en CureVac y BioNTech, el gigante de LasTec lideró un consorcio farmacéutico para encontrar la vacuna cuanto antes: BD, bioMérieux, Boehringer Ingelheim, Bristol-Myers Squibb, Eisai, Eli Lilly, Gilead, GSK, Johnson & Johnson, Merck/MSD, Merck KGaA, Novartis, Pfizer y Sanofi. 

No había terminado aquel terrible verano de 2020, mientras “él” y otros como él comenzaban a agonizar con las consecuencias de la GranRecesión, la crisis posterior al Covid-19, la de la enfermedad, el hambre y la exclusión social. Alguien sobraba en este mundo… y eran muchos. Éramos muchos…

No, no fue el Covid-19. A “él” se lo llevó la crisis anterior y la que asomaba entre las mascarillas. El confinamiento y el distanciamiento le dieron la última estocada, hurtándole el último beso, el último abrazo. Terrible…, fue tan terrible que la gente no se daba cuenta de que les estaban robando la libertad. La libertad de vivir o morir con dignidad. “Él”, como los valientes, eligió la libertad. “English soldiers never die, they fade away”…

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