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el muro / OPINIÓN

Falsa verdad

El ministro de Cultura, el valenciano Rodríguez Uribes, se dejó caer hace unos días por Valencia para ejercer de ministro. O sea, no mojarse en nada

9/08/2020 - 

Visto lo visto, somos muchos o muchísimos los que hace tiempo dejamos de creer en la clase política, o en nuestros gobernantes. Los índices de abstención o rebeldía ante las urnas lo dice todo. No hablo sólo de esta autonomía, ni siquiera del Estado sino de la propia Europa. 

Vivimos de la eterna falsa verdad y la promesa social, pero sobre todo incumplida. Nuestros gobernantes, generalmente cuando no tienen competencias reales ni convicciones, viven de la pose, la ambición por el poder, el reparto de cargos, el continuismo profesional y la dieta, pero no de la eficacia. Es el mal de este siglo XXI cuyo perfil político comenzó a deteriorarse de forma salvaje el pasado siglo. Todo lo que estamos viendo o hemos visto en torno al saqueo sin escrúpulos del Estado, el cobro de comisiones desde el primero hasta el último es reflejo de esa decadencia que ha tocado techo, aunque sólo sea de momento. Porque, aún veremos cosas peores. Ya se sabe, uno comienza a mover las ramas y lo que provoca es que caigan todos los nidos.

Pero si de algo desconfío, al margen de lo anteriormente expuesto, es de los ministerios de Cultura y ministros que nos ha tocado soportar. Durante lustros, por no decir décadas, su presencia o compromiso con esta autonomía ha sido nulo. Son en el fondo una maraña de personajes que vienen de vez en cuando por la autonomía, se hacen la foto de rigor, pasean por la ciudad, ofrecen unas declaraciones ante los medios de comunicación para contentar a la opinión pública, o eso creen, y desaparecen para volver ya no se sabe cuándo. Y es que estos ministros de nuevo cuño duran tan poco que no consiguen ni aprender lo que tienen. Sus cargos medios o el denominado segundo escalón, como son en su mayoría orgánicos o enchufados, llegan como si lo hicieran para vender seguros. Este Gobierno/Uribes, además, tiene una legión de compromisos. orgánicos. Nóminas garantizadas e hijos e hijas que contentar.

No dudo que sea un buen filósofo o un buen profesor del derecho e incluso un gran intelectual, pero sólo hay que escuchar a los respectivos colectivos que se han reunido hasta ahora con sus cargos delegados para entender que no están a la altura y menos por la labor o la realidad ya que más bien la desconocen. Así que vamos apañados. Más aún con la situación económica que se nos avecina, las reformas estructurales a las que nos van a someter por la financiación graciosa que nuestros ministros aplauden  como un logro junto a otros gestos de pachanga.

Uribes vino por aquí hace unos días y demostró lo que estoy diciendo: turismo promocional. Como lo hizo su antecesor en el cargo y todos  aquellos que les han precedido desde hace lustros. Vienen, participan en un acto, se dejan entrevistar para lanzar mensajes más bien metafísicos, comen bien y desparecen. Y si te he visto, pues ya no me acuerdo.

Como además por aquí todos los gobiernos autonómicos han sido cortesanos o jacobinos no hay nada que temer. Sean del color que sean, ni oposición de antes y de ahora; ni gobierno de ahora ni de antes han demostrado velar por los intereses de las sociedades a las que representaban, ni en cultura, ni en economía, o infraestructuras y menos aún en agricultura.

Lo peor de estos Gobiernos centralistas no es su existencia o su forma de actuar sino el ninguneo que ofrecen a las autonomías. Sólo interesa Madrid y su potencia, su presencia en ella. Únicamente piensan en clave electoral. La periferia es lo de menos. Son mesetarios, Qué más da que aquí tengan museos de titularidad, como el San Pío V o el González Martí, visto a salto de mata, y pasen de sacar del cajón un proyecto museográfico muerto hasta el olvido y una ampliación imprescindible. No pasa nada. Esta sociedad no es valiente, como sus representantes políticos, grupos parlamentarios, colectivos sociales demuestran.

Lo preocupante del gobierno central es que no atienden ni lo que es suyo, que es más grave. Cuando puedan, eso sí, vendrán por aquí para hacerse más fotos, participar en más foros, lanzar más promesas, conceder más entrevistas huecas y aparentar que tienen proyecto y hasta objetivos. ¿Alguien ha hecho algo por esta autonomía en los últimos años que se recuerde? Pero nuestro Botànic, sumiso y condescendiente, es así de blando. Tenemos lo que merecemos. O sea, apenas nada que se exija desde aquí y menos aún desde allí.

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