Festival de Les Arts celebra su tercera edición este fin de semana en la Ciudad de las Artes y las Ciencias repitiendo fórmulas
VALÈNCIA. Año 2055: hace mucho tiempo ya que una ardilla no puede cruzar España de árbol en árbol sin tocar el suelo -de hecho, a poco que uno haya visto algún documental sabe que es bastante improbable que esto hubiera sucedido alguna vez-, pero, eso sí, una ardilla cualquiera (si quedan) puede recorrer España, desde la Punta de Tarifa hasta Estaca de Bares, saltando de indie en indie, de festival en festival; sin renunciar, ni por un instante, a esa reconfortante seguridad que da el saberse de memoria los grupos de un cartel. Eso sí: el trayecto de la ardilla indie debe desviarse de la línea recta, obligatoriamente, para pasar por Valencia. Hoy, sin saberlo, se están fraguando los refranes rancios del futuro.
El mito de la ardilla que cruza España de indie en indie está en proceso de sedimentación, en fase embrionaria, en gran medida gracias a eventos como el Festival de Les Arts, que este fin de semana, viernes y sábado, se celebra en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La tercera edición, esa que en la discografía de un grupo marca la verdadera consolidación del camino recorrido y aún por recorrer, llega aplicando con rigor lo que dicta el manual del festival indie español: los mismos grupos, la misma cerveza, el mismo modelo. Por supuesto, una de las principales características del modelo es la aplicación a rajatabla de sus normas. Por eso, entre otras cosas, en sólo tres años el festival ya empieza a reproducir el clásico moderno del comodín de la llamada; es decir, volver a llamar a grupos que ya han estado en ediciones anteriores.
Tampoco debes olvidar que, este fin de semana, si tu intención es la de ver a una mujer sobre el escenario lo vas a tener complicado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Es otro de los clásicos del modelo de festival indie español que nadie puede saltarse: qué machistas son las letras de reguetón, pero el 80% del cartel del viernes y el sábado es masculino. Lo que es lo mismo: de los 35 grupos que conforman las dos jornadas del festival, sólo 7 de ellos tienen al menos una mujer en su formación; y eso considerando que dejar al margen el jueves gratuito en el Veles e Vents es hacerles un favor en ese sentido, porque la cosa no mejora (sí en lo musical, por cierto).
Sin embargo, siempre hay rincón en el que refugiarse. Una brizna de hierba que se abre camino entre el cemento. En este caso, la aportación valenciana, chovinismo al margen, es de lo más recomendable del cartel. ¿Por qué? Entre otras cosas porque al final parece que es más fácil ver a Sidonie que a Arthur Caravan. Entre otras cosas, también, por Gener. Ponga a Gener en su cartel y vea cómo mejora la percepción del mismo. De la reserva valenciana destacan también los conciertos de Meridian Response, que están sabiendo estirar la gloria del Sona La Dipu, Soledad Vélez, los mismos Arthur Caravan y Modelo de Respuesta Polar, que lideran una aportación que también cuenta con La Habitación Roja, Polock, Geografies o Lígula.
La presencia valenciana en el Festival de les Arts de València se distingue fácil porque, además de ubicarse en la parte más baja en aquel cartel que circulaba en febrero -ahora ya, con la distribución por días, la cosa ha mejorado- la mayoría actuará en el mismo escenario. Es el escenario Negrita y, en los dos días del festival, sólo dos grupos que no son valencianos pasarán por allí. La Habitación Roja -faltaría más-, Modelo de Respuesta Polar y Meridian Response (a las 15.15, tremendo) tendrán el privilegio de subirse al Coolway Freestyle.
Lo cierto es que se hace realmente complicado abordar la crítica y el análisis de un modelo que se perpetúa a sí mismo a partir de la repetición sistemática. Uno tiene la sensación de que le empujan a hacer exactamente lo mismo que señala en el diagnóstico de la situación: la iteración. Por fortuna, aunque el léxico también es finito, su amplitud es aparentemente mucho menos estrecha que la de los grupos que pueden ir a un festival en España. El diccionario todavía cuenta con más palabras que festivales en los que han tocado grupos como Miss Caffeína o León Benavente en los últimos cinco años. Démosles un poco más de tiempo.
La convivencia del modelo y de la crítica del mismo, en caminos paralelos, aboca de forma inevitable al hastío en la discusión. Lo de que los festivales indies del país se reproducen por esporas y replican el cartel que el primero de ellos hizo un día se ha convertido en un mantra, el estigma de los agrios a los que todo les parece mal. Sin embargo, la realidad está ahí esperando a ser mínimamente observada para dar y quitar razón. Siete de los grupos españoles con más kilómetros en el cartel del Festival de Les Arts coleccionan, entre todos ellos, un total de 72 fechas confirmadas en festivales durante 2017. La media de 10 festivales por banda da para liarse la mantra a la cabeza.
Desgranando uno por uno los nombres que dan a luz semejante franquicia del directo uno llega a conclusiones que tienen pocas formas de reinterpretarse. Por ejemplo, que hacía tiempo que Sidonie no eran tan Sidonie, y que Miss Caffeína ya pueden correr a ocupar el lugar que hasta hace muy poco pertenecía a Dorian: ambos suman más de una docena de festivales confirmados en 2017. La ardilla puede recorrer España saltando de indie en indie y viendo, en cada festival, a Miss Caffeína. Es para empezar a hacérnoslo mirar. Tras ellos, León Benavente con 12, Varry Brava con 10 y Maga con 9 ponen distancia ante los 6 y 7 que, respectivamente, tendrán a Fangoria y a Fuel Fandango.
Lo bueno de los festivales valencianos, sin embargo, es que siempre ofrecen su propia visión del modelo de negocio. Saben introducir su pequeña variación en la repetición de la estructura general. Si el SanSan opta por el refrito de sus propios carteles y en su última edición más del 40% de su line-up ya había pasado por el festival, el detalle de Les Arts reside en la aportación internacional. Basta echar un vistazo al cartel para dejarse embriagar por el perfume a déjà-vu típico de la legión de películas que se lanzan a imitar el éxito de la original; todas, obviamente, comparten el mismo pecado de Les Arts con la selección internacional: llegar tarde.
Jake Bugg irrumpió con poderío en 2012. Incluso había quien, en un gesto de osadía publicitaria, lo comparaba con Bob Dylan. Entonces tenía 18 años y gran parte del atractivo de su primer disco residía precisamente en lo poco habitual del sonido para alguien tan joven; Bugg estuvo en el FIB de 2013, y volvió más tarde con otro disco que ya ni siquiera la revista NME se atrevió a destacar. Un lustro después de su aparición, con 23 años, llega a Valencia con el que es, a todas luces, su peor trabajo hasta la fecha y por supuesto ya sin el atractivo exótico de la next-big-thing británica.
Algo similar sucede con el resto de cabezas de cartel internacionales de Les Arts. Dejando a un lado la situación de Kakkmaddafakka -que no sólo han tocado en diferentes festivales, sino que lo han hecho ya en más de una ocasión en sala en Valencia-, lo de Digitalism y The Vaccines es sigue la misma línea que Jake Bugg. Incluso más acentuada, porque ambos irrumpieron antes que Bugg. Al margen de las consideraciones subjetivas alrededor de la trascendencia de sus carreras, en franca decadencia -especialmente en el caso de Vaccines-, la realidad se impone. Desde que estuvieron en el SOS 2008, Digitalism han abandonado los puestos de privilegio de los carteles para pinchar a las 5 de la mañana en el Low Festival (2013); en el caso de The Vaccines, desde aquel 2013 en el que estuvieron en el Primavera Sound y en el BBK Live su carrera se ha ido devaluando a marchas forzadas. Muy tarde, como ya sucedió en ediciones pasadas con The Sounds, The Fratellis, The Wombats o The Dandy Warhols.