Estaba todavía en la Facultad de Empresariales cuando hizo sus primeras inversiones. Allí fue donde decidió cuál sería su futuro... Y los sueños, si trabajas, se pueden hacer realidad
VALÈNCIA. A Felipe Albiol Ferrán (València, 1972) le picó el gusanillo por los mercados financieros cuando cursaba los primeros años de Ciencias Empresariales en la Universitat de València. «Junto con algunos compañeros de clase hicimos nuestras primeras inversiones, me atrajo y valoré seriamente hacia dónde quería encaminar mi carrera profesional», señala a Plaza este amante del cine, la literatura y la música. Sin embargo, reconoce que por su forma de ser le cuesta desconectar de este sector tan estresante. «Los años y la experiencia te ayudan a canalizar las emociones de una forma más madura y lógica. También hago algo de ejercicio diario», apunta.
Posteriormente se licenció en ADE por la misma universidad y completó su especialización con el Máster Bursátil y Financiero de la FEBF. Todo ello con la certificación EFA (European Financial Advisor) bajo el brazo. Y en 2001 se incorporó a la sociedad de valores de Morgan Stanley en el cap i casal. Una firma que se convirtió en una auténtica prolífica cantera de profesionales del sector financiero en la plaza local.
Tras pasar por Banif —división de banca privada del Santander— llegó a Inversis Banco y posteriormente a Andbank, que adquirió Inversis en 2014, donde actualmente es director de banqueros privados de la división española en València. «Andbank es una entidad que aglutina muchas variables con las que me siento muy cómodo trabajando. Con una amplia oferta de servicios, un equipo humano muy profesional y un tamaño que te permite acceder a una clientela más especializada con un trato muy personal. Todo, con un valor añadido con un enfoque diferenciador».
Preguntado por lo que debe tener con los clientes todo aquel banquero privado que se precie de serlo, su respuesta es rápida: «Honradez, empatía y conocimiento sobre el servicio que ofreces». Por el contrario, recomienda evitar «ser impulsivo y sobre todo la poca transparencia». Asimismo, recuerda lo que ha cambiado la gestión patrimonial en las más de dos décadas que lleva a pie de obra donde destaca que se ha ganado en oferta —«mayor número de vehículos de inversión»—, conocimiento —«por la experiencia vivida en estos últimos quince años tan complicados»— y en la especialización —«el sector se ha profesionalizado para dar un servicio de asesoramiento adecuado»—.
En la primera década del siglo XXI, España era uno de los países del mundo con más entidades financieras —muchas de ellas cajas de ahorro—, ¿tan buenos éramos o tan equivocados estábamos para que en 2008 explotara la burbuja inmobiliaria y con ella saltaran por los aires la práctica totalidad de las cajas? «Aunque se ha reducido mucho el número de oficinas, España tiene la red más densa en Europa. Es un proceso que empezó con la crisis financiera, que se ha acelerado con la concentración y reducción del número de firmas por la digitalización de la economía. Esa diferencia con otros países europeoses más por un tema cultural, de cercanía al cliente, de basar el crecimiento del negocio en tener más número de oficinas que por otra cosa. A Portugal le ha ocurrido algo similar».
El sector financiero no es ajeno a la actual revolución tecnológica y ahí están, entre otros, los robo advisors. ¿Llegarán a reemplazar al factor humano? «Yo los veo como algo positivo porque nos permiten tener mejores herramientas para asesorar y gestionar de forma más eficiente, pero me cuesta mucho imaginar una relación profesional reemplazando el factor humano. Gestionar una cartera en base a unos algoritmos es una tarea sencilla pero no es suficiente porque nuestro trabajo no solo comprende una serie determinada de variables metidos en una herramienta sino que va más allá».
¿Cómo se ve desde su atalaya la marcha de unos mercados financieros condicionados por una inflación desbocada y las políticas monetarias de los bancos centrales? «Después de años de crecimiento bastante positivo nos toca lidiar con un 2022 muy complicado. Nos enfrentamos a variables que hacía tiempo que no veíamos, como la retirada de estímulos monetarios, subidas de tipos en la mayoría de países desarrollados, una inflación no vista desde hace décadas y, sobre todo sin la famosa put de los bancos centrales», responde Albiol.
La subida de tipos de interés va a impactar —entre otras cosas— en el encarecimiento de las hipotecas. ¿Qué les diría a todos aquellos hipotecados —o los que vayan a firmar una— que dudan entre hacerla a tipo fijo o variable? «No solo depende de si es fijo o variable sino de algunas cosas más como el diferencial entre un precio y otro, tipo de cliente, plazo... La mayoría de intereses se pagan los primeros años de vida en la hipoteca, por lo que es más recomendable a tipo variable que suele ser más barata, pero insisto que depende de más factores».
Para terminar, la pregunta del millón: ¿Es coyuntural la alta inflación o se ha convertido en estructural? «Es una pregunta complicada. Aunque se va a moderar en los próximos meses, aún existe una demanda muy fuerte, mientras el crecimiento de Europa y EEUU sigue siendo bastante positivo; se reducirá pero seguramente no lo suficiente. Todo va a depender de lo agresivos que sean los bancos centrales en sus políticas monetarias. De todas formas, y en un horizonte temporal más a largo plazo, con una demanda más moderada y una oferta que se va adecuando y eliminando los cuellos de botella, veremos tasas de inflación bastante más bajas que las actuales».
Hablar de criptomonedas es hacerlo de volatilidad en estado puro, tal y como se puede observar viendo cualquier gráfico de Bitcoin, Ethereum, Cardano… «A día de hoy existen instrumentos financieros que incorporan este tipo de activos, pero no recomendamos su inversión en nuestras carteras. Son activos muy volátiles y sin flujos de caja, y hay que entender bien su funcionamiento para incorporarlos como un elemento más en las carteras», señala el financiero valenciano.
* Lea el artículo íntegramente en el número 92 (junio 2022) de la revista Plaza