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LA SEÑORA SIEMPRE TIENE LA RAZÓN

Filantropía valenciana antes de Reyes

Una institución permanece inmutable a los cambios: la pobreza

2/01/2016 - 

VALENCIA. El periodismo dedicado a informar sobre la vida de las celebridades y la farándula demostró en el 2015 que ni siquiera nuestra alta sociedad, con todas sus posibilidades, está en contacto con la realidad social: los reportajes de mansiones compiten con las peripecias de los tronistas, el discurso del Rey con el chafardeo de la Princesa del Pueblo. El pasado año han rodado por el fango coronas, ducados o presidencias; y ha habido tronos sobre los que se han subido vendedores de utopías y estribillos pegadizos. Se ha demostrado que lo espiritual ni lo moral existen y que desde el momento en que Vargas Llosa entrega su intelecto a los pies de la Preysler, todo es materia; después hemos llegado a la conclusión de que la materia es energía y que a través de ella se puede curar tanto el dolor de espalda como la ansiedad del alma. Se ha establecido que un cocinero puede transformar una berenjena en arte y que un artista es un señor que se ata los testículos con un cordel a un clavo del techo; que no se espera sólo que los cantantes de ópera canten rancheras en trío sino que deben dejarse suspender de una grúa para hacerlo. 

Pero entre todo este caos, una institución permanece siempre inmutable a los cambios sociales: la pobreza, que es la suma total de los desatendidos, las minorías y de los olvidados, producida por nuestro egoísmo colectivo. La gente necesitada no espera de nosotros en principio entrevistas, fotos, documentales, teorías, discursos sobre las injusticias humanas, debates, locales ni filosofías: si bien todo es necesario, lo que le es imprescindible es el dinero. Hay artistas televisivos como Dani Rovira que se involucran para ello con asociaciones altruistas y personas que ayudan casi desde el anonimato sin esperar nada a cambio, con la fatiga que ello conlleva, que es mucha.

Treballant per l'esperança

El artista y artista fallero Victor Valero (Marc Martell, como le gusta hacerse llamar) ha culminado cuatro años ayudando a asociaciones y ONG con necesidades, donde las ayudas a la dependencia no son suficientes, gracias a donaciones de obras de artistas valencianos vendidas en subastas benéficas. El presente año había dado por finalizado este esfuerzo, hasta que la madre de un amigo, emocionada por lo que se había conseguido en anteriores convocatorias, le sugirió colaborar con una asociación con la que se encontraba en deuda ya que ayudó a su familia, a sobrellevar una dolencia tan inexplicable como la ELA, una enfermedad degenerativa de origen muscular de la no que por el momento no se conoce remedio y que se diagnostica cada día a tres personas.

Comisiones falleras, amigos, voluntarios y artistas desinteresados desbordaron la semana pasada el Palau de Pineda de la valencianísima -pero algo olvidada- Plaza del Carmen, para realizar una subasta de obras de (tomen aire, que son casi 40 personas que lo dieron todo) Helio Yago Mateu, fotógrafo, Alejandro Lagarda, Pepe Puche y su hija Marina, Dora Piles, Cecilia Plaza, Guillermo Romero, Miguel Ferri, Óscar Villada, Amparo Bayarri, Alberto Silla y sus juguetes “gordos”, Chema Martínez, Roberto Cañada, Roberto González, Rebeca Tomillo, Víctor Valero, Marina Segarra profesora de la Universidad de Bellas Artes, Miguel Hache, José Manuel Alares, Iván Tortajada, Martín Fores, Sergio Alcañiz, Vicente Lorenzo, Paula Bonet, Juan Romero, Vicente Almela, Ana Esbe, Paco Carsí, Toni Ramos que participó con una terracota policromada, Pepe Palanca, Mompar Momparler, Paco Sanabria y Jose Luis Ceballos, Moisés Alarcón, Ana Hurtado, David Moreno, Carlos Corredera, Regina Roca, Rafa Ferrando, Toni Colomina, y Sergio Amar, que será el relevo para organizar la próxima edición. 

La animada subasta que se iniciaba por diez euros fue presentada por la profesora de alemán Montse Morales y por Pere Fuset, Concejal de Fiestas y defensor de la pirotecnia de fin de año frente a la Delegación de Gobierno, quienes contaron con la ayuda dedel historiador y estudioso de fallas Iván Esbrí. Sobre la dolencia de la ELA y la calidad de vida a la que aspiran los que la contraen hablaron antes del acto, bastante emocionados, un trabajador social y un afectado. Se recaudaron cerca de 4.570 euros, una suma mayor que en ediciones anteriores. Si necesitas acercarte a esta asociación o quieres colaborar en lo que quieras con ellos puedes ponerte en contacto en su página web.

Fotografías que cambian vidas

Hay quien invierte en arte esperando que suba su valor y hay quien sabe que el valor del arte depende de en quién lo inviertas. Así que hasta el 12 de enero tienes para ver la obra de la italiana residente en Londres Monia Antonioli, en el bar y restaurante Lotelito en la calle Barcas 12. Es una exposición que retrata la vida en una escuela en África, para conseguir fondos que ayuden a construir el comedor y una cocina en la Lamu Twashkhuru Nursery School. La recaudación de esta muestra (cuyas imágenes se venden a 100 euros, el equivalente a diez gintónics premium con especias y Fever Tonic) quiere así garantizar la alimentación de los niños durante medio año por medio de la Asociación One Day Yes que puedes encontrar en Facebook o escribirles a  [email protected]. La subasta presentada por la periodista Mariola Cubells se celebró el mes pasado, y la gente salió de ella con una bicicleta, un jamón y artículos de diversa naturaleza que ofrecieron firmas como Hortensia Maeso, Penguin Random House, Cuadernos Rubio, Manglano, Diego Barquero, Farmacia Margarit, la pintora Patricia Iranzo o el periodista Carles Francino, que donó un objeto personal, que afortunadamente suele ser un objeto no tan personal como los fans íntimamente desearían.

Un inciso on ice

La plaza del Ayuntamiento no tiene ese nombre por casualidad: fue la única manera de evitar rencillas posteriores entres los monjes de San Francisco, Castelar, Franco y el País Valenciano. Por eso su uso y configuración va variando según los caprichos de la globoflexia. La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico, con la colaboración del consistorio, tendrán abierta las dos Pistas de Hielo de Navidad -una para niños y otra para adultos- hasta el 11 de enero, con una amplia selección de personalidades sociales a la carta que varía entre la choni de alta sociedad o el musculoso de extrarradio. Hay que reconocer que nuestra querida plaza transformable en campo de explosivos folklóricos (o solarium y frigidarium según la época del año) no es el Rockefeller Center y que la presencia de patinadores resbalando y adoptando posiciones diversas al caer aporta un toque divertido para los amantes del Youtube humorístico. ¿No sería más deseable congelar los lagos de la Ciudad de las Ciencias, esos que se usan en verano para navegar bajo el solazo español en barcas de plástico? No sólo son mucho más grandes, con lo cual las caídas se minimizan y cobran elegancia de amplitud los que saben evolucionar sobre patines, sino que sería mucho más acorde con el diseño galáctico del entorno. Y de noche, una pista de patinaje en ese paraje de la modernidad quedaría más acorde con la fantástica iluminación de la CACSA ya que, de noche, hasta Calatrava parece bueno. De todos modos, con lo que costó a los comerciantes convencer para que ayudara a su creación a aquella alcaldesa cuyo rostro sólo aparece ahora en las botellas de leche, es mejor dejar esta propuesta tonta como una nueva utopía. En fin, para los interesados en el patinaje, el precio general de la Pista de Hielo de Navidad de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia es de 8 euros (alquiler de patines incluido) y el horario es de 11 a 14 horas y de 16 a 23 horas. La pista se cierra a mediodía para que el hielo pueda recuperarse de las cuchilladas. Todas aquellas personas que realicen compras en alguno de los comercios asociados recibirán descuentos para acceder a la pista. Diversión asegurada.

Encuentros espirituales en el Río

Ayer Valencia dio la despedida al encuentro europeo de  jóvenes dispuestos a darlo todo con la Archidiócesis de la ciudad bajo el sugerente lema “¡Abre tus puertas!”. En esta trigésima octava edición los valencianos no entregaban -como acto de devoción de antaño- las joyas para el manto de la virgen, sino que se gratificaban con el hecho de recibir en su hogar a un joven europeo durante cuatro días. Ellos sólo necesitaban dos metros cuadrados para extender su esterilla y saco de dormir -prácticamente lo mismo que un refugiado sirio- y cuatro desayunos más la comida del uno de enero. Así conocieron casi todas las costumbres españolas e incluso comieron las tradicionales doce uvas. Muchos sabemos la gran escuela de vida que han sido desde siempre los ejercicios espirituales, esa gran prueba emocional para todos. La explanada del jardín del Turia fue escenario de encuentros pero en esta ocasión excepcional bajo una gran carpa de oración común. Casi quince mil jóvenes de Europa sin límite de edad pudieron compartir experiencias personales en las parroquias y en las calles de la ciudad. Fue un tiempo de silencio y de escucha íntima; de diálogo entre representantes judíos, cristianos y musulmanes de Valencia con el obispo auxiliar don Esteban Escudero; hubo cantos y reuniones con la comunidad rumana, con los cristianos ortodoxos; se reflexionó sobre si la misericordia es peligrosa, sobre amor y justicia; también muchos intercambios y fraternidad provisional; preguntas sobre la exclusión social y emprendimiento con Francisco Cobacho, presidente de la Fundación Novaterra; se marcó el lema de que la justicia sin solidaridad es una farsa con Ignacio Grande, director de Cáritas y defensor de la dación en pago, y con Conchi Jiménez, del programa Villa Teresita, asociación religiosa que trabaja desde hace años con mujeres en exclusión, ideado para las víctimas de trata de blancas; hubo un encuentro con el alcalde Joan Ribó y visita al ayuntamiento; se debatió sobre una ecología integral con el biólogo y teólogo Ferrán Lluch, de la comisión Diocesana de Medio Ambiente; el maestro Esteban Espinós y la banda juvenil de la Unión Musical de Lliria sumergieron a los asistentes en la integración por la música mediante un concierto; El catedrático de arte Amadeo Serra hizo visitar en el Museo de Bellas Artes la magnífica exposición “Tiempos de Melancolía”. Se organizó un encuentro con los falleros; se recorrió la Catedral de la mano el canónigo celador del Santo Cáliz, Jaime Sancho

El próximo destino del encuentro anual será en Riga, Letonia, la primera vez que se celebra en un país de la antigua Unión Soviética; se desveló, con gran alegría de los treinta jóvenes letones que asisten al encuentro, después de la oración que contó con el presidente de la Conferencia Episcopal, don Ricardo Blázquez; el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella; los obispos valencianos de Málaga y Tortosa, Enrique Benavent y Jesús Catalá; el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro; el delegado del Gobierno -tan poco amante de los fuegos artificiales en fin de año- Juan Carlos Moragues, y el presidente de Les Corts, Enric Morera. No sé si en Letonia se hablará de Buda, de Mahoma, de Lutero, de Juan Huss o de esas señoras de la Christian Science que tienen una iglesia pegada a la oficina. Lo que hemos aprendido los demás por esta visita de la religión y de sus ministros es que leen todos los libros, todos los diarios incluido este (o quizá este sea el que analicen más especialmente), y que tiene tienen en el convento duchas, tenis, televisor, WIFI, y que si debieran constituirse en tribunal de la Inquisición, escucharían la opinión de los psiquiatras, sacarían las impresiones digitales, usarían el carbono 14 y tendrían en cuenta las taras hereditarias. 

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