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ESPECIAL FESTIVALES (I)

Festivales de verano 2016: Entre la espiral de la repetición y los pequeños soplos de aire fresco

El repaso a las claves musicales de las grandes citas estivales augura pocas sorpresas y algún novedoso brote de excitación 

9/06/2016 - 

VALENCIA. Hay quien dice que echar un vistazo a sus carteles es como estar atrapado en el Día de la Marmota. Hay quien afirma que estamos asistiendo al mismo festival año tras año, con la única diferencia del lugar de celebración. Hay quien hace interminables juegos de palabras con Izal, Supersubmarina, Love of Lesbian y Vetusta Morla, santo y seña de esa festivalocracia estatal que se lleva todo por delante. Y la verdad es que todos están en lo cierto, más allá de que el enfoque en la distancia corta depare interesantes matices. No hay una gran diferencia entre el cartel del BBK Live de Bilbao de este año y el que ha ofertado otros veranos el FIB de Benicàssim. Ni mucha entre la que este último ha brindado a lo largo de su historia y la oferta del actual Vida Festival de Vilanova i la Geltrú. Ni mucha entre el Sonorama de Aranda de Duero y el Low Festival de Benidorm. Ni mucha entre este último y el Arenal Sound de Burriana. 

Las diferencias incumben más a la letra pequeña, a esos discretos guiños que permiten que el Dúo Dinámico -nada menos- aterrice en el interior de Burgos o que se antoje difícil ver alguna vez a Los Planetas ante la muchachada que se agolpa en Burriana. Pero el grueso de su oferta, en un porcentaje superior al 60%, 70% u 80%,  acaba siendo intercambiable. Salvo que se trate de citas de género, como el rock tradicional de guitarras (Azkena Rock), las mal llamadas músicas del mundo (Pirineos Sur, La Mar de Músicas) o el reggae (Rototom), por resaltar tres casos. Y aún así, tampoco ellos están libres de la repetición de nombres con poco margen entre comparecencias, porque la oferta es la que es. Y cuando cultivan un perfil muy propio (Primavera Sound), ahuyentan al respetable que no quiere participar de sus aglomeraciones como peaje a pagar por su rebosante salud económica. Así las cosas, factores musicalmente irrelevantes y poco objetivables en términos creativos, como aquellos que atañen a la experiencia (ya saben, la oferta de ocio, la comodidad, el ambiente y su magia inherente, si es que la hay), son muchas veces los que terminan inclinando la balanza del público hacia una u otra latitud. 

Para no volvernos definitivamente locos, mezclando cifras, fechas, hitos y bandas en una espiral de demencia en la que acabemos por confundir festivales, emplazamientos y años, no está de más acotar este campo sin puertas al ámbito de nuestra Comunidad Valenciana. En él, y sin salir del mercadeo de los macrofestivales, destaca un FIB que este año ha optado por permanecer en parte fiel a sus señas de identidad tradicionales, al tiempo que se escora hacia el hip hop y la electrónica con más determinación que nunca. Y además lo hace con unos cuantos señuelos grandes que nunca habían pisado Benicàssim antes, como Disclosure, Jamie xx, Skepta, Kendrick Lamar o Major Lazer (bueno, estos sí lo pisaron el año pasado, pero formando parte del Rototom), dando lustre a un cartel en el que The Chemical Brothers, Muse, Massive Attack o Echo & The Bunnymen sí son viejos conocidos. Su cartel lleva semanas arqueando la ceja del asistente tradicional al FIB, pero resulta sumamente apetecible para todo aquel que suspire porque la cita diversifique sus registros más allá del imperante pop rock de guitarras anglosajón. Así que en ese sentido, objetivo cumplido. Y con su oferta estatal dando pábulo a cosas tan interesantes como El Guincho, Juventud Juché, Cosmen Adelaida, Alberto Montero o Chucho, aunque se degusten -en la mayoría de los casos- en familia y con el sol aún azotando con inclemencia.

Sin salir de las macrocifras de asistencia, el atribulado (este año, por la indefinición del emplazamiento definitivo de sus dos escenarios principales) Arenal Sound de Burriana volverá a recabar más titulares por el enorme gentío que congrega que por las bandas que pueblan su cartel. En su seno deben ser ya plenamente conscientes de que recurrir a aportaciones con la clase de Miles Kane, Metronomy o Clap Your Hands Say Yeah! no es un factor que les reporte precisamente un reguero de nuevos asistentes -más bien les resta, dado que los que se marchan al camping durante sus actuaciones son muchos más que los curiosos que se acercan por primera vez al recinto- , así que en su alineación apenas hay resquicio ni para sorpresas, ni para novedades ni para salidas del guion habitual: Two Door Cinema Club, Steve Aoki, Crystal Fighters, The Hives, Kaiser Chiefs, Kodaline, Love of Lesbian, Izal, La Raíz, Miss Cafeina, Second o La Gran Pegatina. En la letra muy pequeña, Belako o Perro. Y por lo que respecta a su franquicia valenciana, el Festival de Les Arts -a celebrar un par de meses antes- , que nadie aguarde de él un perfil muy diferenciado, más allá de que bandas en su momento estimulantes pero actualmente con un porvenir más que dudoso (The Fratellis, The Drums, Hurts, The Dandy Warhols, We Are Scientists o The Strypes) aterricen por primera vez en la ciudad, generalmente yerma de citas foráneas que congreguen a más de 300 personas. La nómina local se refuerza con Senior i el Cor Brutal, Badlands, Holy Paul, Siberian Wolves, Tardor o Copo, eso sí. 

Low Festival

Un perfil un poco más definido, por aquello de que cifra su tradicional clientela entre los 30 y los 40 años de edad, detenta el Low Festival de Benidorm, que por algo programa a Belle & Sebastian, Hot Chip, Los Planetas, Suede, Peaches o 091 copando los caracteres más grandes de su cartel. El resto de su line up se resuelve con la consabida ensalada de nombres estatales, que oscilan entre lo plúmbeo (Ángel Stanich, Second, Miss Cafeina, Xoel López, Mucho, Carlos Sadness o La M.O.D.A.) y lo proteico (León Benavente, Novedades Carminha, Sr Chinarro, La Habitación Roja, Terrier, Pablo Und Destruktion, Las Ruinas o The Suicide Of Western Culture). Hay que reconocerle al menos un loable intento por empatizar con espectros de público algo diferenciados. 

Aunque la mayor gama cromática vuelve a ser la que brinda el Rototom Sunsplash de Benicàssim, que apuesta de nuevo por combinar la concurrida armada reggae (y estilos adyacentes como el dub o el dancehall) con reclamos exógenos que le reporten nueva parroquia sin por ello desvirtuar su esencia, apuntalada también en su vigorosa programación complementaria (charlas, conferencias, debates, cine, actividades: su foro social tiene este año el lema “Libertad y dignidad”). De forma que para esta edición vuelven a traer a Damian Marley, el más exitoso de los hijos de Bob Marley, encabezando un elenco engrosado por Pablo Moses, Inner Circle, Alborosie, Junior Kelly o Green Valley, pero también a Manu Chao o Macaco. 

Esta nuestra Comunidad -que diría aquel- sigue siendo, en resumen, tierra de promisión para los grandes eventos musicales a cielo abierto. La gran mayoría gozan de buena salud como rentables citas de ocio que son, al fin y al cabo. Pero cada vez hay que echar más mano de un buen cedazo para dar con momentos en los que la excitación por la excelencia se alíe con la sensación, si no de novedad (no pidamos peras al olmo), sí de estar asistiendo a la plenitud creativa de un conjunto de músicos en el pico máximo de su carrera, antes de enfilar la curva descendiente. Con todo, a veces vale la pena insistir en el rastreo. Elijan ustedes su ruta. 

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